La experiencia en uno de los clubes más tradicionales de nuestro país, contada en primera persona.
Les voy a confesar algo: luego de un año sin jugar (y teniendo en cuenta que soy de alto handicap), tenía miedo de hacer papelones. Es lógico, teniendo en cuenta mi inactividad y mi situación. Ahora bien, nada de eso toma importancia, cuando uno se siente en familia. Es lo que me pasó el día de hoy.

Había decidido tomarme un día libre para ir a conocerlos a ellos. Un club que es un gran anfitrión, tanto con sus innumerables socios como con sus invitados. Desde Luis (el starter del campo), que te recibe como si estuvieras a punto de pegar tu primer tiro en un US Open, hasta los mozos del buffet. Todos te hacen sentir que sos parte del lugar. Un lugar que, ni bien entrás, te permite «entrar en calor» con un amplio putting green (no nos olvidemos la importancia de la distancia social) y una zona de juego corto cómoda. A su vez, unos metros hacia la derecha, se encuentra el driving range, para ultimar detalles en el swing.

En cuanto al diseño del campo, una cosa es contarlo y otra cosa es vivirlo. Si bien no fue mi mejor día de golf (por mi nivel bajo), entendí que el trazado te obliga a tener buenas decisiones estratégicas. Hay muchas salidas desde el tee en donde, ante una mala elección de la parte del fairway que uno quiere usar, los segundos tiros pasan a ser determinantes. La ubicación en la salida te puede hacer perder un tiro si, en el sector elegido para la misma, no se tuvieron en cuenta ramas de árboles intrusos. Los mismos saben estorbar muy bien.

Ah, como «frutilla del postre», me di el lujo de compartir salida con uno de los mejores profesores de Argentina (y un gran amigo): Pablo Sola. El mismo aceptó acompañarnos (tanto a otro amigo personal, como a mí), preocupándose porque pasemos una tarde amena y porque podamos aprender los detalles que tiene la técnica que propone este hermoso deporte. ¿De qué manera? Con las palabras justas y una simpleza típica de un profesor de su calidad. Les recomiendo que puedan tomar clases con él, en Driving Norte. No se van a arrepentir.
Por último, no puedo dejar de mencionar a Matías Gramajo, presidente de la Subcomisión del Club, quien día a día hace un esfuerzo enorme para que Golf Club José Jurado sea un lugar en donde se respire golf, al 100%. No es casualidad que tanto él, como Eric Schumovich y Federico Shin (surgidos en el club) sean 3 de los mejores jugadores que tiene el golf argentino. En cuanto a la presencia, son profesionales dentro y fuera de la cancha. No se extrañen de seguir escuchando sus nombres, con el correr del tiempo.
Espero no olvidarme de nadie y simplemente gracias, a toda la gente del lugar, por permitirme pasar una hermosa tarde. No es casualidad que al club lo rodee la «villa olímpica». Es cuna de un espíritu deportivo motivador. Un espíritu que invadió nuestra tarde.
Así fue MI DÍA EN GOLF CLUB JOSÉ JURADO. Espero que ustedes, cuando vayan a visitar las instalaciones del lugar, puedan decir lo mismo. Sin conocerlo, mi querido lector, podría adivinar que coincidirá con lo descripto.

Matías Miguel Torge
Handicap 54