La mayor referente, en la historia del golf femenino argentino, brinda su testimonio, en Handicap 54, mediante una charla profunda. La etapa como golfista. Su carrera en ESPN. La actualidad de nuestra pasión, desde su mirada transparente, entre otros temas abordados.
No hay persona que no haya conocido Nueva York, por su canción. Frank Sinatra fue, definitivamente, el icono del jazz. Dejó una huella tan grande en la música que, habiendo pasado tantas generaciones, sus obras siguen en pie. Por algo le decían «la voz». El contexto, generado por el ritmo musical, lo entendía a la perfección. Le daba una admirable seguridad, a tal punto que se movía como «pez en el agua». Ese «colchón de base», le permitía relucir un timbre elegante, sabiendo respirar la melodía y sabiendo decir lo que quería decir. No necesitaba grandes cosas. El concepto de «menos es más», fue adoptado en él, como un himno. Tenía claro lo que quería hacer y no hubo mucha improvisación de por medio. A tal punto logró esto, que no paró de llegar a los corazones de la gente. Si bien, su vida privada no fue la mejor (y no viene al caso), vivió en búsqueda de su pasión y, en su virtud artística, demostró una sobriedad y fineza, dignas de una leyenda musical.
¿Y qué tiene que ver esto con el golf? Que la magia en esto, generalmente, está en entender el «sonido ambiente», tanto dentro como fuera de la cancha. Muchas veces, tenemos esa rareza de querer complicar las cosas, tanto a la hora de elegir un palo, como al comunicar lo atrapante de esta pasión. Perdemos sencillez y frescura. Dejamos de lado la parte mental. Dejamos de lado las historias. Queremos inventar «momentos espectaculares» o, mejor dicho, lo que llamaría «hazañas de 200 clicks». Y perdemos de vista que, la mayor atracción del golf es la invitación a la autosuperación. No hay nada más lindo y atrapante que, alguien o algo, encienda ese «fuego interno» y te «obligue» (en el sentido metafórico de la palabra), o te genere, la necesidad de crecer y saber entenderse, a uno mismo y al resto. Hoy, van a escuchar a alguien que, no solamente logró eso, en mi infancia (e hizo que yo quisiera tanto esta actividad). Esta mujer abrió las puertas de muchos de nosotros, con su trayectoria (dentro y fuera de la cancha) y una simpleza asombrosa. Y nos vuelve a abrir las puertas. Una vez más.
La admirable Silvia Bertolaccini, nació el 30 de enero de 1950. La cálida ciudad santafesina de Rafaela, iba a ser la cuna de una persona que, de a poquito, empezaba a gestar la determinación de los grandes. Acompañada de sus padres y rodeada de profesionales de la categoría de, los históricos, Leopoldo «Cacho» Ruiz y Fidel de Luca, (entre otros), Silvia empezaba a notar que podía. La convicción era la idea principal de esta «canción» de la búsqueda del éxito.
Justamente, ese camino lo relataremos a la perfección. No dejaremos ninguna cuestión de lado. Luego de los inicios comentados, entrará en juego la importancia de Colombia, en esta historia. Obviamente, no dejaremos de paso sus victorias resonantes en el LPGA, luego de un meritorio esfuerzo y una dura adaptación. Toda esta previa, nos hará entender sus actuaciones en majors (marcando páginas en la historia del golf argentino) y su admirable regularidad en el circuito mayor, abriendo el camino para el resto de nuestras golfistas. Si bien, el final de esta etapa, no fue de los más deseados por un golfista, «el otro lado del mostrador», de este deporte, la esperaba. Allí veremos el detrás de escena de ¡26 temporadas! de una clase y una determinación, para comunicar (con un equipo de calidad) esta pasión, en ESPN.
Obvio que no dejaremos pasar su capacidad analítica y su actualidad. ¿Cómo ve la actualidad del golf femenino? (de nuestro país y la región) ¿Hay posibilidad de ver alguna «sucesora» suya? ¿Qué opina sobre la carrera de Victoria Tanco? (entrevistada por nosotros recientemente) ¿Se podrían unir, alguna vez, el golf femenino y el masculino? ¿Major 18 de Tiger o Phil con su primer US Open? ¿No hay posibilidad para una «última función», en ESPN?
Muchas preguntas. Es hora de prender los micrófonos.
– Silvia, “respiraste” golf, desde el momento en que naciste, en tu Rafaela natal (tu lugar en el mundo). Tus padres, en ese entonces, ya tenían handicap y, en el “Jockey Club” de la ciudad, siempre había conversaciones relacionadas a este hermoso deporte. Me gustaría que nos recuerdes un poco de esos días. Ahora bien, antes había una frase típica, que te decían cuando uno quería adquirir conocimiento de una cuestión en particular. Se decía mucho el “mirá y aprendé”, ¿Se puede decir que, esta frase, fue una especie de “lema” en tu carrera?
– Empecé a jugar en el «Jockey Club» de Rafaela. Una cancha de 9 hoyos, nada más (así que, con pocos socios). Mis padres jugaban y, por supuesto, toda la gente que jugaba al golf eran como tus padres. Uno aprendía, de todos, un poquito.
«Mirá y aprendé», seguramente, fue una frase que se usó mucho. A pesar de ser un club pequeño, tuvimos la suerte de haber tenido muy buenos jugadores. Entonces, salíamos a jugar a Córdoba, a Rosario, a Mar del Plata, y nos fuimos haciendo amigos de los profesionales de esa época. No era inusual, del grupo de Rafaela que iba a jugar a Córdoba (por ejemplo), de invitar a Leopoldo Ruiz (exitoso golfista argentino, nacido en Buenos Aires. 27 victorias en Argentina, 3 triunfos fuera del país, y un quinto lugar en The Open Championship 1958, ganado por el australiano Peter Thompson y disputado en el Royal Lytham & St Annes, entre otros logros), a Juan Das Neves (ganador del «Abierto del Centro» cordobés de 1957), y a Fidel de Luca (otra leyenda nacional. 43 victorias nacionales, 1 triunfo en el European Tour y un T-16 en The Open 1960, disputado en St Andrews, son algunas conquistas en su trayectoria), entre otros, a ir a cenar afuera. Era chica. Habré tenido entre 10 y 12 años. Sin embargo, tuve la suerte de salir a cenar con estas grandes figuras, a las cuales seguía siempre en la cancha. «Cacho» (así era como le decían a Leopoldo) Ruiz era mi favorito.
Podría decir que «mirá y aprendé» era mucho de lo que se hacía, porque no era tan técnico el golf, en ese momento. Todos aprendíamos con la revista de Golf Digest, que llegaba a Rafaela. Así que, sí, puedo decir que fue una frase que escuché mucho en mi juventud.
– Rápidamente, tu carrera de aficionada fue muy destacada. Entre otros logros, podemos tomar como ejemplo, el momento en el que tenías 12 años, habiendo triunfado en tu categoría del “Abierto del Centro”. Ahora bien, cinco años después, la federación vio este buen desempeño, logrando que tengas tu debut en la “Copa Andes” 1967 (disputada en el “Quito Tenis y Golf Club”). Justamente, en este certamen tradicional de Sudamérica, le diste 4 victorias al equipo argentino: la edición de 1967 nombrada, 1970 («Caracas Country Club»), 1971 (Club de Golf Los Leones) y 1973 («Club Campestre El Rodeo» de Medellín). ¿La importancia de este evento, y el hecho del “empezarte a acostumbrar” a representar a nuestro país, fueron un punto de inflexión para tu carrera? ¿Qué enseñanzas te han dejado esos momentos vividos?
– Sin ninguna duda que, cuando empecé a representar a la Argentina, en las distintas competencias de la «Copa Andes», fue creciendo mi interés por competir a un mayor nivel. En ese momento, como aficionada, después era poder representar a nuestro país, en la Copa del Mundo (World Team Amateur Championship). Y este evento, un poco, fue lo que abrió mis ojos de que, quizás, podría (algún día) ir a jugar a Estados Unidos. Esto lo digo porque, allí, nos hicimos amigas de, por ejemplo, chicas de Sudáfrica. Una de ellas fue Sally Little, que terminó jugando el tour profesional (ganadora de 2 majors: el Women’s PGA Championship 1980 y el Du Maurier Classic de 1988). Pudimos hacer conexiones. A su vez, recuerdo que, con Betty Roselló y Maria Julia Caserta (las hemos nombrado en entrevistas anteriores. Leyendas del golf femenino argentino), pensábamos si podríamos ir a jugar a Estados Unidos. Quizás, este evento fue la «semillita» que nos hizo empezar a pensar que «podría ser», el jugar a un nivel más competitivo. Pero, sin ninguna duda, la «Copa Andes» fue el comienzo de todo esto.
En esa época, representando a la Argentina, con Amanda Felizia, en un torneo de dos personas (no era la «Copa Andes»), disputado en la cancha de Medellín que mencionaste («Club Campestre El Rodeo»), se me arrimó un señor de Colombia y me propuso si no quería ir, a Estados Unidos, a jugar la clasificación y ver si podía competir en el tour femenino. Yo me quedé a jugar el Abierto de Colombia, ganándolo (1974). Anteriormente, había ganado el Abierto de Argentina (1972)… Ya estaba con ganas de probar suerte. Le dije que sí, que tendría interés. Él me respondió: «Bueno, quedate, por ahora, en Colombia».
A los 2 meses, estaba la clasificación, para ingresar al LPGA, en Kendall Lakes, Florida. La disputé y no clasifiqué. Entonces, yo pensé: «Se terminó todo. Fui, probé y me di el gusto». Sin embargo, el señor colombiano que me había contactado, me sugirió lo siguiente: «¿Por qué no te quedás aquí y, dentro de tres meses (en esa época, cada ese período se jugaba la escuela clasificatoria), probás suerte otra vez? Y así hice. Fui por segunda vez y clasifiqué en segundo lugar. Entonces, de ahí en más, ya me quedé. Eso fue 1975. Yo tenía 25 años, en ese momento.
– Justamente, mis próximas preguntas buscan entrar, en detalle, sobre algunos temas que nos fuiste contando. En primer lugar, como me mencionaste, representaste a nuestro país en el World Team Amateur Championship (para quienes no saben, los equipos femeninos disputan la Copa Espirito Santo. A su vez, los equipos masculinos disputan el Eisenhower Trophy) en 1970 (Madrid) y 1972 (Hindú Country Club, en nuestro país). En esta prestigiosa competencia mundial, junto a María Julia Caserta y Beatriz Roselló, terminaron en 5to y 8vo lugar, respectivamente, en las ediciones que disputaron. Actualmente, esas destacadas actuaciones, que tuvieron, no se han superado. ¿Qué hace falta a la hora de disputar un evento de estas características? ¿Te sorprende que, esas grandes performances, no se hayan superado todavía? De ser así, ¿por qué?
– La verdad que me sorprende que esas actuaciones no hayan sido superadas. Lo digo porque, creo que, la Argentina ha tenido muy buenas jugadoras, en los últimos años. Pero, la verdad, no sé por qué es. Sé que, muchas de las chicas nuevas, han trabajado en la Escuela de Alto Rendimiento (de la Asociación Argentina de Golf). Así que tienen suma atención para mejorar el juego y todo lo demás. Sin embargo, no estoy al tanto de, exactamente, por qué ha sido difícil superar esos resultados. Yo estuve cuando se jugó en Buenos Aires (se refiere a la edición 2010, disputada en el Olivos Golf Club), viendo al equipo de Victoria Tanco y Manuela Carbajo Ré (ese equipo lo completaba, la talentosa cordobesa, Martina Gavier). Parecía un equipo fuerte y, sin embargo, no pudieron superar esa marca.
En cuanto a nosotras, teníamos un muy buen equipo. No sé si por la calidad de nuestro juego, la confianza con la que jugamos… No te podría decir. Pero, nos fue bien en esas dos ocasiones que mencionabas. Además, éramos muy compañeras con el equipo francés. Creo que, en una ocasión, jugó Catherine Lacoste, que ganó el Abierto de Estados Unidos como amateur (1967. Fue la única en la historia en ganar este prestigioso evento, en condición de aficionada). A su vez, ella estuvo en Argentina, haciendo una exhibición con Roberto de Vicenzo.
Ahora bien, como te dije antes, no te podría decir por qué tuvimos esas buenas actuaciones, porque había muy buenas jugadoras. En esa época, el equipo americano era muy fuerte. A su vez, el equipo francés nombrado tenía muy buenas golfistas, Sudáfrica también… No sé. A lo mejor, suerte (risas).

– Voy a otro momento que has contado. Colombia ha sido clave en tu carrera y en tu historia en el mundo del golf (risas). El ingreso, a ESPN, lo has contado hasta el hartazgo y no te quiero aburrir con eso (si, obviamente, trataremos más adelante esa etapa de tu trayectoria). Ahora bien, me has contado el acercamiento de Hernán León Gómez, quien se te acercó y te propuso patrocinio, para jugar en Estados Unidos. Ahora bien, ¿cómo fue tomar esa decisión, sabiendo que no había, en esos días, los mismos recursos de información que hay ahora? ¿Qué tan dura fue la adaptación allá y que le aconsejarías a alguien que, hoy en día, esté en la misma situación que vos, en ese instante?
– Cuando recibí esa propuesta, llamé a mis padres. Creo que mi papá fue quién me dio el empujón, porque me dijo: «Mirá, si no lo hacés ahora, te vas arrepentir toda la vida. Estás en el momento justo para hacerlo. Así que probá». Y yo ganas tenía. Por supuesto, aparecen los nervios de ir a un país desconocido, con un idioma que yo hablaba muy poco, porque era el inglés que había aprendido en algunas academias. Pero no lo hablaba bien, sin ninguna duda.
Ahora bien, otra cosa que me ayudó fue que, una jugadora colombiana, Gloria Pardo (más conocida como Gloria Mesa de Pardo. Una de las personas más influyentes en el golf de su país), me dijo: «Yo también voy. Vamos las dos a tratar de clasificar». Así que, cuando fui a la clasificación, no me fui sola. Me fui con ella y eso ya, digamos, fue un gran alivio. Pero, por supuesto, era una tremenda aventura.
Cuando clasifiqué, la segunda vez que disputé la escuela, allí fue el reconocimiento de que «esto va a ser duro». Mi sponsor, tenía un socio, en Houston, que estaba en el negocio del petróleo. Y, la hermana de este señor, Charlie Smith, me fue a buscar, al aeropuerto de Miami, y me dijo: «Bueno, te reservé un hotel, cerca de donde vas a jugar el primer torneo». Así que, nos fuimos a un «Howard Johnson», me alquiló un auto y me dijo: «Si tenés algún problema, este es mi número de teléfono y me llamás». Y ahí me dejó, en el hotel, sola. Totalmente sola.
Al día siguiente, encontré la cancha de golf y, de a poco, me fui haciendo amigas (hay que tener en cuenta que el tour era mucho más pequeño. Creo que era un total de 90 jugadoras). Me fueron ayudando, quizás, porque pensaron: «Esta pobre mujer se vino sola. No habla bien el inglés y aquí está. Tratando de jugar al golf» (risas).
Fue toda una experiencia, en donde me fui adaptando de a poquito, tratando de parar en casas de familia, en vez de hoteles, así iba mejorando mi inglés y no sintiéndome tan sola, al parar con gente que vivía cerca del club o eran golfistas del lugar donde se estaba jugando el torneo.
Un consejo para quienes tratan de hacer lo mismo: aquellas jugadoras que puedan ir, y competir un poco en Estados Unidos, tienen que pensar en adaptarse a la vida allá, adaptarse al idioma, hacerse amigas en la universidad (con quienes puedan, después, rondas de práctica)… Todo eso, me parece que es muy bueno. Te menciono un ejemplo de esta idea: cuando Victoria Tanco se hizo profesional, para mí lo hizo muy rápido. Podría haber hecho dos años de universidad, como hizo Lorena Ochoa (y como hacen muchísimas jugadoras y jugadores), para tratar de madurar y, al mismo tiempo, hacerse amigos con quienes, después, puedas jugar esos días de práctica y adaptarte mejor a lo que tenés que enfrentar.
– Justamente, en esa escuela clasificatoria que vos pasaste, hay que tener en cuenta que, entre otras, estaba compitiendo la histórica Amy Alcott: ganadora de 5 majors y actual integrante del «World Golf Hall of Fame». ¿Cómo te trabajaba la cabeza, en ese entonces, teniendo en cuenta la dificultad del momento y la calidad de jugadoras que te rodeaban?
– Es curioso que la menciones a Amy Alcott. Con Amy, jugamos una vuelta de práctica. Y me acuerdo que yo le dije: «Me parece mentira que te hagan clasificar». Era, sin ninguna duda, mucho mejor que yo. Y mucho mejor que muchas de las jugadoras que estaban participando. Sin embargo, la primera vez, creo que le dio mucho trabajo o entró en el último lugar de clasificación. Quizás, la presión de saber de su nivel.
Ahora bien, había muy buenas jugadoras. Yo llegaba, en un buen momento, a tratar de clasificar. Lo digo porque, también, había tenido éxito en Latinoamérica. Así que, llegaba con confianza a esa clasificación. Y, a veces, el no conocer a las jugadoras (y no haber competido con ellas), te hace saber que son todas buenas. Habían chicas, de todo el mundo, que venían a tratar de clasificar. Por lo tanto, seguramente, eran las mejores jugadoras de su país o, por allí cerca de ese número.
La nombrada Sally Little fue otra que clasificó. No en la misma escuela que yo. Creo que ya había entrado el año anterior y había ganado la competencia individual femenina, del World Team Amateur Championship, cuando habíamos jugado en España. Con esto, te digo que, también, había un grupo de jugadoras que yo sí sabía de ellas. Como así tambiéen, te nombré que había otras que no conocía.
En mi segunda escuela clasificatoria, jugué con el temor de no pasar, sabiendo que ésta era mi última oportunidad. Pero, al mismo tiempo, estaba con confianza de que mi juego era suficientemente bueno, como para poder clasificar e intentar competir a ese nivel. Por supuesto que, después, me vino el real aprendizaje. Te cuento que, por ejemplo, cuando ya había clasificado, yo terminaba de jugar mi ronda y salía a la cancha a seguir a las jugadoras de nombre de la época: JoAnne Carner, Jane Blaylock, Carol Mann (estadounidenses ganadoras de 108 torneos del LPGA Tour, entre ellas. A su vez, en cuanto a majors, JoAnne Carner ganó 2 US Women’s Open y Carol Mann triunfó en el viejo Western Open 1964 y el US Women’s Open 1965), entre otras. Todas ellas, ya tenían una trayectoria. Quería verlas jugar, porque eran las mejores jugadoras del mundo y yo no sabía quiénes eran y cómo jugaban. Así que, para mí, era entretenido terminar mi ronda y seguirlas a ellas porque, además, buscaba aprender de todo lo que hacían, de cómo se movían, de qué le decían al caddie, sus gestos… Todas cosas para ir tratando de crecer, en un mundo que era, por supuesto, con jugadoras superiores a mi. A su vez, yo tenía que tratar de igualarlas.

– Al año siguiente, entraste en las páginas del golf argentino, siendo la primera argentina en disputar un major femenino: el “Us Women’s Open” de 1976 en «Rolling Green Golf Club» (Springfield, Pennsylvania). No solamente tuviste el honor de poder disputarlo, sino que lo hiciste de una manera excepcional. Un séptimo puesto en solitario, en un campo típico de la USGA, con “dientes afilados” (Este US Women’s Open fue ganado por la nombrada JoAnne Carner). ¿Recordás como fue el momento en donde aseguraste tu invitación al Abierto Estadounidense? ¿Qué sensaciones se te vienen a la cabeza de esa semana? ¿Después de ese major, te diste cuenta que estabas para más?
– Mirá, ojalá pudiera acordarme de esos detalles, de cómo fue. Me acuerdo de «Rolling Green», pero no me acuerdo de los detalles del score, ni nada de eso.
El Us Women’s Open fue, siempre, mi major favorito. Canchas siempre difíciles y largas. Y, para mí, eran los campos que mejor se prestaban a mi juego, porque siempre me gustó pegar los hierros largos. Y pegaba muy bien. En especial, el hierro 3: algo que se requería muchísimo en este torneo (risas). Así que, mi deseo de jugar el US Women’s Open siempre fue muy grande. No recuerdo exactamente lo de la cancha. Pero, en todas las veces, clasificar para este evento y poder competir en estos lugares, siempre fue un gran orgullo (y honor) en mi carrera.
En cuanto a Joanne Carner, fue una gran amateur, que se hizo profesional tarde. No sé, exactamente, a cuántos años. Pero creo que tenía más de 30 (32 años), cuando dio este paso. Una gran persona, una gran jugadora y un gran ejemplo. Jugué, con ella, muchas rondas de práctica. A raíz de esto, te cuento que, cuando me vine a Estados Unidos, como te mencioné anteriormente, uno de mis sponsors vivía en Houston y pasé con él, y su familia, algunos días, antes de ingresar al tour. Tuve la suerte de ir a «Champions Country Club» (sede del Us Women’s Open de este año), donde él jugaba. Allí, estaba conversando con dos leyendas: Jackie Burke (que ganó el Masters 1956) y Jimmy Demaret (ganador, también, del Masters, en 3 ocasiones), fundadores del club. Me acuerdo que Jackie Burke me dijo: «Silvia, cuando juegues en el tour, siempre tratá de jugar rondas de práctica, con alguien que es mejor que vos y con alguien que está jugando bien. No juegues con tus amigos. Jugá con alguien que está jugando bien, porque siempre vas a aprender algo y siempre van a hacer algún comentario, que te va a servir». Y bueno, JoAnne Carner fue alguien con quien yo traté de jugar muchas rondas porque, además de ser una persona muy divertida, tenía un juego poderoso, que daba gusto. Y era muy libre, con sus consejos, hacia las jugadoras que recién empezaban. Esos son los grandes recuerdos que tengo del US Women’s Open.
– ¿Qué tan importante fue el legendario Jimmy Ballard (profesor, entre otros, de la leyenda española, Severiano Ballesteros, y el talentoso escocés Sandy Lyle) para vos? Tengo entendido que lo conociste en un viejo evento mixto, disputado en Estados Unidos: el “JCPenney Classic”. Actualmente, gracias al European Tour, se están empezando a disputar algunos eventos, de este estilo, con hombres y mujeres en conjunto (Ejemplo: este año, se hubiera inaugurado el «Scandinavian Mixed», una propuesta comandada por, los históricos suecos, Henrik Stenson y Annika Sörenstam). Roger Federer, hace poquito, propuso la unificación de circuitos (femenino y masculino) para el tenis. Me gustaría saber tu opinión acerca de si, esta idea, se podría replicar en el golf.
– El «JCPenney Classic» se jugaba a fin de año y, mi compañero, era Jim Colbert. Jim Colbert trabajaba con Jimmy Ballard. No hacía mucho, había empezado a trabajar con él y le pareció un gran profesor. Y me dijo: «Si tenés ganas de ir a hablar, con alguien de golf, anda a verlo porque es muy interesante la teoría que él tiene». Por supuesto, yo lo llamé por teléfono y me fui a verlo en Pell City, Alabama.
Y allí me fui a verlo y a conocerlo. Era amiga de Jim Colbert, así que me recibió muy bien y empezamos a trabajar juntos. Realmente, fue algo diferente. Fue el primer profesor de golf que empezó a hablar de «Connection»: la conexión del brazo izquierdo al cuerpo y mover éste más que, solamente, los brazos. Su dicho era «el perro mueve la cola y no, la cola, lo mueve al perro». Con esto, quería decir que los brazos «no mueven» al cuerpo. Sino que, el cuerpo, mueve a los brazos.
En todo caso, para mí fue una gran influencia. Creo que aprendí mucho de golf y mucho de lo que hay que hacer, para pegarle bien a la pelota. Como bien decís, tuvo muy buenos alumnos. Hal Sutton (recordado estadounidense. Ganador del Pga Championship 1983 y del Players Championship en 1983 y 2000), Curtis Strange (Otro destacado americano, campeón del US Open, en temporadas consecutivas: 1988-89) y, después, más tarde, con Severiano Ballesteros, cuando Severiano ya estaba en la búsqueda de su nivel, otra vez (que, lamentablemente, nunca pudo recuperarse y darse el gusto de jugar al nivel que jugó, en sus mejores épocas).
Hay comentarios que dicen de volver a ese torneo mixto. Me parece que sería un torneo muy agradable. Participó Tiger, en una ocasión, con Kelli Kuehne (una victoria en el LPGA Tour, producida en 1999). Tom Watson, también, en los primeros años del evento, participó. Todos los grandes nombres estuvieron en ese mix. Y me parece que sería muy bueno para, en fin, mostrar hombres y mujeres jugando juntos. Sabemos que tienen un gran respeto unos por los otros.
Jugar en la misma cancha es difícil. Hace unos años, si te acordás, se intentó hacer en Pinehurst (Us Open 2014) y dio resultado. Primero jugaron los hombres y, después, las mujeres. Pero, no muchos lugares tienen la infraestructura para tener un tour detrás del otro. Y, la verdad que, la preparación de la cancha, es diferente. A los hombres, por ejemplo, le ponen la cancha mucho más dura y firme.
No es sencillo hacer un torneo (o un major) al mismo tiempo. Pero, creo que, el volver al «JCPenney Classic» (por así llamarlo), me parece que sería muy interesante. Sería muy divertido, tener un evento así, para los jugadores y para el público.

– Entre 1977 y 1979, te empezaste a hacer un lugar respetable en el circuito femenino. Tres títulos: el “Colgate Far East Open” de 1977 y 1979, (disputado en Singapur y Filipinas, respectivamente) y el «Civitan Open» 1978, disputado en “Brookheaven Country Club” (Dallas, Texas). Estos grandes éxitos, fueron acompañados de formidables actuaciones en majors: Un T-7 en el «LPGA Championship», ganado por la japonesa “Chako” Higuchi (disputado en el «Bay Tree Gold Plantation Course»), y un notable tercer puesto en el viejo “Du Maurier Classic” 1979 («Richelieu Valley Golf Club», Canadá), ganado por la nombrada Amy Alcott. Has llegado a vencer a nombres de calidad suprema: las estadounidenses Kathy Whitworth (máxima ganadora del LPGA Tour), Pat Bradley, y Donna Caponi (múltiples ganadoras de Majors), entre otras. A su vez, te “codeaste” con jugadoras como Nancy Lopez, JoAnne Carner y la misma Amy Alcott, por citar algunos ejemplos (también, las jugadoras nombradas, son de Estados Unidos). Si bien algo me hablaste de este tema, quiero entrar más en detalle. Para mantener ese alto nivel que tuviste, ¿hay que “perderles el respeto” a este tipo de leyendas? ¿O qué otras cosas se necesitan? Además, ¿cuál, de estas actuaciones, considerás que fue “la más especial”?
– Creo que la primera victoria que tuve («Colgate Far East Open» 1977), fue algo especial en mi carrera porque me pude decir: «Sí, podés ganar a este nivel». Recuerdo haber estado muy nerviosa, pero haberlo logrado. Y eso fue un gran empuje.
Mis grandes actuaciones, en el tour, fueron, como bien decís, sobre todo, al comienzo, porque yo llegué en 1975. Así que, prácticamente, a los dos años, ya ganaba. Gané tres años seguidos, con buenos resultados en el medio, con confianza por mi juego… Todo parecía andar «viento en popa».
Lamentablemente, después de esos tres muy buenos años, mi juego sobre el green empezó a darme trabajo. Y empezó a meterse en mi cabeza. Entonces, pasás de hacer vueltas de par o bajo par, a jugar 2 o 3 golpes más (por vuelta). Esto me impidió estar en esos primeros lugares. A su vez, se fue perdiendo la confianza y así fue como, de a poquito, empecé a pensar que ya no podía ganar (que era algo que tenía en mente).
Creo que, cuando estuve jugando esos años bien, podría decir (y recuerdo haberlo comentado con amigas) que, cada vez que empezaba un torneo, pensaba que podía ganar. Es decir, mi confianza era alta y, si bien, sabía que tenía que jugar muy bien para poder hacerlo (porque la competencia era muy grande y porque estaba jugando con jugadoras que, creo que, eran mejores que yo. Habían ganado mucho más y torneos más importantes), pensaba que, si competía bien, les podía ganar. Eso lo tuve, y lo viví, durante, por lo menos, cinco y seis años de mi carrera.
Y después, como te digo, comenzaron los problemas sobre el green. Hasta que, finalmente, fui a ver a un psicólogo de deportes. Esto me ayudó a ganar, después, en 1984. Por eso, pasó tanto tiempo hasta mi próxima victoria. Pero, fue algo que no pude mantener. Después de 1984, vino un período donde, estar en la cancha de golf, empezó a ser un peso. No un deseo de estar allí, y competir, sino que era «tener que hacerlo». De a poquito, empecé a pensar en hacer alguna otra cosa. Por eso, a los 40 años, llegó el momento y dije: «es tiempo de hacer otra actividad». Y bueno, después viene la segunda etapa de mi carrera (risas).

– Como me estuviste contando, pasaron los años, conseguiste otro Top 15 en un major (T-13 en el actual «ANA Inspiration» de 1983, ganado por Amy Alcott) y tu última victoria en el tour: el «Mazda Classic of Deer Creek» 1984 (disputado en «Wycliffe Golf & Country Club»). Luego, en 1991, decidiste retirarte, pasando los 40 años. Ahora bien, si, en ese momento, podías contar con los recursos disponibles, para mejorar el juego, que tienen “las jugadoras de hoy”, ¿hubiera sido distinta la determinación?
– Yo creo que no. Como te contaba antes, me fui a trabajar con Jimmy Ballard. Luego, estuve viendo profesores de green. Trabajé con un psicólogo deportivo, para ver si podía poner detrás los famosos «yips» del golf (serie de afecciones nerviosas que generan una pérdida repentina e inexplicable en algún aspecto del juego. Este término se usa, en mayor frecuencia, en el juego sobre el green), y no pude superarlo. Entonces, en cierta forma, ya quedé lista para iniciar otra etapa en mi vida.
Una amiga mía, Jane Blalock (que jugó muy bien en el LPGA, ganando 27 torneos), se retiró, dos años antes que yo, y se fue a trabajar a Boston. Siempre me dijo: «Bueno, cuando estés lista para colgar los palos, llamame y venite a trabajar conmigo a Boston». Ella había abierto su propia empresa, para organizar eventos para corporaciones. Con eso ya en la mente y mi nivel empezando a decaer (aclaro que el trabajo lo hice y puse las horas para poder salir de eso. Y no lo pude hacer), tomé la decisión de empezar una segunda etapa. Pensé lo siguiente: «Bueno, con 40 años, yo no voy a hacer esto toda la vida». Era otra época. Hoy en día, con 40 años, uno parece muchísimo más joven. Pero en esa ocasión, (1990) yo ya estaba lista para hacer algo diferente. Sobre todo porque (y es curioso lo que voy a decir), cuando no empezás a jugar el nivel que querés jugar, enseguida perdés ese entusiasmo de pasar horas y horas practicando y jugando golf.
– Vuelvo por un instante a ese US Women’s Open disputado, para mencionarte lo siguiente. Hoy en día, solo 3 jugadoras argentinas se sumaron a ese prestigioso listado que arrancaste (de jugadoras que disputaron este evento): Dolores Nava, Victoria Tanco y Delfina Acosta. Con todas ellas, tuvimos el placer de entrevistarlas, como lo estamos haciendo con vos. El hecho que sean solo 4 jugadoras argentinas, en más de 40 años, que hayan llegado a esto, ¿hace referencia a lo duro que es llegar a competir, en este tipo de eventos? ¿O son otros factores, los que influyen (ej: cantidad de recursos de formación, ampliación del LPGA Tour, etc)?
– La verdad que llama la atención que haya tan pocas jugadoras argentinas, en la historia de participaciones del US Women’s Open, siendo esto una meta muy factible. En esta época, el viajar (y venir) a Estados Unidos, para ir a la universidad o competir, es algo que no te llama tanto la atención, como cuando me vine yo, en 1975.
Creo que, el nivel del golf argentino, fue siempre el mejor de Latinoamérica. Durante muchísimos años, nosotros íbamos a la «Copa Andes» y el equipo de mujeres siempre dominaba. Hasta que, después, vino el equipo de Brasil, en su momento, con Elizabeth Noronha (talentosa jugadora brasilera). Pero, el equipo argentino siempre se destacó. Y, a raíz de esto, uno hubiera dicho que debería haber tenido mayor representación (el golf argentino) en un evento como el US Women’s Open. No sé los motivos del por qué. Pero me parece que se ha perdido un poquito, en ese sentido. Insisto, no sé por qué.
– En el país, actualmente, tenemos a exponentes en el golf femenino, como la mencionada Delfina Acosta (en el Symetra Tour), y Magdalena Simmermacher (con tarjeta completa del Ladies European Tour. También tuvimos el lujo de entrevistarla), entre otras. A su vez, tenemos “futuras promesas”, con mucho para dar, como Ela Anacona, Valentina Rossi y Agustina Zeballos. ¿Quién considerás que podría ser tu «sucesora»?
– Mirá, esta pregunta no me animo a contestarla porque, si bien, he escuchado el nombre de todas las jugadoras que mencionaste, no las he visto jugar. Las sigo, obviamente, pero no en la forma que quisiera, para poder tener una opinión de ellas. En esta pregunta, paso.
– A nuestra querida compatriota ya nombrada, Victoria Tanco, en la entrevista que tuve el placer de hacerle, le propuse un “juego” que consistía en que me respondiera que haría si Tiger Woods, Annika Sörenstam y Lorena Ochoa se le aparecen, en su casa, y la tratarían de convencer para que vuelva de su retiro. Lo que me respondió fue que “Si eso sucedería, dependería de cómo va la charla y cuanto “me mueva” esa charla. Ahora bien, para una decisión así, tan grande, se necesita tiempo para pensarlo. Para todas las decisiones que no son sencillas, es importante tomarse el tiempo para pensarlo”. En primer lugar, me gustaría saber si te encantaría sumarte a esa hipotética charla, con ese propósito (risas). Fuera de toda broma, me gustaría que me des tu opinión, acerca de su carrera. ¿Qué le aconsejarías, si la tuvieras presente ahora?
– Poder jugar al golf, o charlar, con ese «threesome» que mencionaste, sería fantástico. Ánnika, Lorena y Tiger, es un sueño hecho realidad.
La vi jugar a Victoria Tanco. Fuimos un día con Paco (Francisco Alemán. Su compañero de toda la vida, en las transmisiones de golf). Estábamos ahí, en ESPN (Connecticut). Había un torneo de juveniles cerca, en Hartford, y la fuimos a ver jugar. Estaba Lexi Thompson también (actual estrella estadounidense del circuito) y, tanto Lexi, como Victoria, eran amigas y competidoras. Las dos tenían un nivel de juego muy parecido.
Todo parecía indicar que, la carrera de Victoria Tanco, estaba garantizada. Su futuro como golfista y, seguramente, con su ambición de jugar en el tour de la LPGA. Así que, fue realmente un shock cuando, de golpe, se hizo profesional (como te mencioné anteriormente, para mí, un poquito rápido. Ojalá, hubiera tenido uno o dos años universitarios, para aclimatarse un poco más).
Ahora bien, no sé, exactamente, qué hizo que dejara el golf. Cuando pregunté: «¿Qué pasa con Victoria Tanco?», me dijeron: «Mirá, prácticamente está retirada del golf. Como que no tiene más deseos de jugar, de competir». Su nivel de juego también cambió. Estuvo trabajando con un profesor, que le hizo unos cambios en el swing, lamentablemente, para peor, y no para mejor.
Es una lástima, porque es una chica con muchísimas condiciones. Y todavía joven. Tiene muchos años por delante. Pero, realmente, tenés que querer hacerlo. Y mucho. Y, a veces, es difícil, mentalmente. Si tu juego ha decaído tanto, es porque la confianza (y sabemos lo importante que es para hacer score) se pierde. La competitividad también, y el «deseo de hacerlo».
Por eso, quizás, su respuesta. En vez de saltar a la propuesta de jugar con lo mejor del mundo, como son Ánnika, Lorena y Tiger, demoró en decir, «me uno» o «me uniría».
– Si vamos a la región, podemos hablar de las distinguidas mexicanas Gaby López y María Fassi, la paraguaya Julieta Granada, la colombiana Mariajo Uribe, la ecuatoriana Daniela Darquea y la puertorriqueña María Fernanda Torres, como principales protagonistas de la actualidad latina, en el LPGA. ¿Qué tan importante fue la carrera de Lorena Ochoa para que, las jugadoras latinas, tengan esta gran actualidad? (Para quienes no la conocen, Lorena fue n°1 del mundo, y ganadora de los siguientes majors: «Ricoh Women’s British Open» 2007 y «ANA Inspiration 2008». A su vez, actualmente, también está dentro del «World Golf Hall of Fame»)
– Sin ninguna duda, Lorena fue una gran influencia, en todas estas chicas que mencionabas. Creo que Gaby López lo dijo varias veces. María Fassi también (sobre todo, esto lo dijeron las dos mexicanas, compatriotas de ella).
Pero, sin ninguna duda, Lorena, no solamente fue una buena jugadora. Fue N°1 del mundo. Tuvo una gran influencia en México. Yo estuve, prácticamente, desde el momento en que Lorena se declaraba profesional. Estuve allí, en México, en el Club de Golf de Chapultepec, donde lo hizo. La prensa aprendió de golf, con Lorena. Y siempre respondiendo preguntas. Es una gran embajadora, una personalidad muy abierta.
Con sus triunfos, y su nivel, creo que abrió la puerta para toda esa generación de chicas. Y chicos también, porque creo que muchos de los hombres que están jugando en el PGA Tour, en este momento, tuvieron la inspiración de Lorena Ochoa. Por ejemplo, los hermanos Ortiz (Álvaro y Carlos), que creo que son del mismo club de golf.
Lorena inspiró a todos ellos y, también, despertó a sponsors que empezaron a poner plata en el golf. Empezaron a querer tener al tour de LPGA, como lo tuvieron en Morelia. También, buscaron (actualmente tienen el WGC México-Championship, por ejemplo) el circuito de los hombres, de los veteranos… En fin, prácticamente, México se integró al tour, femenino y masculino, teniendo eventos allí. Y, sin ninguna duda, Lorena fue la gran influencia. Fue ella la que creó todo ese interés. Y se ve reflejado en estas muy buenas jugadoras que mencionaste, que tienen un gran futuro. De María Fassi, por ejemplo, todos estamos esperando a ver cuan buena puede llegar a ser. Tiene una pegada larguísima. Veremos hasta dónde puede llegar.
Me da lástima que, en todo ese grupo que mencionás, no haya una o dos jugadoras argentinas, que estén a ese nivel, ya jugando en el LPGA Tour.

– Cambio de tema, entrando a tu etapa, como comentarista, de ESPN. Como todos sabemos, tus inicios fueron “un poco rápidos”, con esa “prueba en vivo” que tuviste, en tu primera transmisión (risas). Ahora bien, con Francisco “Paco” Alemán, el mexicano John Sutcliffe y el reconocido Hernán Rey, formaron un “foursome” inolvidable. Compacto, agradable de oír, divertido (en los momentos que tenían que serlo), entre otras de sus grandes virtudes. ¿Me podrías decir las primeras palabras que se te vienen a la cabeza de ellos? ¿Podrían decir que formaron “una gran familia” y esa es la primera virtud por la cual, el público, los unió a sus casas?
– Nos llevamos muy bien. Y eso se nota. A los 4, nos fascina el golf. Lo hemos jugado, desde pequeños, y tenemos distintas perspectivas de lo que vemos. Creo que, por eso, nos compaginamos muy bien.
Francisco, tiene una memoria increíble. Se acuerda de torneos que se jugaron hacen 20 o 30 años. «El último tiro que pegó tal, para ganar esto o aquello». Es un estudioso del golf. Yo miro, el golf, de otra forma. Quizás, de la parte más humana, de lo que está sintiendo el jugador. Mi análisis es más personal. Todo lo que hay que hacer para jugar. Esto me sale porque lo viví un poco más «de adentro» que él. Si bien, él compitió a un nivel muy alto como amateur, no es lo mismo decir que «te estás ganando la vida, con tu juego». Hernán también compitió. Él lo mira desde el punto de vista de un profesor. Es una mirada más analítica del juego y de la parte técnica. Y John Sutcliffe es John Sutcliffe. Es una gran persona. También, un muy buen jugador de golf. Y con su mirada, para su país. A lo que me refiero, es a la forma de hablar, en los comentarios… En lo que el mexicano mira más del juego. Muchas veces, nosotros le decíamos: «¿Qué chisme tenés hoy, John»?, porque siempre sabía todas las «intimidades» de los jugadores («cuanto les pagan para jugar tales palos», y «por qué dejo Titlest, por otra marca», entre otras cosas). Siempre estaba enterado de todos esos chismes de golf, que son tan interesantes para la gente.
Entre los cuatro, hicimos un cuarteto muy bueno porque no había celos entre nosotros. La cuestión era cómo se podía hacer un programa mejor y, sin necesidad de decir que nos íbamos a preparar, o ver quién iba a decir cada cosa. Nos sentábamos, simplemente, a charlar de golf, como cuatro amigos, que estaban mirándolo (y los comentarios normales que hubiéramos hecho).
– Acerca de tu «forma de mirar el golf», hay una situación que no me la voy a olvidar más, en tus transmisiones. The Players Championship del año pasado. Jhonattan Vegas estaba pasando el corte, con muy poco margen, y, su tiro de salida, del famoso hoyo 18, fue a la derecha, entre los árboles (para quien no conoce el lugar, el hoyo tiene una laguna a la izquierda). Hernán Rey estaba en campo, comentándote que Jhonattan podía tirar a la bandera y vos dijiste que la mejor opción era que volviera al fairway. Obviamente, sin escucharlos a ustedes dos, Jhonattan tomó ese camino, hizo par, pasó el corte y, posteriormente, terminó 3ero (torneo que fue ganado por Rory McIlroy). El hecho de haber competido en los niveles importantes, ¿te da una ventaja para la transmisión, sabiendo que hacen los grandes jugadores? ¿O podemos decir que, el día a día de la televisión, te permitió ver esto?
– El haber competido, te ayuda muchísimo, durante la transmisión, porque tenés que ver cómo venís jugando. Tenés que pensar la decisión del jugador, según como viene. Si es el último día o no. Y, en el momento en que estoy transmitiendo, estoy pensando como jugadora. Es decir, «¿Qué momento es este? ¿Es el momento de arriesgar y tirarlo todo por la borda? ¿O es el momento de tener en cuenta que, todavía, tengo que dormir un día más y volver mañana, para jugar, sabiendo que, un golpe, no es vida o muerte?». Me parece que, el haber estado compitiendo, me ayudaba en la transmisión. Muchas veces, mi alrededor, veía que un determinado tiro era fácil y, haciendo «approach y putt» de acá… Y yo decía: «Sí, pero no es tan fácil hacerlo, cuando tenés que hacerlo». Como hacer par en el hoyo 18, para ganar. Sí, podes hacer par, todos los días que querés. Pero, en el momento que lo necesitás, no es tan fácil. Y qué te pasa por la mente. Y cómo se te pone seca, la garganta, en ese último hoyo, cuando es para ganar (muchas veces, es un jugador que no está por ganar. Pero está por quedarse un cheque, después de mucho tiempo que no lo hace).
Hay muchas cosas para tener en cuenta. Y creo que esa era mi contribución. ¿De dónde viene? ¿Por qué hace la jugada que va a hacer? ¿Por qué se justifica, a veces, «que saque a buena» y no arriesgue? En fin, para todas esas cosas, fue una ayuda, el haber sido jugadora y el haber estado «dentro de las sogas».

– Fuera de los torneos ganados por Ángel Cabrera (que recordamos, obviamente, tu emoción) y de las memorables victorias de Tiger Woods (1997 y 2019, en el Masters, junto al resto de sus torneos grandes, entre otras), me gustaría saber si recordás un major en donde, se miraron a la cara con “Paco” Alemán y no podían creer que transmitían lo que transmitían, por la particularidad de ese torneo grande.
– Me sacaste los que más nos impresionaron: la victoria de Cabrera y, casi te diría que, cualquier victoria de Tiger. Y tuvimos la suerte de hacerlas todas. Desde la primera, en 1997, hasta la última, en 2019, aquí en Augusta. Y, entre medio, todas las otras. Cualquier victoria de Tiger, te dejaba con la boca abierta. Fueron así, por la maravilla de ver a un ser único en el deporte. No tuve la suerte de verlo a Jack Nicklaus (máximo ganador de la historia de majors. Una de las Leyendas del golf), en su mejor época, por así decirlo. Pero, lo que Tiger hizo por el golf, (y por el resto de los golfistas, porque creo que nos inspiró a todos, con esas actuaciones), fue algo como te dije anteriormente, que te dejaba «con la boca abierta».
Igualmente, te digo que, si tengo que elegir una transmisión sí o sí, cumpliendo todo esto, me quedo con el duelo entre Phil Mickelson y Henrik Stenson, en el Open Championship 2016 (disputado en «Royal Troon»).
Quiero agregarte algo. Una vez, en Augusta, íbamos caminando en la cancha. Nos miramos con Francisco y me dice: «y encima nos pagan». Y la verdad que lo describe todo. La sensación de tener la suerte, de estar allí, en Augusta National, caminando la cancha. Una semana siempre maravillosa, que empezamos a hacer desde 1998, al mandarnos todos los años para ese torneo.
Al resto de los majors, los hicimos pero esporádicamente. No en forma consecutiva, como hicimos el Masters. Tuvimos la suerte de estar cuando ganó Cabrera, en Oakmont (US Open 2007). Pero, a Augusta, fuimos todos los años. Y, la sensación que te describí anteriormente, es lo que más recuerdo.
– ¿Qué puede llegar más rápido? ¿El major 18 de Tiger Woods o la victoria de Phil Mickelson en el US Open? En el caso que consideres que no se dé ninguno, ¿qué le faltó a ambos, para ver ese «objetivo» imposible?
– Me parece muy difícl que Phil Mickelson gane el US Open, a esta altura, en su carrera. Y no sé, pero no tengo una buena sensación para que Tiger llegue a los 18. Además, me da la sensación que este puede ser un año perdido. Ojalá que no. Ojalá que se puedan jugar los tres majors que están en el calendario, para esta rara temporada 2020.
Sin embargo, los años pasan y Tiger tiene un frágil cuerpo (risas), que no sé si puede seguir. Si gana un major por año, sería mucho. Y eso lo pondría ya cerca de los 48 años. Su fisíco lo abandonó, en un período de su vida (tuvo sus problemas fuera de la cancha, también). Ahora bien, una carrera extraordinaria. 15 majors, en esta época dónde hay tanto talento, y tantos jugadores buenos, es realmente meritorio. Me parece que es un récord que nunca vamos a ver, ni cerca, arrimarse a esa cifra, en un futuro. Pero bueno, habrá que ver.
Y lo de Mickelson, es realmente lamentable porque, el haber terminado segundo, 6 veces, y no poder lograrlo, es una lástima. Y se perdió oportunidades, cuando parecía ya que lo tenía en el bolsillo. Así que me parece difícil, que se dé lo que dijiste, para los dos.
– No te puedo dejar de preguntar sobre tu opinión, acerca de la creación del «Augusta National Women’s Amateur», en primer lugar, y la futura participación de nuestra representante, (si mantiene su condición de amateur, para el año que viene) Agustina Zeballos. ¿Cómo la ves para este evento y qué le aconsejarías para esa ocasión?
– El «Augusta National Women’s Amateur», me parece un gran acierto del club. Va a ser un evento (como el resto de los que crea Augusta) que perdurará en el tiempo. Y va a darle un gran empuje al golf femenino. Sobre todo, al golf amateur femenino. Un gran orgullo para ellas, poder participar allí. Es una maravillosa cancha de golf. Es una organización que, todo lo que hace, lo hace bien. Así que, sin ninguna duda, es un gran paso. Y me alegro mucho que, así como hicieron los otros dos torneos (el «Latin American Amateur Championship» y «Asian-Pacific Amateur Championship»), agreguen este gran evento. Me parece que es algo que ya era hora que se hiciera. Y, que lo haga Augusta, es muy meritorio.
El consejo para Agustina Zeballos es que practique el juego corto. Augusta National no es una cancha que intimida, no es una cancha angosta. Se puede jugar muy bien. Pero, todo lo que es el juego sobre el green (y alrededor del green), es donde se hace score. Así que, mejor que practique mucho el juego corto. Eso la puede llegar a ayudar. Como también, tener un buen caddie, porque es muy importante, en Augusta, estar con alguien que te guíe a dónde tenés que jugar. Sobre todo, esos tiros cortos.
– Planteemos esta situación hipotética. Viene “Paco” Alemán y te propone “una última función”. Hernán se agrega a la idea y John, desde México, también, tratando de convencerte ambos. ¿Aceptarías? ¿Y un poco más allá, con un calendario más “reducido”?
– No, yo creo que mi carrera ya terminó. A pesar de que me hablara Francisco, con John y Hernán, para estar una vez más. Estoy feliz con lo que pude hacer. Y creo que lo hice en una gran época. Y esta es otra ahora. Llegó el momento de «colgar los botines», como se dice en el fútbol (risas). Lo disfruté muchísimo y es algo que tengo, solamente, buenos recuerdos de todo lo hecho. Pero ya está, ya pasó. Ya es una etapa vivida. Y, como te digo, que no olvidaré nunca.
– Para finalizar, como en todas las entrevistas, busco que, mis invitados, nos dejen un consejo, para aquellos que se inician en esto, por amor al deporte, o para quienes dan sus primeros pasos como profesional. ¿Cuál sería el tuyo?
– Aquellos que se inician: es dedicación y es amor a lo que hacés, porque hay que trabajar. Y trabajar mucho. Y, varias veces, uno pone muchas horas, practicando y tratando de mejorar, y el resultado no se ve. El golf es así. No es inmediato. Pero es un gran deporte y es algo que, si lo realizás con dedicación y cariño, te puede dar muy buenos resultados. Y muchas alegrías también.
Yo, lo que más recuerdo de mis 15 años en el tour, son las grandes amistades que hice en todo ese tiempo. Y, al final de la jornada, creo que es lo que uno más disfruta. El haber hecho tantos buenos amigos, el haber conocido tanta gente, (en el camino, que siempre dio una mano), fue lo que abrió la puerta para, después, hacer esta segunda etapa de mi carrera, que fue con ESPN. Y tener estas satisfacciones, de poder conversar, sobre este deporte, con vos, por ejemplo. A pesar de la diferencia de edad, nos une el amor al golf. Y bueno, eso es lo importante. El cariño por lo que hacés.
Y ese cariño llevó, a Silvia, a lugares muy merecidos. Y todo lo logró por esa virtud de tener una profunda convicción en esto. Convicción que la ayudó a tomarse el avión para Estados Unidos, luego de la propuesta de sponsoreo recibida. Convicción para saber que tenía con qué, para clasificar al LPGA. Convicción para ganar en el LPGA Tour, sin dejar pasar ningún detalle (a tal punto, que copiaba las acciones de las grandes exponentes de ese momento) Adentro de la cancha, supo comunicar lo que hay que hacer para tener éxito.
Y afuera de la cancha, también. ¿Queda alguna duda? Fue la «cantante» principal de «Los Beatles del Golf». Con Francisco «Paco» Alemán, John Sutcliffe y Hernán Rey, formaron un foursome de ensueño, que llegó a los corazones de nuestro continente, con una facilidad y una velocidad asombrosa. Diciendo lo que hay que decir, en el momento que hay que decirlo y de la manera que hay que decirlo. Por eso, me permití la licencia poética para compararlos con la histórica banda inglesa. ¿Quién no soñaría revivir, por ejemplo, «Don’t Let Me Down», en un Wembley repleto? Bueno, acá pasa lo mismo. Soñaríamos con ver a alguien como ella, en el LPGA (permitánme agregar acá que, para mí, esto pasará pronto, con algunas de las chicas. Es un pálpito. Hay que apoyar al golf femenino, porque tenemos con qué). A su vez, soñamos (por más que sabemos que será casi imposible, por lo que nos dijo recientemente) con escuchar a ese equipo glorioso, con su voz a la cabeza, diciendo: ¡Bienvenidos a Augusta National!
Fue la voz, afuera de la cancha. Fue la voz, adentro de la cancha. Es LA VOZ ARGENTINA.

Matías Miguel Torge
Handicap 54
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