DELFINA ACOSTA: UN SUEÑO AMERICANO

Charla de gran calidad, con una de las mejores representantes del golf femenino argentino y latinoamericano en la actualidad. Su conmovedora historia de vida y su admirable actualidad, teniendo en cuenta los contratiempos que vive. El “Lado B” de una de nuestras referentes.

“¿Que querés ser cuando seas grande?”. Si algunos, mi querido lector, habremos convivido con esa pregunta hasta el cansancio, ¿verdad? Creo que, ante esa pregunta, tenemos tres tipos de respuestas. Aquellos que necesitan ayuda de los famosos “orientadores vocacionales” para determinarlo, aquellos que creen encontrar su pasión y el tiempo les abre una puerta que no tenían prevista (el deportista estadounidense Bo Jackson es un gran caso. Es el único deportista en participar del Juego de Estrellas de sus dos deportes: el béisbol y el fútbol americano), y aquellos que están seguro de lo que quieren desde la cuna (¿qué sería de la vida de Diego Armando Maradona, si no decía, en un potrero, que su sueño era “jugar un mundial”?). Hoy en día, considero que este último grupo es una “especie en extinción”. Todos aquellos que salgan de acá, deben transitar un camino duro. Ahora bien, ese trayecto, si se pasa, tiene el éxito garantizado. No hay nada más poderoso que la buena voluntad en búsqueda de un objetivo concreto.

Dentro de este último grupo, se encuentra la protagonista de la fecha. No va a encontrar complicaciones a la hora de leer la atrapante (y déjeme decirles que emocionante también) historia de la oriunda de Otamendi, pueblito cercano a “La Feliz” (como se la conoce a ciudad de Mar del Plata). El 28 de abril de 1995 nace esta gran representante de nuestro país, con una vocación deportiva digna de admirar. Sabe lo que tiene que enfrentar. No le importa correr riesgos. Las “tormentas” no la abruman porque sabe conducirlas. Una persona clara, sin vueltas, y con una pureza y sencillez intachable.

Los invito a que “cierren los ojos” y tratemos de entrar en el cuerpo de esta talentosa golfista. A que revivamos su viaje Salta para disputar su primer torneo nacional, sus sacrificios personales, su inmenso triunfo el equipo femenino argentino de “Copa Andes” (punto de inflexión en su carrera), otros logros nacionales e internacionales, la complicada decisión de ir a Estados Unidos y los esfuerzos de adaptación allí, el particular salto al profesionalismo (y las adversidades con las que convive), y su histórica participación en el US Women’s Open, entre otras cosas. Es hora de ver las páginas de esta novela.

– Delfina, quiero empezar por esta pregunta de rigor. Actualmente, estamos con una pandemia de público conocimiento. Allá en Estados Unidos, vemos, en el día a día, que la situación es complicada. ¿Cómo manejás actualmente tu rutina, sabiendo la incertidumbre que hay en cuanto a la reanudación de torneos? 

– Se complica porque, supuestamente, el circuito reanuda a mediados de junio. Eso es, casi, 2 meses y medio. Un montón. Es como si fuese una pretemporada. Pero una pretemporada en la que no podes practicar. Si bien acá estoy en una cancha que está abierta, no quiero correr el riesgo de contagiarme. Entonces, practico menos. Quizás voy al driving tres veces por semana y hago los ejercicios de físico desde la casa donde me estoy quedando. Pero es una incertidumbre horrible. Yo voy a esperar un mes más para volver a casa, por el hecho de que acá puedo practicar un poco más que en Argentina. Trato de mantener una rutina distinta y de hacer lo mejor posible. Seguir comiendo bien, entrenando un poco y dedicándome también a la parte física.

Ahora bien, en mi opinión, no vamos a tener temporada este año por el hecho de que el circuito tiene muchas jugadoras extranjeras, que están en sus casas, y no creo que se vayan a abrir tan fácilmente los vuelos hacia Estados Unidos. Además, el virus va a seguir dando vueltas hasta que se encuentre algo para pararlo. Entonces, no creo que el LPGA nos arriesgue al virus. La verdad es una lástima, pero yo creo que va a ser así lamentablemente.

– Para llegar a Estados Unidos, tuviste un comienzo de muchísimo sacrificio. Peleaste mucho para justamente llegar a donde llegaste. A tal punto que, ¿estabas dispuesta a tomarte un micro a Salta a tus 11 años, con la AAG, para disputar tu primer torneo nacional, porque a tus papás se les complicaba económicamente pagarte el viaje? Me gustaría que me desarrolles un poco ese momento del comienzo de tu carrera y la influencia y la ayuda de tus padres (desde esos momentos hasta el día de la fecha).

– Me acuerdo que el 28 de abril de 2006 (el día de mi cumpleaños) me llaman de la AAG y me dicen: “no entrás al torneo de Concordia porque no te da el handicap”. Justo estaba en 18, en el límite. Y bueno, al siguiente torneo entré, que era en Salta. Mis padres me dijeron: “mira que no te podemos llevar” y les contesto: “no importa, me voy en colectivo”. 11 años tenía.

Y así creo que es un poco mi forma de ser porque, cuando me hice profesional, mis padres, obviamente, no pueden pagarme toda la carrera. Por lo tanto, en 2018, al no tener ningún status (ni siquiera en el Symetra Tour. Solamente podía jugar “mini tours”), me fui a trabajar 2 meses para poder pagar la clasificación porque, si me quedaba en Argentina (desde mi pueblo), iba a ser todo más difícil. Entonces, manejé desde Miami hasta Nueva York sola para poder trabajar esos 2 meses y poder pagar los gastos de ese año que, básicamente, me alcanzó para cubrirme la primera etapa y algo de la segunda. No fue mucho.

Siempre tuve las ganas de cumplir mis objetivos sea como sea. Y mis padres me ayudaron siempre. Mi papá llevándome a practicar y mi mamá estando siempre al lado mío. Siguen estando los dos y yo les agradezco muchísimo. Sé que ahora ellos me pueden ayudar con muy poquito, pero es muy importante tenerlos. Además, todo lo que hicieron por mí, a lo largo de mi carrera, fue importante también. Sino, hoy no podría estar acá. Son muy importantes para mí.

– ¿Sentiste que sacrificaste mucho en tu juventud por el golf y te retractás de alguna situación o volverías a hacer lo que hiciste? ¿Qué te llevó a elegir esta pasión sobre el resto de las actividades que realizabas? (Te lo pregunto porque tengo entendido que te gusta mucho el fútbol también, ¿verdad?) 

– Sacrifiqué un montón, pero no me arrepiento absolutamente de nada. Hoy en día, no me arrepiento de nada. Sacrifiqué amistades, cumpleaños (creo que nunca fui a un cumpleaños de 15), no fui a los bailes ni al viaje de egresados… Pero, la vida del deportista es así. Para poder cumplir objetivos, hay que sacrificar muchas cosas. Y hay chicas y chicos que pueden hacer eso y otros que no. Es depende del deseo que tenga uno de cumplir las cosas. Si vos me preguntabas a mí cuando tenía 12 años que quería ser, seguramente te decía: “profesional de golf”. Por eso, no me arrepiento de las cosas que dejé de lado.

¿Por qué elegí el golf? No lo sé. Porque aparte en Otamendi, donde vivo, no hay canchas de golf y tenía que viajar. Me gusta mucho el fútbol, pero no había clases en el pueblo. Me gustaba el tenis, fui a dos clases y no fui más. Hacía natación y dejé… Y me quedé con el golf. No lo sé. Eso sí, siempre fui muy competitiva. Pero, no sé porqué exactamente el golf. Porque, aparte, en mi familia, sólo jugaba mi papá. Pero empezó de grande. Así que, no es que tenía como “un historial de golf” en la familia. Cosas de la vida creo yo. Creo que por eso sigo insistiendo.

– Tu carrera amateur fue notable (Entre otras cosas que repasaremos, fuiste n°1 de Argentina durante 2 años. Con esto digo mucho). Ya con 16 años, integraste el equipo femenino de nuestro país que triunfó en Caracas en la “Copa Andes” (el certamen juvenil más importante a nivel sudamericano amateur). En ese equipo, tuviste como compañera a quien fue tu capitana años más tarde: María Olivero. Contame las primeras sensaciones que se te vienen a la mente de ese 2012, teniendo en cuenta tu juventud. ¿Eras consciente de lo que significaba el representar a tu país? 

– Creo que ganar, representando a Argentina, es una de las mejores cosas que me pasó en la vida (deportivamente hablando). Poder cantar el himno y recibir el premio es espectacular. Desde chica, mi objetivo siempre fue representar a Argentina. Siempre. Cuando había una competencia decía: “tengo que jugar bien para poder representar a Argentina en tal evento”. Y siempre fue así.

Por suerte, pude representar a Argentina muchas veces. Ganamos la “Copa Andes” y, aún en los sudamericanos que perdimos, te quedas con la sensación de que diste absolutamente todo por tu país. Y duele un montón perder un campeonato representando a Argentina. Pero, a la larga, son experiencias.

Ahora que la mencionaste a María Olivero, la admiro un montón. Ella fue la que me insistió, en el Mundial de Turquía, de ir a la universidad. Yo no quería ir, pero ella fue la que me insistió. Me decía “Todavía tenés que crecer, tenés que aprender inglés…” (y un montón de cosas más). La admiro porque es una gran persona. Sé que me quería ayudar. Tomé la decisión de irme a la universidad y, siempre que hablo con ella, le agradezco (y voy a estar totalmente agradecida toda la vida) por esa decisión que me hizo tomar. Es una genia María.

En esta foto, vemos a Delfina Acosta con el trofeo de campeona de la “Copa de Oro” de Mar del Plata del 2017. Este fue su tercer título del evento (repitió lo hecho en 2012 y 2013).

– Comandante Nicanor Otamendi (a 38 km de Miramar) es tu lugar de origen pero, Mar del Plata, es tu lugar en el mundo del golf. Bicampeona de la “Copa de Oro” (en 2012 y 2013), repitiendo el triunfo en el evento en 2017. ¿Se puede decir que estos triunfos son los logros más especiales de tu carrera por la tradición del evento y la “localía”? 

– Sí, es muy especial ganar la “Copa de Oro” y ganar de local porque está toda la gente que te vio desde chiquita. O sea, toda la gente que me vio desde los 8 años, momento en que agarré mi primer palo de golf. Yo, en realidad, empecé a jugar en Miramar. Tomé 2 clases y me llevaban a la escuelita. Pero, básicamente, pasé toda mi vida en el “Club Acantilados”.

Ahora bien, uno pasa todo el año pensando en los entrenamientos, en comer bien, en organizar los torneos, en concentrarse para jugar y desconectarse después de jugar. Entonces, cuando termina todo esto, poder ganar, que esté la gente, y que, después de muchos años, pueda volver al club y te saluden con alegría, diciéndote “Que bueno verte Delfi”, y te reciban así, es muy bueno para un deportista.

– Como me habías contado anteriormente, te costó mucho el viaje a estudiar en Estados Unidos, a pesar de que muchas universidades se pelearon por vos. ¿Cómo fue la adaptación allá y que le recomendarías a alguien que se encuentra en la misma situación en la que estuviste vos en ese entonces?

– Me costó muchísimo el viaje a Estados Unidos por lo que te conté anteriormente. Las conversaciones con María Olivero me ayudaron muchísimo a tomar esa decisión. Pero me fui sabiendo muy poquito de inglés. Era muy vergonzosa. Por lo tanto, me costó mucho adaptarme. No fue fácil. Así y todo, el primer semestre tenía materias muy fáciles pero, de todas formas, es difícil. Otro país, otra cultura, otra gente, otra rutina. Todo distinto.

Mi recomendación a las chicas que se quieren ir a la universidad es que, obviamente, no lo duden. Que vayan, que aprendan inglés (y, si no saben inglés, tengan en cuenta que lo aprenden en el día a día. Va a costar un montón, pero se termina aprendiendo), y que si tienen alguna pregunta, que no duden en escribirme. Yo les puedo contar mi experiencia y lo que veo de las universidades porque lo viví 4 años y se cómo es el ambiente. Fue durísimo para mí pero vale la pena.

El equipo argentino de golf, en los Juegos Panamericanos de Toronto 2015, levantando la medalla de bronce obtenida en la categoría mixta. De izquierda a derecha: Alejandro Tosti, Tomás Cocha, Manuela Carbajo Re y Delfina Acosta.

– Juegos Panamericanos de Toronto en 2015 y tuviste una destacada participación, obteniendo la medalla de bronce en la categoría mixta, en un equipo con muchísimo talento. Tus compañeros fueron: Manuela Carbajo Ré, Tomás Cocha y Alejandro Tosti , 3 talentosos golfistas con muy buen presente y mucho futuro como vos. Miguel Ángel “Tati” Carballo me describió este momento (él disputo el certamen en 2019, en Lima) como una “experiencia única”. ¿Coincidís? De ser así, ¿por qué?

– Los Panamericanos son distintos. Es un mundo totalmente diferente para nosotros, que estamos acostumbrados a otra cosa. Quizás, una persona que corre o uno que hace natación, está acostumbrado a eso porque sus competencias se basan en los panamericanos y en las olimpiadas (y quizás, seguramente tengan otras competencias) y trabajan sólo para llegar a ellas. Lo nuestro es distinto. Entonces, es una experiencia muy linda.

– 2018, terminaste tu etapa universitaria y decidiste pegar el salto al profesionalismo. ¿Costó mucho la decisión? ¿Qué tan importante es Diego Ortíz para tu carrera? 

– Te agrego que había jugado la primera etapa, en 2017 (no la pasé, por pocos golpes). Ahí tengo una historia para contar.

En ese 2017, me gradué de la universidad en mayo. Volví a Argentina entre junio y julio. Supuestamente, dos personas me iban a ayudar con la carrera profesional y, unos días antes de ir a la clasificación, una de esas dos personas (que iba a ir conmigo a acompañarme) me dice que no va. La cuestión es que yo saqué el pasaje Miami-Los Ángeles, para llegar con tiempo a las 12:00 PM y estar un poco más tranquila, porque nunca había manejado en otro estado con otro auto. Encima, otra dificultad era el tráfico que hay en Los Ángeles.

Voy al aeropuerto entre las 6:30 y las 7:00 AM (el vuelo salía a las 9). Intenta despegar dos veces el avión y no lo hace. Se cancela el vuelo y me pasan a otro a las 5:00 PM, con conexión en Orlando. A todo esto, llego a Los Ángeles a las 11:30 PM. De ahí, hablando con “Airbnb” para ver si había alguien que me podía abrir la puerta del barrio del evento. Me dicen: “bueno, fijate si llega alguien y podes entrar atrás del auto”. Cuestión, que llego ahí entre las 3:30 y las 4:00 AM (tenía 3 horas de viaje desde Los Ángeles hasta el lugar donde se jugaba la clasificación) y no había nadie. Entonces, justo en frente había un hotel. Me quedo ahí pero eran U$S 80 la noche. Eran más gastos para sólo tres horas que podía estar porque me había anotado en la práctica a las 8:00 AM del día siguiente (hacía mucho calor en esa zona del país y en esa época).

Bueno, arranco a disputar la competencia y no jugué mal. El último día venía jugando en la cancha donde juegan uno de los majors (el ANA Inspiration) y estaba en par de cancha. Llego al hoyo 11, pego un golpe por arriba de un árbol, la pelota se me queda colgada, desaparece y yo termino haciendo un triple bogey. Del 12 al 18 tiro 4 veces para birdie y me “boquearon” 3 (la pelota tocó el hoyo y salió). Y me quedé afuera. Sin nada y sin status en el Symetra.

Me vuelvo a casa sin saber que había un huracán que llegaba en una semana a Miami. Le dejo el auto a una amiga y después, mi amiga se va (por el tema del huracán) y el auto queda en un estacionamiento en Brickell, la zona más cara de Miami. Y yo en Argentina por un mes, esperando que pase el huracán. Mientras tanto, el auto en este estacionamiento. Saqué la cuenta que su estadía me salía entre U$S 500 y 600, y no tenía la plata. Lo terminé arreglando por U$S 120, por suerte.

A todo esto, sola. Sin apoyo económico. Y volví porque digo: “puedo encontrar algo o alguien que me ayude”. No encontré nada y me tuve que volver a la Argentina. Por eso decidí, al año siguiente, trabajar esos 2 meses que te conté al principio de la entrevista. Ahora, desde que me hice profesional, fue todo viento en contra, todo en subida. Pero acá seguimos luchando.

Lo más gracioso de todo esto (la parte positiva) es que, cuando trabajé esos 2 meses de 2018, conocí a la mujer que inventó “el salto” de la laguna del hoyo 18 (donde jugué la clasificación), Amy Alcott (histórica ex jugadora de la LPGA, integrante del World Golf Hall of Fame). Me invitó a cenar cuando fui para Los Ángeles y (oh casualidad), en 2018, le alquilé su casa en la cancha donde se había jugado la clasificación. La casa justo daba al hoyo donde había hecho triple bogey el año anterior y, la ventana de su habitación, daba al árbol donde se me había quedado colgada la pelota. Jugué de vuelta la clasificación y, esta vez, la pasé.

Volviendo a la pregunta, no fue difícil la decisión porque siempre quise ser profesional de golf. Siempre tuve el sueño de jugar en el LPGA y sabía que tenía (y tengo) el nivel para llegar hasta ahí. Después, se complicó (y se hace más difícil) por un montón de cosas. Pero no me arrepiento y no fue difícil tomar la decisión para nada porque siempre lo quise de esa forma. Estaba esperando terminar la universidad para hacerme profesional de una vez.

En cuanto a Diego, es muy importante. No sólo porque lo conozco hace un montón de tiempo. Es mi profesor, es mi coach y es un amigo para mí. Lo quiero un montón. Y es lo que le hace bien a mi juego porque me hace las cosas muy simples. Él tiene mucho trabajo y se le complica ayudarme cuando estoy en Estados Unidos. Pero, me gusta su trabajo porque me facilita el swing y sabe mis errores. Sabe en lo que tenemos que trabajar para mejorar. Y eso es muy importante porque no soy una jugadora que se meta mucho en la teoría, en querer mejorar esto “por tal cosa”… Tengo un swing armado y no va a hacer una estupidez para cambiarlo. Es muy importante porque me hace las cosas muy fáciles.

Delfina Acosta, con la invitación obtenida por su clasificación exitosa al Us Women’s Open 2019 en Country Club of Charleston (South Carolina).

– El año pasado empezaste a disputar el Symetra Tour (circuito que es la antesala del LPGA) y, a mitad de temporada, te encontraste con el logro más importante de tu carrera: la clasificación al US Women’s Open 2019. ¿Es cierto que te convencieron de jugar la clasificación? Contanos un poco esa previa. ¿Qué se siente, a pesar de no haber pasado el corte, de ser parte de un grupo selecto que ha disputado este certamen, conformado por la gran Silvia Bertolaccini (ícono de latinoamérica en el golf femenino. Ganadora 4 veces del LPGA Tour. Llego a un memorable séptimo puesto en la edición de 1976. Además, transmitió hasta el año pasado los eventos golfísticos por la cadena de Espn), Dolores Nava (en 1994 disputó este certamen) y la gran Victoria Tanco (participó como amateur, debido a su gran carrera en ese nivel, desde 2008 hasta 2011)? ¿Pudiste contactarte con ellas antes o después del torneo? En cuanto a la competencia en sí misma, ¿se nota la diferencia de preparación de canchas de la USGA con el resto de los eventos regulares? 

– En marzo del año pasado nos teníamos que anotar para la clasificación del US Open. Había pocos lugares en disputa en esa cancha donde jugamos y una amiga me dice “Dale, jugala” y le respondo “No, no tengo ganas. No quiero jugar 36 hoyos”. No me sentía cómoda con el swing. Sin embargo, mi amiga me insistía y me decía “Dale, que si clasificas, vas al US Open. Nunca sabes lo que puede pasar”. Al final me convenció y fuimos. De hecho, el día que jugué la clasificación, creo que hice par de cancha la segunda vuelta y salí enojada porque digo “no es suficiente”. Y después me encontré con que si lo era y clasifiqué para el US Open (risas).

Fue increíble y la verdad que, como fue algo que vino de repente, me lo tomé súper tranquila. La experiencia fue espectacular y obviamente me gustaría volver. Más allá de no haber pasado el corte por un montón de cosas. Yo no estaba bien, no tenía (y no tengo) sponsors, todo el año pasado fue a pulmón y tratando de conseguir la plata. Fallé muchísimos cortes por 2 o 3 golpes (que no es nada) y se me complicó un montón. De hecho, cuando llegué al Us Open, llegué con poco dinero. Obviamente eso, por más que uno lo enfrente y le ponga actitud, indirectamente te afecta. Y así fue todo el año. No me arrepiento porque yo no podía cambiar la situación. Pero me hubiera encantado llegar de otra forma porque sé que puedo competir ahí.

La USGA presenta las canchas como si fueran de otro planeta, porque son muy difíciles. Me anoté para jugar con Morgan Pressel (Ganó el ANA Inspiration del 2007 y terminó segunda en este evento en 2005) y, creas o no, te comparás un poco y decís “no estoy tan lejos”. A la vez, tengo un camino más duro y, quizás, me va a costar un poquito más llegar hasta ahí. Ahora bien, sin duda, el US Open fue una experiencia increíble. De no querer jugar la clasificación, a pasarla y estar ahí (risas). Una locura. Pero bueno, después, entra todo lo otro en juego, que es lo que me está tocando vivir hoy en día. Igualmente, no me puedo arrepentir de nada y fue espectacular.

Ah, y sabía de las argentinas que habían jugado el US Open. Pero no tuve comunicación con ellas.

– La temporada pasada fue el surgimiento del Augusta Women’s Amateur. Este año, tenemos el placer de tener a Agustina Zeballos como representante nuestra. Seguramente, me imagino lo que te hubiera gustado disputar este torneo. Quisiera saber tu opinión al respecto sobre el surgimiento de este certamen, su repercusión para el golf femenino y algunas palabras de apoyo que le quieras brindar a Agustina o preguntarte qué harías si te tocara estar en su lugar. 

– El torneo es muy importante para el desarrollo del golf a nivel mundial. Obviamente me hubiera encantado jugarlo. Pero bueno, ahora ya estoy en otra etapa. Seguramente, en algún momento, las profesionales, vamos a poder jugar en Augusta. Así que, no hay problema.

En cuanto a Agustina, decirle que entrene (seguramente lo está haciendo) que sea paciente porque, con esto del virus, no sabemos cuándo va a retomar el golf (posteriormente a esta entrevista, se confirmó que el evento se postergó para 2021, manteniéndose la invitación para Agustina siempre y cuando, siga con su condición de amateur) y, que cuando esté ahí, lo disfrute. Que haga las cosas bien, con sus rutinas, tranquila, disfrutándolo y sin ponerse presión, que es cuando mejor uno juega. Ahora, si llega el momento de tener la presión de definir el torneo, que también la disfrute porque es “otro tipo de presión”. En fin, cuando esté ahí, que lo disfrute.

– Tanto en la rama femenina como en la masculina, ¿Quiénes son tus referentes a seguir (si es que los tenes) y que te gustaría copiar de ellos? ¿Ves videos de ellos o la admiración pasa por sus logros y lo que está “más allá de lo estrictamente técnico”? 

– Honestamente, creo que no te puedo decir un jugador y una jugadora. Veo muy poquito el golf. Pero, lo que trato de observar es cómo entrenan, las rutinas y todo lo que hacen para mejorar. No me puedo comparar (además, la comparación no es buena). Por eso mismo, trato de sacar lo mejor de cada uno. También me fijo la parte física y cómo se manejan con el público. Trato de ver esas cositas para yo poder crecer personalmente y golfísticamente.

– Para terminar, como hago con todos mis invitados, me gustaría que nos des un consejo para quien se inicia en esto por amor al deporte o para quien da sus primeros pasos como profesional. 

– Para el que recién empieza con el golf, que sea muy paciente porque es muy difícil pero, una vez que uno empieza a jugar, no puede parar. Es como que te atrapa. Tiene que ser muy pacientes y, a la vez, entrenar. No como un profesional, no como un amateur de bajo handicap. Pero, a la medida que puedan, para ir mejorando de a poquito (no tienen que tener tan rápidamente la precisión que tenemos nosotros), poder disfrutar más y que no “te vuelva tan loco” este deporte.

Para el que quiera hacerse profesional, que vaya haciendo las cosas con anticipación. Que “no se tiren de una a la pileta”. Que modifiquen rutinas de entrenamiento, ser consistente con ellos (tanto con los entrenamientos técnicos como con los físicos). También es muy importante la parte mental, la alimentación y hay que cubrir todas las áreas para estar preparado para el mundo profesional. No es todo así al “tun tun” porque terminas dando ventajas. Las cosas tardan en llegar pero, si uno trabaja e intenta y espera (y sigue intentando y sigue trabajando), las cosas van a llegar.

Miguel Ángel Russo, el técnico del club de sus amores, Boca Juniors, explica las acciones que realiza en su trabajo en el fútbol con la siguiente muletilla: “Son decisiones, son momentos”. Creo que esta frase se puede aplicar en la mecánica de un deportista, como lo es el caso de Delfina. No se cansó de entender sus momentos y, a raíz de eso, tomar las mejores decisiones posibles. Tiene en claro que debe dar muchos pasos más que el resto para llegar a la cima. No le importa, está dispuesto a todo y mucho más. Y está perfecto que sea así porque ¿quién de nosotros no deja todo por perseguir sus sueños? Ella lo está haciendo y persigue el suyo. Persigue UN SUEÑO AMERICANO.

Matías Miguel Torge

Handicap 54

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