Nuestro deporte en camino hacia un lugar sin precedentes.
Estados Unidos es el rey del espectáculo. Les doy un simple ejemplo como argumento. Cuando hablamos de ambiente teatral, es indudable que Broadway sería la primer palabra dicha. No solamente es parte del corazón neoyorquino por su geografía. Es un rasgo distintivo de ella. A su vez, es una fuente de inspiración para otro tipo de expresiones populares del lugar. En este grupo, entran los programas con el estilo «Late Show».
Al hablar de este tipo de eventos (se transmitían/transmiten a la noche, con un estilo descontracturado, sin perder una rutina formada. La misma tiene como base a una entrevista central), vienen muchos nombres históricos a la cabeza. Uno de los primeros, sin lugar a dudas, es David Letterman. Fue uno de los pioneros de este tipo de expresiones artísticas. Continuando los pasos de su gran amigo, Johnny Carlson (el gran maestro de todo esto), permaneció durante 33 años al aire, con su programa. Sí, así como les digo. Pasó a ser una tradición para el pueblo norteamericano. Obviamente que se mantuvo en la palestra gracias a su esencia: humor, sarcasmo (a tal punto de realizar acciones absurdas para ese entonces)… Nada era imposible. En esa «sana anarquía», cautivaba a un público fiel que, con el tiempo, se dio cuenta de su espíritu trasgresor. Cambió la manera de comunicar. Han pasado, por su programa, un grupo de celebridades que va desde Bill Murray hasta Barack Obama. Un programa que, cuando se dejó de emitir, ha generado un shock. A tal punto que Jimmy Kimmel (otro gran presentador de su «escuela») se emocionó, en ese momento, ya que despedía a su máxima referencia. Ah: les aviso que estaba transmitiendo su programa, en el canal rival. Se había dejado una huella imborrable.

Justamente, cuando hablamos de huella imborrable, no podemos dejar de lado al nombre que llevó al golf a su difusión. Tiger Woods juntó a las masas para un mismo rumbo. Ahora bien, Arnold Palmer empezó este proceso. Un Arnold Palmer que hizo de Bay Hill Club & Lodge su casa. Actualmente, lo tenemos mirando el mismo desde el cielo. Creo que no se disgustó nada, con esta última edición. Todo lo contrario.

Creo que es la primera vez que me resulta muy difícil explicar detalladamente lo que pasó en el torneo. Y esto lo digo porque sentí que hubo una atmósfera que hace rato que no veía. Una atmósfera que había arrancado el sábado, con un gran comienzo de un Jordan Spieth que no puede cerrar sus chispazos de su «versión 2015». Y digo chispazos porque me di cuenta de que sería ingrato, hasta con él mismo, decir que «está de vuelta». Las épocas pasan y los competidores son cada vez más. Sin embargo, ha encontrado una nueva serie de recursos que le permite encontrar mayores soluciones, en menor cantidad de tiempo. Y de eso se trata este juego. Veremos cómo continúa.

Siguiendo con la descripción del ambiente, tampoco podemos dejar de lado al eterno Lee Westwood. Bordeando los 48 años y sigue intacto. Miren que la situación era difícil para él. Y esto lo digo más allá de que volvió a ganar la Race to Dubai (del European Tour), siendo el más veterano en hacerlo. Logros no le faltan. Además, estuvo a la altura de las circunstancias. Muchos me dirán qué pienso acerca de los putts cortos fallados en el hoyo 14 y en el hoyo 16, del día domingo. Los mismos fueron contrarrestados por dos grandes putts, en el hoyo 12 y en el 15. Me hubiera gustado saber qué hubiera pasado si su segundo tiro, del hoyo 18 (día domingo), no hubiera caído en un divot. De cualquier manera, fue un condimento especial de una semana que tuvo al siguiente protagonista como centro de la escena.
Sería fácil, para mí, caer en las dos bombas del par 5 del 6. En ambos días, pegó 2 drives de más de 370 yardas, pasando la laguna que rodea al lugar, sin ningún tipo de problemas. Ahora bien, lo que hizo el fin de semana Bryson DeChambeau fue más que 2 bombazos. Más de un mes estuvo entrenando para esos instantes. Instantes que hicieron que el público se aísle del torneo por un instante. Metió una «competencia» de «Long Drive» en el medio de un torneo. Les puedo asegurar que nadie de mi entorno se fijó si la pelota quedaba en el fairway o no. Nos está llevando a otra dimensión. Una dimensión que no pierde las costumbres básicas de este juego.
Tiene caminos distintos al resto, para llegar a los greens: lugar donde se iguala todo. Y él lo sabe. Miren, al finalizar la ronda, sacó uno de ventaja. Ese golpe de ventaja también vino por los kilométricos putts embocados en el hoyo 4 y en el hoyo 11. Ese golpe de ventaja también vino por su putt para par, de 5 pies, en el hoyo 18. Hace diferencias en la mentalidad. Nunca dejó de ser valiente, como se lo pidió Tiger Woods (Bryson reveló que se mandaron mensajes entre sí). El mismo hizo referencia a lo que podría decir Arnold Palmer.
Bryson DeChambeau no es uno de los eternos sucesores. Vino a poner sus propias reglas. Y no hace esto en carácter autoritario. Todo lo contrario. Es el último que se va de cada Driving Range. A su vez, es el primero que se emociona cuando escucha el nombre de Arnold Palmer. No usa una boina de casualidad: es su forma de manifestar su admiración a Ben Hogan. No nos olvidemos que también se tomó su tiempo para hablar con nuestro querido maestro Roberto De Vicenzo. Vino a imponer su estilo, sin dejar de lado a aquellos que hicieron que nuestro deporte esté donde está actualmente.
No es casualidad el video del comienzo. Creo que es un claro ejemplo de lo que puede venir, en el mundo del golf. Como primicia, les aviso que Bryson DeChambeau tiene pensado jugar, al hoyo 18 de la Stadium Course del TPC Sawgrass (mítica sede del The Players Championship), por el fairway del 9. Si no hay carpas de hospitalidad, es un camino viable.
¡BIENVENIDOS A GOLF LATE SHOW! (CON BRYSON DE CHAMBEAU).

Matías Miguel Torge
Handicap 54