La importancia de saber convivir con el precipicio: uno de los valores más importantes para el cumplimiento de los sueños.
Nos simplificó el análisis. O mejor dicho, rompió las historias principales del evento. Con lo que le dio ventaja y con lo que lo complicó. Fue la imagen más cruda de lo que tiene este deporte. Cuando todos los caminos nos llevaban para un lado, pudo dar varios giros de 180°. Increíble pero real.

El protagonista principal de la semana era Sam Burns. Su actuación era dominante y cercana al avasallamiento. Iba en camino a ser el primer ganador de punta a punta (en este evento), desde el recordado Charlie Sifford (quien acabó con la discriminación racial en este deporte), en 1969 (el triunfo lo consiguió en un playoff). Al terminar el viernes, establecía el récord de score, en esta competencia. Todo iba bajo control. Y eso que, el día sábado, se bancó (como todos) una suspensión de cuatro horas, por los fuertes vientos que predominaban en el campo. Sin embargo, las turbulencias fueron creciendo.

La tercera ronda no se llegó a terminar porque no había más luz. Una luz que se había apagado antes, en el juego de Sam Burns. Dos bogeys seguidos lo hacían terminar el sábado con ciertas inseguridades. Al día siguiente, arrancó con otro bogey más y la ventaja se diluía. Sólo 2 golpes quedaban de crédito, luego de transcurridos los primeros 54 hoyos. Un crédito que iba a ser exprimido (y aumentado) hasta el hoyo 12 del domingo: lugar concreto del surgimiento de considerables grietas. Perdió un sólo golpe allí (su tiro de salida podría haber sido aún más costoso), pero el daño estaba hecho. Nuevos bogeys consecutivos, en el 14 y en el 15, sentenciaban su futuro.
La incertidumbre, que generaba la vacante de liderazgo, era compensada por dos personas. Empecemos por la primera: alguien cuya suerte viene «maldita» desde Puerto Rico.

No tenemos nada con nuestros queridos hermanos boricuas. Ahora bien, a excepción del noruego Viktor Hovland y el estado (triunfó en Mayakoba, a fines del año pasado), quien ha ganado en Puerto Rico no ha podido triunfar en otro torneo del PGA Tour. Y entre ellos está el querido Tony Finau. ¡37 Top 10, desde su victoria del 2016! ¿Ahora entienden lo difícil que es ganar, a este nivel? El N°13 del mundo hizo TODO para llevarse el triunfo. Es cierto que siempre gana el que mejor hace las cosas. Aun así, sabiendo las presiones que genera el salir en el último grupo, se puso al acecho rápidamente. 31 golpes, en los primeros nueve hoyos. Las cámaras empezaron a girar para su lado y aguantó la presión. A pesar del bogey, en el hoyo 15, no aflojó. 2 birdies, en los últimos 3 hoyos, para establecer un score de -12, en el clubhouse. Algo, lamentablemente, tenía que romper sus planes. Es allí donde entra el protagonista de esta semana.

Con la inspiración que genera estar «en su casa» (es oriundo de Los Ángeles y fue el primer torneo que vio como profesional, a los 2 años) y su fanatismo por Tiger Woods (anfitrión del torneo. Párrafo aparte para sus declaraciones por su futuro. Dejamos el link correspondiente), la euforia de Max Homa era previsible. Pero, ¿en dónde comienzan sus chances? Podríamos decir que tuvo la suerte de estar cerca de hacer un albatros, en el par 5 del hoyo 1, antes de que la tercera ronda se suspendiera. Sin embargo, a pesar de que Sam Burns mantendría su ventaja (hablando de la última jornada), fue el que tuvo el mejor arranque.
Nunca le perdió la pisada al líder, haciendo 4 birdies en los primeros 10 hoyos. Por el contrario: apretó el acelerador. Su juego de tee a green lo dejaba en la punta, acompañado de Finau. ¿En qué momento? Cuando el mismo terminaba, Homa hacía un birdie, en el par 5 del 17. A continuación, un dardo milimétrico (en el hoyo 18) le permitía quedar a 3 pies de cumplir ese anhelo. Un anhelo que provocará muchos pensamientos, como han visto el video. Un video que me permite proponerles algo: luego de ver el fallo de Homa, ¿qué ideas hubiesen pasado por su cabeza, mi querido lector? Sea cual sea su respuesta, no le voy a negar que el desempate fue sorpresivo. No obstante, lo ocurrido es más común de lo que se cree.
El desempate contó de dos hoyos. Todo parecía que se inclinaría del lado de Finau. Las cosas arrancaban en el 10 y Max Homa pegaba su salida al tronco de un arbusto. Ninguno de nosotros pensaba que las cosas caerían del lado del angelino. A pesar de todo esto, su escape fue antológico. Si no será el tiro del año, le va a pasar cerca. Si bien se fue con un par, el golpe emocional era duro. Tan duro como su «accidente», en el hoyo 18. Finau fallaría su corto putt, influenciado (en nuestro humilde criterio) por esta situación. Una montaña rusa.
En el segundo capítulo del desempate (par 3 del hoyo 14), Finau se complicó en el bunker de la izquierda del green. Intentó salvarse, pero no pudo. Max Homa triunfó con dos putts de rutina. Ahora bien, no podemos aislarnos con sólo lo descripto. El que debía «aislarse en sí mismo» (ya que la palabra está de moda, la exprimiremos al máximo) fue él. Y lo hizo a la perfección. Por eso no dejamos pasar ningún detalle. Porque esto es golf crudo. Es nuestro deporte en esencia. La hemos dicho muchas veces. Pero tiene un sentido. No te podés descuidar NUNCA.
Nos vamos con una primicia que proviene de Estados Unidos. Golf Digest ha mencionado que se pondrá en marcha la siguiente decisión: en un playoff, empezará aquel golfista que haya terminado primero la última ronda (si están en el mismo grupo, se utilizará el orden de juego de esa vuelta final). Este será un pequeño toque de previsibilidad. Una previsibilidad que este deporte no la tiene. Max Homa sabía esto y lo tuvo en cuenta. Le hizo honor a su tocayo: «El Superagente 86». Cuando la situación lo ameritaba, se metió en EL CONO DEL SILENCIO.

Matías Miguel Torge
Handicap 54