Una historia «de novela» pudimos apreciar en Shadow Creek. El dulce placer de ganar, luego de tanto esfuerzo.
Quédense tranquilos. No nos vamos a poner en «modo cursi». Simplemente, usamos el tema como ejemplo. En este caso, creemos que es el más indicado para explicar lo que pasó.
Me imagino que, como yo, habrán escuchado la frase del ¡que vuelvan los lentos! Era el ambiente perfecto para el arte de seducción. De ambos lados se buscaba que los gestos coincidieran. En esas coincidencias, se buscaban todos los recursos éticamente posibles (sin invadir a la otra persona, obviamente). El famoso «cabezazo», en los bailes del club, era la señal universal de ese primer paso. Luego, en el caso que los caminos del amor tomen su cauce, entraba en juego la famosa «tarjeta», con el número de teléfono escrito en puño y letra. Y de ahí, viajes en algún vehículo (según la distancia), llamados que tenían al azar como ingrediente principal (esa voz, en el teléfono, se deseaba con ansias) y varios encuentros para llegar a ese ansiado «primer beso» (siempre que las partes estuvieran de acuerdo). Toda acción era medida. No era (como digo comúnmente aquí) «pedir pan en un supermercado». Ni lo sigue siendo. Podrías ser un gran seductor o una gran seductora. Ahora bien, no se conseguía nada si el interés sobrevivía, en la superficie, por un período corto de tiempo. Había que alimentar, esa voluntad del encuentro, día tras día.
Hoy en día, los recursos aumentaron la facilidad de la seducción. Instagram, Facebook, y Tinder, por nombrar algunos, simplifican estas coincidencias. ¿Cambios que facilitaron esto? ¿Cambios que rompieron ciertas tradiciones y desvirtuaron el arte descripto? La respuesta la dejo al criterio de cada uno. Por lo tanto, les puedo asegurar que, al intervenir rasgos sociales en el tema, no hay una respuesta posible. A todos les llega su momento indicado. Estos pasos nombrados todavía siguen para muchos de nosotros. Pasos que conforman la palabra «confianza»: palabra que fue protagonista en este torneo.

Ante todo, hay que destacar el consenso general (de muchos de ustedes) por Shadow Creek. Una cancha que, a pesar de que se ganó con un score bajo, demostró que no sólo es «un campo bonito». Una preparación cercana a un US Open, sin dejar de lado la diversión que genera el «riesgo-recompensa». Creemos que, con este tipo de trazados, hay que dejar de lado las limitaciones de palos y pelotas. La solución está al alcance de sus manos.

A raíz de lo descripto, entramos en una polémica: ¿campos así no generan mayor juego lento? No es responsabilidad de quien prepara las canchas. La queja de Tyrrell Hatton (el inglés lideraba el jueves) fue justa. Y eso que «no es santo de nuestra devoción». Ahora bien, no se puede tardar más de cinco horas y media. Son 18 hoyos. No 72. En el Women’s PGA Championship, la semana pasada, la checa Klara Spilkova no pasó el corte por un golpe. ¿Por qué motivo? Una sanción de este tipo. Aquí también la solución está sobre la mesa. Sobre la mesa y a la vista de todos.

A la vista de todos se encuentra, de igual manera, el buen momento de nuestros representantes. Hace mucho tiempo que no veíamos a dos jugadores latinos dentro de un Top 10, en un evento del PGA Tour, antes de que aparezcan estas máquinas de «molestar» a los más grandes. Ya no es casualidad que, tanto a Joaquín Niemann, como a Sebastián Muñoz y Abraham Ancer, se los nombre como candidatos. En un mínimo escalón más abajo, no sería sorpresa que, tanto Carlos Ortíz, como Emiliano Grillo, triunfen en algún torneo. Y nombres como los de Fabián Gómez, Jhonattan Vegas y Camilo Villegas (por decir algunos) saben como estar allí arriba, peleando eventos. El futuro de la región está asegurado y nos alegramos de que así sea. Un pequeño detalle: Sebastián Muñoz jugó el campo de Augusta, en Noviembre del año pasado. Sabemos que todavía falta. Pero no dudo que muchos le hayan pedido los apuntes.

Y a otro que le pedirán un poquito de su confianza es a Jason Kokrak. Un Jason Kokrak que demostró la existencia de distintos caminos para el triunfo. Fue de menor a mayor. Como en su carrera. Miren, al principio, este muchacho era visto como un simple pegador largo. Bueno, ese simple pegador se transformó en un jugador consistente que generaba buenas vueltas pero, al llegar el momento del cierre, le costaba. Siempre había un Top 10 por ahí. Pero nunca terminaba de demostrar su potencial. Algo cambió cuando se metió en el Tour Championship 2018, con un birdie en el hoyo 18 de Medinah Country Club (N°3). Faltaba ese salto de calidad. Un saltó que costó realizar. Pero llegó.

Pasando los primeros 9 hoyos se puso como líder. El concierto sobre el green seguía. 14 putts de más de 10 pies: récord en su carrera. Ya no sólo tiraba bombazos desde el tee. Esa autoridad de líder, forjada con el paso de los años, se vio con absoluta claridad. Xander Schauffele (recuperando terreno luego de un sábado falllido) demostraba que por algo lo dimos como candidato. Putt monstruoso de 46 pies, en el hoyo 13, igualando la punta. Sin embargo, en el largo par 5 del 16, arriesgó de más, dejando uno de ventaja para Kokrak. Si bien esa ventaja era pequeña, por el nivel del reconocido «bombardero» (hasta hoy), parecía que el torneo tenía dueño.

Con algún susto en el 18, Kokrak había logrado su cometido. Russell Henley (líder al arrancar el día domingo) iba en búsqueda del milagro, en ese último capítulo de la ronda. Necesitaba un 2 que nunca llegó. La historia estaba escrita.
«El amor», para conquistar al éxito, le llevó tiempo al querido Jason Kokrak. Y todo lo que cuesta vale. Lo que vamos a decir no es una crítica. Todo lo contrario. Tuvo perseverancia e ingenio para hacerse un lugar en este tour. Ese lugar lo tiene bien ganado, luego de 233 intentos. Mejor dicho, la buena relación con la victoria (y todo lo que genera) está asegurada. Conoce el camino para llegar a ella. Estuvo 233 SEMANAS PARA ENAMORARSE.

Matías Miguel Torge
Handicap 54
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