NORA VENTUREIRA: FACTOR GOLF POSITIVO

Mano a mano especial con una referente de nuestro país y de la región. Su gran carrera como amateur y su rol de analista. El detrás de escena de este deporte que tanto nos apasiona.

«A tal club (dejo que ponga el nombre usted) lo llevo en la sangre. Lo llevo en el corazón». Antes de conocer este deporte, he escuchado este fragmento hasta el cansancio. Una frase que identifica el concepto nombrado de pasión, tan repetido en nuestro blog. A esto hay que sumarle que el argentino (y la mayoría de los latinos) tiene esos rasgos fanáticos característicos, difíciles de explicar. Piensen que, al cantar esto, exponemos lo más profundo del sentimiento y el cariño que le tenemos al deporte en sí.

Ahora bien (y en esto si incluimos solamente a nosotros, los argentinos) las críticas, en esa famosa «charla de café», siempre están a la orden del día. Ese esnobismo intelectual que suponemos tener, nos hace entrar en una hipocresía marcada, en donde esbozamos frases, como el «juegan por millones» y el «hacen la buena vida» (les puedo asegurar que, esto que les estoy contando, lo he escuchado en este contexto), que quedan desterradas en el momento de la verdad. Miren, no me voy a olvidar más de un oficinista, que estaba en frente mío, en el momento de mi primera experiencia deportiva en vivo. Pasó del odio al amor, por su equipo, en un abrir y cerrar de ojos. Ahora bien, creo que esa persona, si escuchara una historia como la que vamos a tener a continuación, cambiaría de parecer.

No quiero hacerles perder más tiempo, porque tenemos MUCHO por hablar. Nora Ventureira será nuestra protagonista de la fecha. Nora nació el 3 de enero de 1962, en Lomas de Zamora (Buenos Aires). Una tradicional ciudad del conurbano que no la pudo disfrutar por mucho tiempo. Las obligaciones del papá la han llevado a emigrar, empezando un camino marcado por el esfuerzo y la determinación por afrontar nuevas aventuras. Así fue toda su carrera.

Esta historia nos va a llevar a realizar una profunda autocrítica y entender muchos interines de nuestro querido deporte. Su gran carrera en el amateurismo argentino, sumado a su rol como una de las mejores analistas del golf en la región, son razones muy concretas para poder entender lo que siente un representante de nuestro querido deporte dentro del campo. Sus logros en el amateurismo entraran en este mano a mano, incluyendo sus logros a nivel nacional e internacional. Para esto, tendremos como referencia (aparte de lo hecho en nuestro país) a la prestigiosa Copa Andes, los Mundiales Femeninos de Golf (en especial, la edición de 1987, que la vio como ganadora) y los World Team Amateur Championship disputados. A su vez, obviamente que no dejaremos de lado su visión acerca del golf femenino (de nuestro país y del resto de Latinoamérica), el rol de los medios y las organizaciones que rodean el ambiente, las formas de enseñar (con el ejemplo de su trayectoria), la actualidad de nuestros juveniles y en qué se debería mejorar en la difusión del golf. Amigo lector, que se qué le corre nuestro deporte en las venas, siéntese cómodo. Va a disfrutar esta charla. Se lo aseguro.

– Nora, recurriendo a tu experiencia como analista (la cual, obviamente, desarrollaremos en la entrevista) voy a arrancar con un hecho reciente de los medios que informan golf, que me dio vergüenza ajena. Hace un tiempo atrás, Infobae (medio masivo argentino y de la región) publicó una nota relacionada a una cuestión íntima de una personalidad de redes sociales, reconocida por practicar golf (y haber sido profesional durante algún tiempo), llamada Paige Spiranac. Yo creo que se faltó el respeto a nuestras exponentes (en las cuales, te incluyo) y a nuestro deporte. Para mí, se pasó un límite. ¿Coincidís? ¿No crees que, para volver a atraer mujeres a nuestro hermoso deporte, los medios (en todos sus niveles) deberíamos hacer una profunda reflexión, a la hora de transmitir esto? 

– Mirá, lamentablemente, hoy por hoy, los medios están pasando por una situación difícil, en la cual tienen que tratar de sobrevivir, de alguna manera u otra. Especialmente, en el medio gráfico porque, con el tema de las redes sociales, la gente obtiene sus noticias más por lo que publica cada uno que por lo que publican los medios.

Dicho esto, yo creo que lo de Paige Spiranac es un tema que, en su momento se habló. La LPGA, a través de su comisión de jugadoras, volvió a hacer hincapié, mándandole una carta, a todas sus jugadoras, para que recuerden el código de vestimenta. Y esto no apuntaba a las jugadoras en sí, porque este código ha existido desde siempre (Quizás se aggiornó un poco. Ahora bien, tiene algunas cosas que son bastante rigurosas: no mostrar excesivamente la piel). Este recordatorio iba dirigido a las invitaciones que entregaban los sponsors, en el momento que las enviaran para que, las jugadoras que las recibían, guardaran cierta etiqueta y no utilizaran la LPGA como una plataforma para autopromocionarse.

A todo esto, Spiranac entendió que era una situación disparada que se dirigía a ella porque fue «la gota que rebalsó el vaso». Hubo un rechazo en general, cuando fueron las propias jugadoras las que redactaron este código de vestimenta (y las que pidieron que se siguiera).

También, en ese momento, estaban Michelle Wie y Lexi Thompson (históricas estadounidenses, ganadoras de Majors. La primera se ha retirado recientemente. La segunda sigue en vigencia). Las 2 usaban ropa que era bastante borderline (sobre el límite), haciendo que Puma y Nike, las marcas que las vestían (bastante trasgresoras), debieran reveer un poco la ropa que les estaban dando para adecuarla al código de vestimenta de la LPGA.

Este código, a pesar de lo nombrado anteriormente, es bastante amplio. Te prohibe los jeans y joggins. Del resto no te dice casi nada. Pero, a raíz de ciertas remeras que estaban utilizando (eran como musculosas, con una tira muy finita en la parte de atrás, donde prácticamente la jugadora tenía la espalda «al desnudo»), las jugadoras hicieron un punto y dijeron «queremos que a nosotras nos reconozcan por nuestro talento y no por otras cosas. No es una pasarela. No es un propósito».

Dicho esto, Paige Spiranac tiene millones de seguidores y lo ha logrado a través de mostrarse (no es el único caso. La única diferencia es que ella tiene un palo de golf). Si vos lees los comentarios que hace la gente, luego de cada una de estas notas, son espantosos y sexistas. Es un target que va sólo hacia la persona. En lo que sí haría hincapié es que ella, golfísticamente, es nula. Profesional de golf se puede hacer cualquiera. No dejó ningún tipo de huella con este status. La invitaron a Dubai y hubo revuelo con las chicas del Ladies European Tour.

Spiranac es una influencer, que tiene un buen físico y lo «explota». Pero realmente, su capacidad como profesional de este deporte, es nula. Es una chica que le costó bajar el 80 en torneos. Yo no la tomaría como modelo, no le daría demasiada atención. Creo que la LPGA hizo lo que tenía que hacer, al evitar que ella usara la organización como plataforma. Es la entidad que tiene que defender a sus jugadoras. Y lo hizo muy bien.

Lo que los medios no hagan, lo hace ella en su página. Yo creo que mucha gente que juega golf la sigue igual. Quienes debían salir a defender a las jugadoras eran ellas mismas, con la LPGA. Y lo hicieron bastante bien. (Audio 2 y 24 sigue).

– Recuerdo que, en otras entrevistas, dijiste que el golf femenino es como “un país en vías de desarrollo”. ¿Seguís pensando lo mismo? En el caso de que sigas pensando esto, ¿qué le faltó a Ánnika Sörenstam y Lorena Ochoa, entre otras, para modificar esta perspectiva?

– Sigo pensando lo mismo. Lo comparo con «un país en vías de desarrollo» porque es un deporte que, en la rama de los hombres, se ha explotado y ha logrado muchísimas cosas: un tour muy sano y con bolsas muy buenas (tanto en Estados Unidos, como en Europa. No dejo de lado que el tour del viejo continente está teniendo complicaciones). Ahora bien, el golf femenino no ha logrado todavía explotar en todo su potencial. Es una parte de nuestro deporte donde existe un potencial de desarrollo enorme, que no se ha logrado completar. Quien mejor lo dijo fue, hace un tiempo, Justin Rose, en el contexto de su creación de la «Rose Ladies Series» (una serie de 7 eventos que hizo para las jugadoras profesionales de allí): «El talento es el mismo entre hombres y mujeres. La gran diferencia es la falta de oportunidades y la exposición». Y creo que ahí está la diferencia.

En el caso de los hombres, tenés a Tiger Woods que, por supuesto, es un superdotado. Y, en su momento, lo tuviste a Arnold Palmer. Y después lo tuviste a Jack Nicklaus, entre otros más. Estaban siempre en la televisión, salían siempre en los artículos de diarios, y sus fotos salían en todos lados. Ahora bien, eso lo necesitás también en las mujeres. Es, un poco, la historia del «huevo y la gallina». Necesitás que alguien diga: «bueno, está bien. Vamos a exponer el golf femenino por lo que es, por su talento, y empezar a inyectar imágenes de ellas, mostrando sus logros, su capacidad». Quizás, esto se puede lograr haciendo giras demostrativas por todos lados porque la gente, cuando ve a las mujeres, no entienden realmente el talento que tienen.

El jugador de fin de semana, al lado de una jugadora de la LPGA, se queda totalmente asombrado, si le darían la posibilidad de jugar con ella. Por ahí ve a las jugadoras de su club, ve que «le pegan cortito» y que tardan… Traslada eso al golf de las mujeres profesionales. Y nada que ver. Por ejemplo: María Fassi y Anne Van Dam, le pegan un promedio de 280 yardas. Sé que son las pegadoras más largas del circuito. Ahora bien, eso es mucho más que el promedio de cualquier jugador que juega el fin de semana.

Por todo esto digo que el golf femenino es «un país en vías de desarrollo». Tiene el potencial, el talento está, tienen las herramientas, tienen una buena base, pero falta esa «última vuelta de rosca» que permita que el golf femenino se exponga y pueda ser visto en todas partes del mundo. Y, a su vez, hay que buscar que haya jugadoras referentes que hagan que el golf crezca. Por ejemplo, Corea del Sur tuvo a Se Ri Pak que llegó a Estados Unidos, ganó el US Open y, a partir de ahí, hoy, en este país, tenés a muchas chicas que están trabajando en escuelas de alto rendimiento, ya sean públicas o privadas, para poder salir y competir a nivel nacional e internacional. Entonces, eso es lo que yo digo. Hoy por hoy, el golf femenino, en Corea, es una potencia. Y son realmente heroínas. A Inbee Park (también coreana. Histórica jugadora del LPGA), la recibieron, con su medalla olímpica, como si fuera algo no visto en otros países. Eso es lo que hay que lograr. Tener una referente en cada país, demostrando el talento que realmente tiene. De esa manera, hay que motivar al resto de las chicas y de las futuras generaciones, para que también jueguen al golf.

– En nuestro país, fuiste una gran protagonista de nuestra actividad. Sin embargo, no todo comenzó aquí. Colombia fue tu lugar de primer contacto con este deporte, ¿verdad? ¿Qué tan importante fue la influencia de tu papá en esto?

– Mi padre trabajaba en una empresa multinacional y lo trasladaron de Buenos Aires a Bogotá. Nosotros éramos tenistas. Mi padre y mi madre jugaban, con mi tía y con mi tío, todos los fines de semana. Íbamos al club Universitario de La Plata (vivíamos en el sur. Más precisamente en Banfield). Como te contaba, ellos jugaban al tenis y nosotros (con mi hermano) pululábamos por ahí.

Posteriormente, nos fuimos a Colombia y el deporte original era el tenis. Supuestamente, íbamos a practicar este deporte. A su vez, como parte de los expatriados, en ese momento, las empresas daban una casa, un auto y, si negociabas bien tu contrato, algún club donde puedas hacer algún tipo de actividad (todo esto era lo que le se les daba a los expatriados en general). Nosotros nos hicimos socios del San Andrés Golf Club.

San Andrés Golf Club es un lugar de multidisciplinas y nosotros optamos por empezar a jugar al tenis, como te venía anticipando. Mi papá viajaba bastante, por reuniones que tenía afuera, y veía que estos eventos se hacían en lugares donde después había una actividad conjunta. En esa actividad, de las 100 personas que habían viajado, 15 jugaban al tenis y el resto practicaba golf. Entonces, decidió que el golf, por ahí, le iba a dar mayores oportunidades. Y ahí nos llevó a todos al golf, de alguna manera (risas).

No fue un cambio automático para mí. La idea era hacer los dos deportes. Pero, ¡mira cómo son las cosas! Las personas que están a cargo de fomentar los deportes, cometen errores que, a veces, te marcan. Yo jugaba al tenis y me habían puesto a disputar un torneo. Estaba jugando contra una chica y ninguno de nuestros profesores estaban (había sólo un asistente). Empezamos a jugar y yo todavía no había aprendido a sacar «de arriba». Competía sacando «de abajo». El tipo, cuando me vio, me dijo: «De abajo no se puede sacar, hay que sacar de arriba». Ahí le respondí que no sabía sacar de arriba todavía. Entonces, él me manifestaba que yo tenía que saber esto y no le dio importancia a lo que le comenté.

Por supuesto, creo que pase 1 o 2 pelotas, en todo el partido, y me venía matando la otra chiquita (tendría menos de 10 años). En ese momento, aparece el profesor y le dice al tipo: «No, no. Está perfecto, puede sacar de abajo. No tiene por qué sacar de arriba». Entonces, le comento las ganas de empezar el partido de nuevo, por sentirme en desventaja. Y el tipo me responde: «No, no, no. Sigan así porque, lo que se jugó del partido, se jugó. Encima ella ganado, yo había quedado subcampeona y nunca me dieron el premio. Tenía doble rabia porque me habían perjudicado y tampoco me habían premiado por lo que había logrado.

Nunca más volví a jugar al tenis. Y es al día de hoy que, cuando estuve a cargo de los menores, en el club, fue una de las cosas que más me marcó. Vos tenés que tratar de estimular al chico y no castigarlo. Sobre todo, en las primeras etapas. Tenés que tratar de facilitarle las cosas.

Mi papá influyó en ese aspecto. Nos llevó hacia el golf. Pero, el San Andrés es un club (en aquella época, en especial. Y en Colombia, en general), donde vos tenías todo hecho para que los padres fueran a jugar y los chicos quedaran a cargo de un grupo grande, con un caddie que te llevaba los palos y te acompañaba (los torneos se jugaban con caddie. De hecho, en Colombia todavía se juega mucho así). Tenías quién te cuidara. Por lo tanto, mis padres hacían su vida y yo hacía mi vida aparte, con mi hermano y con mis amigos. Ahora bien, digamos que, esa decisión de él, llevó a toda la familia a cambiar el deporte. 

Nora Ventureira tuvo un gran paso por Venezuela, teniendo como base de operaciones al Lagunita Country Club.

– También tuviste tu paso por Venezuela, en donde ya se empezaba a vislumbrar lo que eras capaz de hacer. Ese Nacional Juvenil que ganaste (1979), ¿fue un antes y un después, en tu carrera? De ser así, ¿por qué? ¿Cuáles son tus mejores recuerdos de esos momentos?

– Ese Nacional fue un logro importante, al tener el título de Campeona Nacional Juvenil. También había ganado un torneo en Junko Golf Club, hacía poco tiempo atrás, y había quedado como campeona del club donde era socia (Lagunita Country Club), así que estaba pasando por un buen momento. Me costó bastante llegar a ese nivel. Tuve una época, de mucho tiempo, en la que pasaba el handicap de 15 a 36, de 36 a 15, de 15 a 36 y de 36 a 15. Así anduve. Hasta que, finalmente, me pude empezar a estabilizar.

En diciembre de 1979, nos volvimos a la Argentina. Así que, cuando volví, estaría en un 10 de handicap. Pero había empezado a jugar bastante mejor. No había logrado conseguir un profesor tan bueno como el que había tenido en Bogotá. En Caracas, tenía un buen profesor, pero como que no me había ayudado a explotar todo el potencial. De todas maneras, cuando aprendes de chico, habras visto que las cosas se facilitan. Aparte, practicábamos bastante. Jugábamos todos los fines de semana y eso también te ayuda.

Ahora bien, una vez que lográs un título así, te da la pauta de que podes lograr mayores cosas. Y, en ese momento, lo que yo veía era que por más que yo lograra cosas, siendo argentina, pero viviendo en Venezuela, nunca iba a poder representar al país. Esto te lo digo a pesar de haber jugado por nuestro país en el club nombrado de Lagunita. Esto se dio en un intercambio que se hizo entre Venezuela y España (de Lagunita Country Club con el Real Club de Golf El Prat español). Habían venido primero ellos, siendo como una especie de mecenas que habían en Lagunita. Luego, nosotros fuimos a jugar allá. Entre los españoles, estaba Elena Corominas, que es la madre de Pablo Larrazábal. Ella terminó esos intercambios y, posteriormente, se casó con Gustavo Larrazábal, naciendo Pablo más tarde, gran jugador del European Tour, entre otras cosas.

– Volviste a la Argentina, a tu San Isidro Golf Club, en donde ¡te cansaste de ganar! Tuviste 20 veces el torneo en tus manos. Ahora bien, en los principios de esa vuelta, teniendo la compañía de tu hermano Diego, tuviste como mentores a nuestros históricos representantes: Leopoldo “Cacho” Ruiz y Juan Carlos “El Mudo” De Luca (su historia ya fue nombrada en la entrevista hecha a la gran Silvia Bertolaccini). Me gustaría que nos cuentes las mejores enseñanzas que te han dejado. ¿Qué valores de ellos considerás que debería replicar un profesor ahora?

– Nosotros llegamos al San Isidro Golf Club porque teníamos unos amigos nuestros que habían sido una familia amiga nuestra, aquí y en Colombia. Ellos también se repatriaron a la Argentina y eran socios de San Isidro. Aparte, tuvo influencia Miguel Ángel Prado (gran jugador amateur de la época), quien también era socio de San Isidro (actualmente sigue en ese status).

En ese momento, cuando estábamos en Venezuela, mis padres eran lo que se llamaba, en ese momento, attaché (asistentes) de argentinos (en individuales o que formaron parte de equipos) que fueron a jugar a Venezuela. Se jugaba, por ejemplo, la copa Simón Bolívar o la Copa Paco Rabanne. Entonces, papá y mamá (sobre todo, mamá) cumplían este rol y los ayudaban, estando pendientes de lo que necesitaran. Por ahí, los trasladaban de un lado a otro. Entre los que fueron a competir allá, estuvo el nombrado Miguel Ángel Prado, quien nos ayudó a entrar al San Isidro Golf Club.

En cuanto a los profesores que tuve, el primero de los 3, con los que trabajé en Argentina, fue Rodolfo Sereda (estaba en el San Isidro Golf. Con él, llegue hasta 6 de handicap y no pude progresar más allá de eso). Después, pasé con «Cacho» Ruiz, que tenía un sistema de enseñanza totalmente distinto a Sereda. Sereda te daba clases de una hora sí o sí. No podías tomar menos tiempo. «Cacho» Ruiz, sin embargo, tenía clases de media hora y grupales. O sea, vos ibas a tomar una clase con él (ahí, en el Hindú Club) y tenía cinco o seis personas a la vez. Hay mucha gente que le fue muy bien con «Cacho» Ruiz. No fue mi caso. En el cambio entre Sereda y él (que tenían dos sistemas totalmente distintos), no fue mi mejor época golfística. Encima, fue la época en donde había fallecido «Cacho» Ruiz (se había enfermado bastante en un momento dado). Quizás, no terminó de redondear conmigo su idea. Fue un excelente profesor pero, con él, no fue mi mejor momento.

Después de la Copa Andes de 1984, el «El Mudo» De Luca empezó a asesorar al equipo argentino, traído por Vicky Zemborain (leyenda del golf argentino. Ex presidente de la AAG, entre otros roles, y gran protagonista del crecimiento del deporte en nuestro país. Fue capitán, durante muchos años, del equipo femenino de Copa Andes). Como «Cacho» se había enfermado, empecé a trabajar con él. Y creo que ahí se vio mi mejor nivel. «El Mudo» me ayudo muchísimo. Ahí sí llegué a hacer scratch. Con él jugué súper bien: ganamos el mundial. Tuve muchas cosas con él que no había logrado antes. Tenía una forma muy fácil de enseñar. Básica, pero que lo podías entender (o, por lo menos, a mí me servía mucho).

Cada alumno interpreta a sus profesor. Hay veces que no lo podés interpretar y otras veces que lo entendés perfecto. Y con «El Mudo» llegamos a un punto en el cual yo lo llamaba por teléfono y me corregía por ese medio. Era tal el conocimiento que tenía de mi swing y, a su vez, podía interpretar lo que él quería que yo hiciera. Después, mi profesor fue mi hermano. Es el que me ha estado dando clases últimamente, cuando tiene tiempo. Me ayuda ahí, en San Isidro. También está atrás de mis hijos.

– Pasaban los años y empezaste a tener una gran cantidad de logros. Por nombrar algunos: finalista del Abierto Argentino de Aficionadas (1982 y 1985, perdiendo con Susana Garmendia y María Eugenia Noguerol, respectivamente), 2 triunfos en Pinamar (1983-1984), y la «Copa Fay Crocker” (en Punta Carretas, Uruguay. Año 1985). A su vez, la prestigiosa Copa Andes te empezaba a ver en ese mismo 1985 (edición disputada en la ciudad ecuatoriana de Guayaquil). ¿Sentiste que estabas para más? ¿Cómo hacías para manejar la mente, teniendo en cuenta la obtención de tantos logros en tan poco tiempo?

– En esa época estudiaba. Estudiaba y trabajaba. Hacía las dos cosas y trataba de jugar al golf. Entonces, es como que no me presionaba demasiado porque trataba de jugar lo mejor posible, dadas las circunstancias. No es que yo estaba todo el día practicando y, si no ganaba, era un desastre. Practicaba cuando podía. Encima, yo me iba de casa a las 6:45 AM y volvía a cualquier hora de la tarde. Viajaba, en transporte público, hacia el centro de la facultad. Así que tampoco tenía muchas chances de volver y practicar. Si bien siempre viví cerca de San Isidro y por ahí, cuando podía hacerme una escapada, lo hacía.

Para rematar, en San Isidro, los fines de semana, las mujeres no podían jugar. No podíamos anotarnos, a pesar de ser socias. Esto es algo que no todo el mundo sabe y que no te facilitaba las cosas. Entonces, por ahí si podía ir a «tirar pelotas» (a la zona de práctica) pero no podía salir a jugar. Podía salir a jugar después de hora. O te tenías que parar en el tee del 1 y, si fallaba algún hombre, te dejaban meterte ahí para jugar. No era fácil. Y yo soy una persona con bastante sentido común y bastante sensata. Por lo tanto, es como que no me quejo ni trato de lograr cosas que me parece que son bastante complicadas de lograr, dadas las circunstancias.

Los logros que yo conseguía eran cosas que me parecía que eran importantes y, si no podía ganar un torneo, tampoco me bajoneaba. O sea, sí quería ganar todo lo que podía jugar. Ahora, si alguien jugaba mejor que yo, me la bancaba. De hecho, como nombraste, perdí con Susana Garmendia y con María Noguerol (en las ediciones que mencionaste del Abierto Argentino de Aficionadas), que eran las jugadoras del momento. Después, también, perdí una final con María Olivero (actual capitana de Copa Andes. Hemos hablado con ella, en ediciones anteriores) y otra con Vicky Tanco. Me agarraron justo (risas). Hasta que, finalmente, gané en 2003. Pero siempre fui muy realista con mis posibilidades. Era lo que lo que podía hacer y lo que lo que hacía. Le sacaba «el mayor jugo posible».

Este es el trofeo de la «Copa El Hogar»: evento mixto habitual de nuestro país, en donde Nora Ventureira tuvo muy buenas actuaciones.

– Traigo un dato que creo que pocos deben saber. Aquí hay una tradicional competencia argentina: “Copa El Hogar”, que se disputa en parejas mixtas (un hombre y una mujer). En 1985, llegaste a la final con nuestro querido Francisco “Paco” Alemán (gran jugador amateur de nuestro país, e histórico comentarista de ESPN, durante 25 temporadas) y, en 1988, ganaste este evento, junto a tu hermano Diego. En primer lugar, me gustaría que me recuerdes la faceta (dentro del campo) de Francisco y los mejores recuerdos que se te vengan a la mente de esos dos eventos. En segundo lugar, traigo este hecho a la entrevista porque, antes de la pandemia, los históricos suecos, Henrik Stenson y Ánnika Sörenstam, habían organizado el Scandinavian Mixed, evento que permitía, a 78 hombres y 78 mujeres, jugar por un mismo premio. ¿Se puede ir camino a este tipo de competencias? ¿O es una utopía?

– La «Copa El Hogar» la jugué en varias ocasiones. Es un evento que a mí, particularmente, me costaba jugarla porque se jugaba siempre en agosto o en clima de mucho frío. Y en invierno, con tanto frío, a mi no me gustaba jugar. Entonces, me agarraba fuera de juego. Encima, se disputaba bajo la modalidad de «Foursomes» (golpes alternados), saliendo del tee de hombres. Como era la competencia, si estás medio «fuera de juego», no da.

Me acuerdo que con «Paquito» (Alemán) jugamos y creo que lo metí en todos los peores lugares posibles. Jugamos en Hurlingham. Él me la dejaba la pelota en el medio, como es su costumbre, y yo se la mandaba al bunker… Hice todo lo posible para que perdiéramos en esa final (risas). Los días anteriores los habíamos jugado bien, porque habíamos llegado a esta instancia. Pero de esa última vuelta me acuerdo perfecto. Un desastre. Jugué bastante mal.

Con mi hermano, cuando ganamos, fue algo parecido. Lo que pasó es que, en el caso de Diego, le compensaba los malos tiros con putts imposibles. Lo que emboqué, en esa final con mi hermano, fue una cosa de locos. Las emboqué de todos lados. Por ejemplo, en el hoyo 11 del Náutico (ese año jugamos allí), salíamos del tee de atrás de los hombres (como era el caso, en ese momento. Luego, el formato cambió). Había un pino que quedaba, aproximadamente, un poquito más adelante del tee de damas. Y me comí el pino ese, con el driver. Le moví 30 yardas la pelota. Y mi hermano agarro su hierrito uno (los de aquella época saben cómo le pegaba) y me la puso en green. O sea, una cosa despampanante. Así fue en el día. Él arreglaba todos los errores que me había mandado yo.

Lo que tuvo también de importante, ese torneo, fue que hacía un año que había fallecido mi papá. Entonces, fue bastante emotivo para los dos. Mi viejo lo acompañó bastante a mi hermano, en los torneos. De hecho, Diego había venido de Estados Unidos porque estaba estudiando allí. Y mi papá fue gran instigador para que mi hermano realice esto (Diego fue uno de los primeros, en Argentina, en hacer esta experiencia). Fue un torneo lindo que hemos ganado, a pesar de que me mandé mis buenas macanas también. 

Y en cuanto a lo relacionado al Scandinavian Mixed, es posible que se pueda ir a eventos similares a éste. De hecho, el European Tour y el Ladies European Tour ya están jugando varios torneos que tienen un estilo similar. Un ejemplo es la «Layla Meryem Cup» (en honor a la madre del rey actual), que se juega en Marruecos, al mismo tiempo que el evento masculino (en distintas canchas del mismo complejo). De hecho, en la gala, están juntos los hombres y las mujeres. Otro ejemplo del continente, que se me viene a la cabeza, es el caso del «Golf Sixes»: partidos de 6 hoyos, en donde han competido grupos de mujeres (son equipos de 2 golfistas).

Si repasamos un poco la historia de este tipo de competencias, en Estados Unidos, podemos ver lo que pasó en el US Open 2014, en Pinehurst, La primera semana jugaron los hombres y la segunda semana jugaron las mujeres, en la misma cancha. En esa ocasión, la versión femenina del Abierto Estadounidense fue una de las veces que más público tuvo. Pensá que, el evento de las mujeres, le da pérdidas a la USGA. (lo que pasa es que lo hace con la plata que se recauda del US Open masculino). A su vez, otro evento que te puedo mencionar es el Wendy’s 3 Tour Challenge. Un evento que se jugaba con un grupo (todos de 3 integrantes) del PGA Tour, un grupo del LPGA Tour y un grupo del Champions Tour, entre ellos.

Ahora bien, para eventos iguales al propuesto por Henrik Stenson y Ánnika Sörenstam, yo creo que van a esperar a que tenga éxito la competencia mencionada para poder implementarlo en un futuro. No creo que sea la primera opción. Es raro, por una misma bolsa, competir hombres y mujeres. Sí se que la LPGA tiene ganas de hacer algo en conjunto con el PGA Tour, por un tema de exposición. Saben que, si juegan en conjunto, van a tener una exposición que, en este momento, no están teniendo. Si el PGA Tour quiere ayudar verdaderamente a la LPGA (como en su momento lo dijeron), esto sería ideal. Sería una muy buena manera de apoyar al golf femenino, sin sacrificar nada de su circuito. Todos están con este tema de hacer crecer el deporte y saben que el mayor potencial de crecimiento está en las mujeres. Así que tendría lógica esto. Es cuestión de encontrar el punto y el hueco en el calendario. Ahora bien, al estar junto con los hombres, la cantidad de prensa que va haría notas a ambos. Es lo que necesita el golf de mujeres: la exposición.

Todo esto también le serviría a las mujeres para ver cómo ellos juegan, y de qué manera encaran el deporte. A su vez, para ellos, sería bueno ver algunas de las virtudes y el talento que tienen las mujeres. Yo creo que muchos se han sorprendido por las cosas que han visto. En las experiencias actuales, ellos están contentos de jugar con las mujeres y viceversa. Ha sido un buen combo.

En esta foto vemos, de izquierda a derecha, a María Marta Abramoff, María Eugenia Noguerol y Nora Ventureira, representando a nuestro país durante la Copa Espírito Santo (perteneciente al World Team Amateur Championship) de 1986.

– Voy a detenerme en 2 años que marcaron un antes y un después en tu carrera. El 1ero: 1987. Viajaste a Colombia, con María Eugenia Noguerol, a disputar el Séptimo Mundial Femenino de Golf, en el Club Campestre de Cali (Colombia). Salieron campeonas ante jugadoras como la estadounidense Kay Cockerill (Campeona del US Women’s Amateur 1986). ¿Qué recordás de esa semana? ¿Fue el triunfo más especial de tu carrera? De ser así, ¿por qué?

– Sin dudas, fue el título más especial de mi carrera. En ese mundial no solamente estaba Kay Cockerill (actual comentarista de Golf Channel), sino que también estaban las españolas, las francesas y las suizas, que habían quedado primeras, segundas y octavas, respectivamente, en la Copa Espírito Santo jugada en Caracas, el año anterior. La realidad es que era un torneo muy importante. Había figuras muy importantes. Este evento se hacía cada dos años (los años alternos a la Copa Espírito Santo nombrada). Como había dicho, cuando nombré a Vicky Zemborain, en un momento pensaban no llevarnos porque habíamos jugado tan mal la última edición, que habíamos quedado fuera de los países que se podían invitar. Entonces, la asociación tenía que pagar todos los gastos: el pasaje y los viáticos (la organización se hacía cargo de la estadía. Por ejemplo, nosotros nos quedamos ahí mismo, en los dormies del Club Campestre de Cali). Por suerte, gracias a Vicky, nos terminaron mandando.

De esa semana, me acuerdo que hizo mucho calor. En la final, habíamos jugado bastante bien. El último día, estábamos jugando muy bien las dos. Yo arranqué, en el hoyo uno, pásandome (con el segundo golpe) hacia el fondo del green de ese par cuatro. Habíamos salido bastante nerviosas (por lo menos yo). Y de ahí hice un chip bastante fuerte, que la pelota se iba a ir del green y, sin embargo, pegó en la bandera y se metió. Y eso como que me serenó. Viste esas cosas, en donde vos decís: «¡Caramba, mirá vos! Quizás, hoy puede ser que las cosas salgan a nuestro favor».

Jugamos muy bien las dos ese día. Después, me pasó lo mismo en el hoyo 17, por adrenalina. Ahí sí hice un doble bogey. Sin embargo, seguimos adelante. Posteriormente, hice birdie, en el hoyo final, dejándome un putt de cincuenta centímetros, rapidísimo, y con caída de izquierda a derecha. Si no tocaba el hoyo, la pelota se me iba a pasar tres metros. La metí y con eso nos quedamos a esperar a ver qué hacían las suizas (que estaban jugando mejor) Y bueno, terminamos ganando.

No lo podíamos creer. Fue una cosa de locos (risas). La realidad es que, el concepto que tenían de nosotras era muy bajo. Fue una semana soñada. Poder salir, poder jugar como querés y poder ganar, representando a tu país, fue espectacular.

– A la temporada siguiente, y también en Punta Carretas (en el Club de Golf de Uruguay) te consagraste campeona con el equipo argentino de Copa Andes 1988. Ese equipo estaba compuesto por nuestra querida Dolores Nava (entrevistada anteriormente), María Eugenia Noguerol, Mercedes Consoli y Beatriz Roselló. ¿Qué cosas te deja el ganar una “Copa Andes”?

– Yo había empezado representar a la Argentina, en la edición de 1984. Ese fue mi primer año y hemos estado muy cerca de ganarlo. Quedamos empatadas en el primer lugar con Perú y con Brasil. Pero había que hacer toda una serie de desempates que terminó dándole, finalmente, la copa a Brasil. Habíamos estado muy cerca. Y después costó hasta ese año 1988 (Mis actuaciones fueron estas: 1984, en Buenos Aires. 1985, en Guayaquil. 1986, en Lima. 1987, en La Paz, y esta edición de la cual estamos hablando).

La Copa Andes, para mí, es una de las copas más divertidas que hay. En esa época era mucho más desgastante de lo que es ahora porque había diez equipos, para los nueve que hay ahora. Se jugaba en un lapso de cinco días. La competencia empezaba un lunes y terminaba un sábado (viajabas el viernes anterior y practicabas sábado y domingo). En un día, jugabas solamente contra un equipo. Los otros días, jugabas contra dos y tenías un día de descanso. La particularidad que tenía el evento era el famoso día de descanso: se determinaba por sorteo. Entonces, a vos te podía tocar descansar el último día, ya habías hecho lo que tenías que hacer y te sentabas a esperar a ver qué era lo que hacían los demás equipos, teniendo en cuenta que tu suerte ya estaba echada, dependiendo de los demás. O quizás, el descanso lo tenías el primer día y, después, jugabas todos seguidos, los otros cinco días. O te podía tocar el descanso en el medio, que era lo ideal.

Todo lo descripto era importante. No era lo mismo que te tocara solo contra Brasil a que te tocara, por ejemplo, Brasil y Colombia, o Brasil y Perú, en un mismo día y, a Colombia, le tocaba Bolivia (sin faltarle el respeto. Aunque Bolivia siempre tuvo jugadoras que no llegaron a una cifra baja. Entonces, por lo general, era un equipo más accesible). La copa tenía eso. Vos te podías reventar contra grandes potencias, mientras a otros le tocaban equipos más accesibles. Era así. Podías alternar tus jugadoras y descansar jugadoras. Sino, de otra manera, no podías hacer esto.

Haber ganado la Copa Andes, para mí, fue fabuloso. Es el torneo más divertido que hay. Y es único en el mundo.

– Hay algo que siempre me sorprendió de vos. Nunca quisiste ser profesional, teniendo el talento para hacerlo. ¿Te arrepentís de algo? De no ser así, ¿en qué te basaste para tomar esa decisión?

– Es verdad. Tenía el talento en ese momento. Y, por ahí, trabajando un poco más mi swing y mis áreas de juego, podría haber llegado, por lo menos, a probar. No se si hubiera sido una excelente profesional, o una buena profesional. Pero, por lo menos, podría haberlo intentado.

Pero yo creo que una de las grandes razones, por las cuales no quise hacer ese camino, fue porque, después de haber vivido afuera del país y habernos trasladado de un país al otro, no es fácil. La vida del expatriado no es fácil. Es una vida donde vos haces amistades que perdés. A su vez, tenés que empezar de cero, nuevos colegios, nueva gente, nueva nueva cultura, etc. Y yo ya quería establecerme en un lugar.

Cuando volví a la Argentina, dije: «Bueno, ya basta de estar moviéndome de un lado a otro». Y la vida profesional te lleva a eso. Sos un nómade. Vas de un lado a otro y no estás nunca en tu casa. Yo quería tener mi familia, vivir en mi lugar, tener mi casa, jugar al golf como hobby (porque me gustaba), y ser aficionada, representando al país, si podía y tenía el nivel. Pero eso de estar moviéndome por todas partes, ya no. Ya no quería hacerlo.

La vida profesional, realmente, te tiene que gustar mucho. Te tiene que gustar mucho el golf y tenés que estar muy convencido de lo que querés hacer porque no es una vida fácil. Es muy solitaria y de mucho sacrificio. Yo admiro profundamente (cómo lo dije la otra vez, en una charla de Webinar) lo que fue Silvia Bertolaccini (a quien entrevistamos también). Ella lo hizo en una época en donde nadie se iba a Estados Unidos. Y la verdad que irse sola, para mí, fue de mucho sacrificio.

Tengo una admiración tremenda por los que lograron esto. En mi caso, creo que lo pensé dos segundos. Y dije: «Ni loca quiero hacer esa vida para mí».

– La nombrada Dolores Nava, al hablarnos sobre vos, te define como una gran compañera. Para esto, menciona 2 ejemplos (le hago escuchar un audio de ella). El primero: la influencia que tuviste para que ella viaje a la universidad, en Estados Unidos. El segundo: el viajar a verla pegar en el tee del 1 del World Team Amateur Championship 1988 (disputado en Suecia), a pesar de que salías mucho más tarde que ella (la otra integrante del equipo era María Eugenia Noguerol). Primero, me gustaría que nos recuerdes esas experiencias. A su vez, esa unión entre compatriotas, ¿fue la clave por la cual obtuvieron todos estos éxitos que hemos contado? De ser así, ¿por qué?

– La verdad que no me acordaba esa anécdota que cuenta Dolores. Ahora bien, esto lo hacía como jugadora y también lo hacía como capitana (en este rol, es como que tenés la obligación). Siempre fui de ir a ver a mis compañeras, cuando estaban jugando.

Esta edición fue en 1988, como bien dijiste. En 1986, en Venezuela, habíamos ido con María Marta Abramoff y María Noguerol. Era una cosa rarísima el tema de los horarios en esos mundiales. Antes, tus salidas te tocaban por sorteo. Entonces, por ahí salía una del equipo a la mañana, otra al mediodía y la restante a la tarde. Ahora, ya salen una detrás de la otra. En los equipos de cada país, salen una tras la otra, y están cerca, a la misma hora. Pero, en esa época, salías a cualquier hora.

En la edición de 1986, recuerdo que María Marta se sentía mal y, sin embargo, salió a jugar por la mañana. Yo también tenía que jugar a la tarde y, María Marta ya estaba por el hoyo 9, así que me fui hasta allí para ver cómo estaba y, posteriormente, fui a hacer mi rutina, entrar en calor y todo lo correspondiente.

Todo esto lo veo como que es lo que hay que hacer. Si vos estás en un equipo, tenés que estar pendiente de tus compañeras de juego, tenés que estar ahí, tenés que apoyarte… Me parece que es lo básico. No lo veo como un gran logro, sino como lo que tiene que ser. Soy sensata y tengo esta manera de pensar del sentido común. Por eso, hice esto y de esa manera.

Evidentemente, el compañerismo es fundamental en las competencias por equipo. Lo ves en todo: en el fútbol, en el básquet, en el voley, en el béisbol… en lo que sea. Si vos tenes a alguien que es una discordia, es como una manzana podrida: termina pudriendo al resto. Es así y tenés que meterle toda la buena onda. Hemos tenido equipos, en los cuales hubo jugadoras controversiales. Y no te puedo explicar lo que pudo haber. En los hombres, me imagino que también ha pasado. Yo te hablo de las mujeres, que es el lugar que conozco más. Es complicado, cuando tenés una jugadora así. Te altera las parejas, te altera las comidas, te altera las charlas… Te altera todo.

– Pasaron los años y, en Argentina, seguiste demostrando tu nivel. No solamente sumaste 1 final más en el Abierto de Aficionadas (año 2000, perdiendo con María Olivero, actual capitana del equipo femenino de Copa Andes), sino que lo ganaste posteriormente, en la edición de 2003 (en Los Lagartos CC) a tu compatriota Camila Sola, con un categórico 10 & 9. ¿Cómo fue sacarse la espina, luego de tantas ediciones? El ganar un evento de tal magnitud, ¿implica la capacidad de poder dar “un paso adelante” en la carrera?

– Esto fue sacarme la espina porque, como dijiste vos, había estado cerca tantas veces que la realidad era que finalmente se me dió. Pero también reconozco que, las veces que perdí, lo he hecho con la jugadora que estaba en su mejor momento (perdí con Susana Garmendia, con María Noguerol y con María Olivero)

En este 2003, empecé muy mal ese campeonato nacional, ahí en Los Lagartos, porque el primer día (que tenía que jugar contra María Laura Elvira) me quede charlando en el putting green (no recuerdo con quién). Y era mi horario de salida. Cuando miro, perdí el primer hoyo. Estaba María Laura en el tee, junto con Daniel Silva. Los dos me miraban, como diciendo «¿Cuando vas a venir?». Y bueno. Perdí el hoyo por no haber estado en mi horario y preparada en el tee del salida.

Posteriormente a esto, caminamos el primer hoyo y llegamos al tee del 2. Luego, perdí un par de hoyos más y estaba bastante abajo (creo que estaba 3 o 4 abajo, luego de los primeros nueve hoyos) y, desde ahí, no sé. Algún tiro, que habré hecho algo, me dio vuelta las cosas y terminé ganado ese partido. Luego, terminé ganando este evento nacional.

Esa semana jugué muy bien. Estaba en un nivel superlativo. Le estaba pegando a la pelota como hacía tiempo que no le pegaba. Fue mucha satisfacción haberlo jugado.

Con esto, no hubo ni un antes ni un después, en la carrera. Mi último torneo importante fue la Copa Andes de 1989. Ahí, ya había nacido mi primer hijo. Después, empecé a jugar de nuevo cuando la más chiquita empezó a ir a doble turno. Eso me permitió poder volver a competir, en fines del 1999. Hacía poco tiempo que había retomado. Por lo tanto, para mí, todo eso era la felicidad de poder estar jugando de nuevo y de poder estar compitiendo otra vez. Entonces, en el 2000, empecé a ir otra vez a Copa Andes, hasta el 2003. Ya, en el 2004 (que se volvió a jugar en Argentina. Se disputó en Mar del Plata), no clasifiqué para el equipo.

Era tal la felicidad de poder estar jugando, que decía: «Bueno, vamos a ver hasta cuándo». Había que ver hasta cuándo me daba el físico, porque era más grande. Ahora bien, no tenía mayor expectativa que esa: la felicidad de poder volver a jugar.

Esta foto se dio en La Cumbre, Córdoba. Allí se disputó, en 2019, el Torneo Nacional Interfederativo de Mayores. En las damas, y perteneciendo al Área Metropolitana, Nora Ventureira se ha llevado este evento junto a Camila Sola y Carolina Vallaco.

– 2008, y en Nordelta Golf Club, te tocó perder la final, de este mismo evento, con una joven Victoria Tanco (entrevistada también por nosotros). Hasta ese momento, ya tenía 3 US Women’s Open disputados. Me gustaría que me definas la importancia de su trayectoria para el golf argentino. ¿La convencerías para que vuelva de su retiro? De ser así, ¿por qué?

– Mira, la verdad es que yo la veo tan feliz a Vicky Tanco, en este momento. Está bien, está en pareja, y está en paz. Decirle que vuelva a jugar al golf es lo mismo que tratar de convencerla a María Noguerol para que vuelva a competir. María Noguerol no quiere saber nada con la competencia porque compitió desde muy chica. No quiere tener el estrés de la competencia.

En el caso de Vicky, se ve que ya no la hacía feliz el hecho de competir. Y a Vicky la conocí desde muy chiquita. Fui capitana de ella, en un pre-juvenil que se jugó en Payandé (en las afueras de Bogotá). Lo más importante, para cualquier persona, es ser feliz. Y si a ella no le hace feliz la competencia en golf, te diría que no vale la pena que lo haga. Y esto te lo digo, por más que tenga todo el talento y que tenga todo lo que necesita para ganar.

Sé que está jugando de nuevo, se que está de novia con un chico que juega golf. A su vez, está acompañada por Manuela Carbajo Ré (otra gran representante de nuestro país), entrenando juntas. Está en contacto, de nuevo, con el deporte. Está tirando pelotas y sale a jugar unos hoyos. Pero quizás juega recreativamente. Ojalá pida volver a su estatus de aficionada y la tengamos, en Argentina, para competir, para que nos represente y demás. Eso sería fabuloso, siempre y cuando a ella le divierta eso.

Entiendo su decisión. Lo importante, hoy por hoy, es lo que te hace feliz. Y si ella, cuando juega competitivamente al golf, no es feliz, no la trataría de convencer. Más bien, la acompañaría en este proceso. Y dejaría que sola, cuando cicatricen las heridas que debe tener (porque por algo dejó), vuelva a jugar y que pueda volver a divertirse en una cancha de golf.

– Voy a entrar a tu etapa de analista. Nos vamos a la actualidad de nuestro golf y vemos, en nuestro país a nuestra querida Delfina Acosta en el Symetra Tour (gira de antesala al LPGA) y a Magdalena Simmermacher en el Ladies European Tour. Por otro lado, Ela Anacona, a nivel juvenil, está marcando tendencias. Tampoco debemos dejar de lado a Agustina Zeballos, quien tendrá el privilegio de disputar el Augusta Women’s Amateur, el año que viene (siempre y cuando mantenga tal condición): un evento que llegó para quedarse, por todo lo que significa estar en Augusta National y su historia. Tenemos futuro, ¿verdad? ¿Faltaría algo? A su vez, me gustaría que le dieras un consejo para Agustina, por la magnitud del evento que le tocará disputar.

– Bueno, con todas las jugadoras que mencionaste, he jugado. De hecho, mi último torneo importante fue el Abierto Argentino de Damas, que me tocó jugar con Ela y con Agustina Zeballos. Entre las dos no sumaban la edad de mi hijo mayor (risas). Por suerte, los padres le llevaban los palos, así que charlaba con ellos (porque imaginate qué vas a charlar con chicas que tenían entre once y doce años, cada). Es extraordinaria la manera de jugar de ambas.

La ventaja que tienen, hoy por hoy, las chicas (a diferencia de épocas pasadas) es que nosotros teníamos que conseguirlo todo. No existía la tecnología, ni existían todas las facilidades que tienen en la actualidad. Yo, por ejemplo, competía, cuando gane en el 2003, con los mismos palos que tenía desde la década del ’80. Estaba tan contenta por poder jugar, que me importaba un comino si tenía los últimos palos o no. Seguía jugando con mis Ping I2 y así la fui llevando.

Las chicas, sin embargo, ahora tienen la mejor tecnología, acceso a los análisis del swing, a psicólogos deportivos, a una buena nutrición, a la parte de acondicionamiento físico… Tienen muchas ventajas, que está bueno que las tengan. A su vez, creo que estas chicas las han sabido aprovechar a las mismas.

En cuanto a lo referido las chicas, se que Agustina tuvo un problema de espalda. Así que necesita cuidarse. Necesita ver bien ese tema, y no descuidarse, porque puede terminar con cualquier carrera. Agustina Gómez Cisterna se que es otra de las buenas jugadoras que tenemos, que está en Estados Unidos.

En fin, tenemos buenas jugadoras que nos puede llegar a dar varias satisfacciones más. Te agrego a Maggie Simmermacher, que está haciendo muy buen trabajo en el Ladies European Tour (tengan en cuenta que la nota se hizo antes de sus logros recientes), Manuela Carbajo Ré tiene muchísimo talento, igual que Delfina. De Manu dejame agregarte que pienso que es cuestión de que encuentre su momento, que marque un antes y un después, y haga ese click para que vuelva a conseguir su confianza y pueda empezar a jugar, como lo hacía antes. Con que ella juegue con el mismo nivel que jugaba acá, hace unos cuatro-cinco años atrás, le va a ir muy bien en el Symetra y, seguramente, también en la LPGA. Talento le sobra para jugar bien.

¿Que le recomendaría a Agustina Zeballos? En su momento, la vi y me encontré con ella fuera una cancha de golf (de hecho, estábamos en un centro comercial, en donde me encontré a ella con sus padres). Y le recomendé seriamente que tratará de ir a la universidad. Hace un tiempo, Lorena Ochoa, en una entrevista, dijo: «Realmente, le recomiendo a todos que pasen por la universidad: es buenísimo. Y, a Agustina, le volvería a decir lo mismo: que pase por la universidad. De esa manera, va a tener una vista más cercana de lo que significa la vida de jugadora profesional, porque allí realmente te hacen entrenar lo físico, va a tener una carrera, va a estar en un ambiente de amistad y de equipo (ella es muy tímida. Así que eso la ayudaría a soltarse un poquito). Ela ya está en ese camino.

Yo creo que, en ese aspecto, estamos bien. No sé qué viene atrás. Ahora la tenemos a Valentina Rossi, que también está jugando bastante bien (es otra de las jugadoras que hay que mirar) Después, el qué viene atrás, es incierto. Hay muy pocas chiquitas que estén jugando. Y creo que ahí es donde tenemos que hacer hincapié. Tratar de «usar» a estas jugadoras que están saliendo ahora, y que tienen un buen presente, para estimular y motivar, a otras chiquitas, a que jueguen al golf igual que ellas.

– Voy a la región y veo a las mexicanas Gaby Lopez y María Fassi, rompiendo barreras en el LPGA. Éstas son acompañadas por la colombiana Mariajo Uribe (actualmente embarazada), la ecuatoriana Daniela Darquea, la paraguaya Julieta Granada y la puertorriqueña María Fernanda Torres. ¿Qué deberíamos copiar de la región, teniendo en cuenta la gran cantidad de jugadoras que nos representan en la liga más importante del mundo? De 0 a 10, ¿Cuál fue la importancia de Lorena Ochoa para que pase esto? ¿Me podrías marcar una “sucesora” de ella?

– Bueno, yo creo que, la sucesora de Lorena Ochoa, puede llegar a ser María Fassi. A María Fassi la veo con muchas ganas. Tiene un gran respaldo. Un respaldo económico y un respaldo familiar muy importante. Sus hermanos son también deportistas y los padres son cordobeses (el papá es el presidente de Talleres de Córdoba y del equipo mexicano de Pachuca). A lo dicho, hay que sumarle que ha podido jugar buenos torneos, ha podido entrenarse bien, y ha podido tener buena competencia. Además, la veo como mentalmente fuerte. Lo que le pega es impresionante (280 yardas de promedio, con el driver). A María la vimos en Augusta, el año pasado (en el Augusta Women’s Amateur). Tiene un juego superlativo y un swing muy poderoso, así que podría llegar a ser una reemplazante de Lorena Ochoa

El caso de México es un caso muy especial. México tiene, desde hace muchísimo tiempo, la Federación Femenil de Golf, que es como un desprendimiento de la Federación Mexicana de Golf. Entonces, ahí tienen un grupo de mujeres que se hace cargo, precisamente, del golf de damas (profesionales y aficionadas). Ellas están pendientes de sus jugadoras, las estimulan, realizan torneos, las acompañan a los torneos afuera del país, están muy bien organizadas, reciben un porcentaje (de lo que recauda la Federación Mexicana de Golf) para que ellas puedan ejercer todo este tipo de actividades. Desde hace mucho tiempo que ellas están organizadas de esa manera.

A su vez, lo que tiene México es el IGPM («Impulsando al Golf Profesional Mexicano) que es una asociación que está destinada a recaudar fondos para apoyar a las jugadoras que se hacen profesionales, y que no tienen los medios (ni la cantidad de patrocinantes) como para poder competir. Entonces, con lo que ellos recaudan (a través de un Pro-Am y después de distintos sponsors), les pagan los viáticos, les pagan los traslados y las inscripciones de las jugadoras (no todas. Pero sí algunas, en el Symetra Tour). Entonces, hay jugadoras que tienen, por uno o dos años, pagadas las inscripciones, y el traslado en avión (o en auto. El que sea), para que las jugadoras puedan competir y tengan, por lo menos, esa tranquilidad de que tienen a alguien que se va a hacer cargo de sus gastos. Después, en cuanto a las jugadoras del Symetra, la mayoría van a casas de familia, así que no tienen gastos de alojamiento. Entonces, de esa manera pueden colaborar bastante.

En el caso de María José Uribe, en Colombia, el golf también está bastante organizado y tiene la particularidad que, hasta ahora, (porque parece que cambiaría en esta etapa), La Federación Colombiana de Golf es tanto de los aficionados como de los profesionales. Entonces, una vez que los jugadores pasan al profesionalismo, no los abandonan. También los siguen, y los acompañan, en su nueva etapa. Y el seguimiento no es sólo con los medios. Hay, también, una gira para profesionales bastante sana y saludable (participa la federación aquí).

En los otros países de Latinoamérica (Argentina incluida) una vez que los jugadores se hacen profesionales, quedan relegados. Sobre todo, esto le pasa a las mujeres. Por ejemplo, si vemos a la PGA de Argentina, en la parte de instrucción, si hay profesoras que aportan al organismo y que tienen su lugar. Pero el TPG (El tour de profesionales del golf argentino), no las tienen contempladas siquiera. No existen mujeres ahí y todas estas chicas, que se han hecho profesionales, no tienen una representación en la Argentina. Entonces, una vez que se hacen profesionales, es como que quedan solas. Quedan sueltas. No hay quien las apoye, no hay quien la siga, no hay quien las acompañe, y no hay quien las contenga. De esa manera, si no consiguen un sponsor o si sus familias no tienen una una entrada económica que les permita apoyar a sus hijas (en estas carreras), se les hace muy cuesta arriba. Por lo tanto, yo creo que lo importante sería que el TPG tenga una sección de mujeres, teniendo a una de ellas, dentro de su comisión, como para que esté atrás de las chicas (incluyéndolas, incorporándolas y acompañándolas). Eso como primer paso. Posteriormente, buscaría otras alternativas para poder acompañarlas.

Charlando con Manu Carbajo Ré, yo le preguntaba si ella, desde que se hizo profesional, tuvo alguna charla (o se le acercó alguien) con el TPG y nadie se acercó. En cuanto a Delfina Acosta, me decía Diego Ortíz, su profesor, que el quería que jugara el «Abierto del Sur» o «la Copa de Oro» (no recuerdo exactamente), con los profesionales hombres, saliendo del tee de ellos. Y no la incluyeron.

Si empezando por tu propio país, a las jugadoras profesionales, no tiene acercamiento un organismo así, es más complicado que ellas puedan ejercer su actividad. No tienen su reconocimiento. Deberían, por lo menos, hacerlas jugar en los torneos que juegan los hombres (ejemplo: el «Abierto del Litoral», el «Abierto Norpatagónico», entre otros, si es que están en Argentina). Haciéndolas salir de su tee, pero permitiéndoles tener esa experiencia. Hay que ayudarlas a exponerse. Como te dije, creo que la exposición es una de las herramientas más fuertes que podemos llegar a tener para que crezca el golf femenino.

– Fuiste parte de la gran cadena de Golf Channel LA durante más de 10 años (agosto de 2007 a marzo de 2018), dejando una marca. A su vez, sos parte del staff de la edición argentina de la prestigiosa revista “Golf Digest” ¿Cambió tu pensamiento sobre la dificultad de este deporte, viéndolo desde una perspectiva “fuera de las sogas”? ¿Cuál es la clave, en tu rol de comunicadora social, para transmitir esta pasión que tanto queremos? Yo tengo el siguiente principio: para transmitirle a la gente la belleza del golf, no hay que inventar nada. ¿Coincidís?

– No cambió mi pensamiento sobre las complicaciones de este deporte. Yo tenía muy en claro lo difícil que es el golf. Por eso te dije que no me quise hacer profesional: te tiene que gustar mucho, tenés que estar muy atrás y no era el tipo de vida que yo quería para mí. El golf es un deporte muy complicado y lo tengo muy presente.

A raíz de esto, como jugadora, podés tener más empatía con el profesional porque, por más que vos no hayas jugado por plata y no estés expuesta (al nivel de la televisión, cantidad de gente, etc), habiendo competido al más alto nivel de aficionada, vos también sabes lo que es embocar (o no) un putt para ganar un mundial. Sabes lo que es, a su vez, embocar un putt para ganar un Sudamericano, para ganar un campeonato del club, un campeonato nacional… La sensación es a otra escala. Pero es la misma. Los nervios y la adrenalina son los mismos. Quizás, la recompensa sea distinta. Pero, haberte puesto una situación de ese estilo, es muy parecido.

Esa empatía yo creo que siempre estará. Y sobre todo por ser mujer. La otra vez que hablamos con Silvia (Bertolaccini), creo que coincidimos en eso. La perspectiva de la mujer es mucho más sensible, con respecto a la hora de hacer la crítica y a la hora de ver el golf en televisión. Creo que uno siempre busca las partes positivas. Sos más suave a la hora de que criticar, sos más de ponerte en el lugar del otro y sos más en pensar en las consecuencias de una crítica fuerte (salvo que sea una cosa demasiado grosera, algo que tenga que ver con romper las reglas, alguna falta de respeto o algo así). En la parte del golf nadie juega mal a propósito. Y menos cuando vos lo tomas como medio de vida. Todo el mundo trata de hacer lo mejor posible. Hay veces que las cosas te salen y otras no.

Hay una palabra que yo detesto en todos los deportes, cuando escucho transmisiones : el famoso «pecho frío». Es una expresión que me molesta muchísimo, porque yo creo que, la mayoría de la gente que dice estas palabras, son personas que nunca estuvieron en esta posición de competir al nivel que están compitiendo las personas a las cuales critican. Yo creo que, una persona que está en el puesto 125 del ranking del PGA Tour, no puede ser nunca «pecho frío» porque es el 125 del mundo. Por algo está ahí. Tendrá mejores o peores momentos. Puede tener un buen o un mal día. O un buen o mal putt. O lo que fuera. Pero no puede ser una persona tibia, o un cobarde, cuando está en esa posición. Por algo llegaste ahí. Como te dije, es un término que a mí me molesta muchísimo. No me gusta ni cuando se lo dicen a los futbolistas, ni a los basquetbolistas, ni a los que corren… Me parece muy feo y es algo que uno aprende a través de los años de transmisión.

La gente no juega mal, ni rinde mal a propósito. Son circunstancias del momento. Hay momentos que vos estas bien mental, física y anímicamente, pudiendo encarar una situación de mejor modo. Y, a su vez, hay otras veces que, por ahí, te levantaste un día con un dolor de estómago tremendo, influyendo en tu rendimiento. No es que seas mejor o peor que lo que fuiste hace una semana atrás, cuando ganaste el torneo. Simplemente, no estás al 100%: lo que necesitas para ganar, con el nivel de competencia que hay en este momento.

En esta foto vemos a Nora Ventureira, entrevistando a nuestro querido Abel Gallegos, en el Latin American Amateur Championship 2020, disputado en El Camaleón Mayakoba Golf Club.

– Por otro lado, también sos parte del equipo del apasionante Latin American Amateur Championship. Este año, fuiste testigo de la primera victoria de nuestro país aquí, con nuestro querido Abel Gallegos. Un pasaje a Augusta en noviembre (para quienes no saben, The Masters se disputa tradicionalmente en abril. Pero la pandemia del Covid-19 retrasó todo) y un viaje a Royal St George’s, en 2021 (Open Championship), lo esperan. Me gustaría que nos relates las sensaciones de esa histórica semana para nuestro golf. Esta nueva camada de chicos, ¿está para grandes cosas?

– Lo de Abel fue una cosa extraordinaria. Vos pensá que el Latin American Amateur Championship es de Latinoamérica. Entonces, se supone que vos tenés que ser bastante imparcial y que tenés que tener una mirada más objetiva. No podés estar sumamente a favor de un país (por más que seas Argentina) porque no corresponde. Y, a la hora de entrevistar, a la hora de hacer las conferencias de prensa, a la hora de tratar los jugadores, tenés que hacerlo de la misma manera. Hay que ser lo más imparcial posible. Pero, en el caso de Abel, la verdad que el chico es divino. Es realmente un chico adorable, cero malicia y muy querible. Así que eso hace, también, que sea más difícil mantener un punto de vista objetivo (risas).

Ahora bien, lo más sobresaliente de todo esto fue que, cuando empezó este Latin American Amateur Championship, nosotros éramos sede en Pilar Golf Club. Pilar Golf es el lugar donde los chicos entrenan. Y teníamos unos jugadores en muy buen nivel, en ese momento (entre ellos, Alejandro Tosti, que terminó siendo subcampeón). Sin desmerecer al resto de los jugadores que participaban, estábamos con la sensación de que, como se jugaba en la casa de los chicos (donde ellos practicaban) teníamos una ventaja bastante importante. Teníamos la idea de que Argentina iba a ganar esa edición por el talento de los chicos y, aparte, por la ventaja de ser local. Cuando Tosti terminó quedando segundo, fue un bajón. Y después nos costó un montón. Los chicos tenían buenas actuaciones (Alejandro las ha vuelto a tener, entre ellos), pero no podíamos ganar el torneo. Por lo tanto, lo de Abel fue, quizás, el momento que todos estábamos esperando hace varios años. Fue una alegría una alegría enorme.

Hay chicos con mucho talento en la Argentina. Cada uno buscará su destino. Abel ya dijo que no iba a ir a la universidad. Pero ojalá muchos pasen por allí, para lograr tener un título y los años de competencia que te fortalecen. Aparte, ahora está este nuevo premio, que es a los mejores y a los más destacados universitarios: el PGA Tour les va a dar algunas invitaciones para el circuito. Por lo tanto, hay una razón más para ir a la universidad y quedarse los cuatro años.

– Para terminar, agradeciéndote por tu enorme predisposición, como hago con todos mis invitados, me gustaría que nos des un consejo para quien se inicia en esto, por amor al deporte, o para quien da sus primeros pasos como profesional.

– Cada uno tiene que encontrar qué es lo que lo motiva. Para mí, el golf siempre fue un hobby. Yo siempre lo tomé así. Viviendo en Capital o cuando vivía afuera, en Bogotá, en Venezuela (me quedaba muy lejos la cancha de golf) yo no podía ir en la semana a practicar, no tenía tiempo (sumado a las dificultades nombradas). Cuando llegué a la Argentina, tenía el club cerca. Pero el colegio me quedaba en Belgrano (vivía en San Isidro). A su vez, la universidad me quedaba en el Centro… Nunca tuve demasiado tiempo para practicar. Por lo tanto, me lo tomaba como un hobby.

Esto tiene que ser algo que te guste. Tiene que ser algo que te divierta. Si no te divierte, es muy jorobado que puedas seguir jugando y que te pueda dar satisfacciones.

A los que recién empiezan como chicos, más que ellos (porque no tienen mucha idea de esto) le diría a los padres que los acompañen desde lejos. Que los lleven, que los traigan… pero que traten de meterse lo menos posible. Tienen que dejar que los chicos descubran, hagan y deshagan. El golf es un deporte que te inculca muchas cosas positivas: las reglas y el comportamiento, entre otras cosas. Por lo tanto, hay que dejarlos que ellos descubran por sí solo este deporte. A su vez, hay que tratarles de conseguirles amistades para que vayan juntos y, de esa manera, sea más divertido.

Al que se va a ser profesional, antes de llegar a ese status, que lo piense bien. Que piense bien si está dispuesto a hacer el sacrificio que significa jugar golf, los viajes, saber que no siempre vas a estar acompañado… También uno debe ser ser honesto consigo mismo y evaluar al respecto. Uno de los grandes profesores que hay hoy en día (no recuerdo quién, específicamente) había dicho lo siguiente: «Si vos no jugás, regularmente, tu propia cancha en -4 o -5, cada vez que salís a jugar, yo te diría que pienses bien si te querés hacer profesional» . Hay que hacer una autocrítica y decir: «Bueno, ¿tengo las condiciones para poder ser profesional?» Esto te lo digo porque, realmente, hay un campo bastante lindo para los que quieran jugar al golf como aficionados. Podés representar a tu país y, a su vez, podés viajar por todos lados sin la responsabilidad de tener que llevar el pan a tu casa. Es una linda alternativa. Además, podes trabajar dentro del golf, sin necesidad de ser profesional. Podés ser encargado de un club de golf, podés estar en la parte de venta de equipamientos, en la parte de gerenciamiento, o en otros aspectos que te mantengan relacionado con el golf y que te permitan seguir jugando.

El que se quiera hacer profesional, primero debe hacer una autocrítica importante que evalúe bien su calidad y su condición. Después, si lo quiere hacer, a pesar de todo, que se proponga un tiempo límite en el cual las cosas que tienen que salir. Ahora bien, si no le salen dentro de ese tiempo, que dé marcha atrás. Por eso, para mí es tan importante la universidad en Estados Unidos. Mientras lo estás descubriendo y mientras lo estás descifrando, tenés una carrera. Entonces, si el día de mañana, el golf no te funciona (porque tu nivel no es el que vos esperabas, porque tuviste los yips, por algún problema en tu familia, que no te permite intentar este tipo de vida, o lo que fuera) tenés un «Plan B». Siempre es importante tener una alternativa en la vida.

Como conclusión, para los padres de los chicos que recién arrancan: dejen que se diviertan. Esto es un deporte. Es un juego donde los chicos tienen que ir y pasarla bien.

Para los que se quieran hacer profesionales: hagan (antes) una autocrítica de su juego. Evalúen bien su posición y después tomen las decisiones. Si es posible, pasen por la universidad.

Creo que no es necesario que amplíe mucho más. Nora es alguien que conoce este medio como muy pocas. Nos dio, definitivamente, una clase magistral de cómo debemos entender nuestro deporte. Y no hace alardes con su prestigio. Ella es así. Se puede sentar horas y horas a hablar del golf porque lo siente, lo vive y lo respira. Como todos nosotros. La única diferencia es que ella estuvo a ambos lados del campo (si hacemos referencia a sus experiencias en competencia destacadas, lógicamente). Pero es una más de esta familia que conforma el golf.

Espero no haber generado muchas identificaciones con el recordado oficinista que nombré a principio de este artículo. De ser así, no me hago mucho problema porque estoy seguro que logré mi objetivo. Digo esto porque Nora, con su experiencia y su sencillez, nos llevó a ese origen filosófico del golfista, en donde pudimos vislumbrar por qué uno decide ponerse en contacto con esta actividad. Lleva esta pasión en la sangre, como nosotros. Es FACTOR GOLF POSITIVO.

Matías Miguel Torge

Handicap 54

 

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