Detalles de una de las finales más deslucidas de la historia del WGC-Dell Technologies Match Play. Cuando el golf se transforma en una carrera de resistencia.
«Buenos días a todos. Queremos informar que, en la Avenida 9 de Julio, se encuentra interrumpida la circulación. Esto ocurre a la altura de Carlos Calvo. Recordamos tomar el acceso dirigido hacia la Av. Entre Ríos».
Cuando uno viaja a Buenos Aires, se produce una amargura bárbara al escuchar el temido «informe de tránsito» (por cualquier emisora radial). Peor es la desazón cuando uno no se entera de esto: el camino se hace infinito, las bocinas rompen la mente (me imagino que no esperaba que dijera otra cosa) y la paciencia trata de reciclarse. Una imagen que podría reproducirse, luego de lo visto el domingo en Austin Country Club.
De más está decir que tener que jugar 36 hoyos, luego de una maratón de golf (piensen que los participantes, hasta antes de empezar el día final, llevaban alrededor de 90 hoyos acumulados… en 4 días), pasa factura. Esto se puede ver potenciado si el viento juega un factor preponderante. Sin embargo, no podemos dejar pasar que esperábamos mucho más de ambos finalistas.
En la mañana del domingo, los estadounidenses Billy Horschel y Scottie Scheffler han podido administrar sus energías y sus ventajas. El primero triunfó 3&2 sobre el francés Victor Perez, quien no tuvo margen de error. Por otro lado, Scottie Scheffler supo activar todo su arsenal golfístico para ganarle a un Matt Kuchar que no consiguió un birdie, en los 18 hoyos disputados (posteriormente, ganaría el match por el tercer lugar). 1 UP y la esperanza tejana seguía en pie.
Un birdie para cada uno, en esta final. Y eso que la definición llegó hasta el green del hoyo 17. Scottie Scheffler se había quedado sin dardos, a pesar de que aguantaba. Para colmo, un tímido Horschel embocaba un gran chip, en el hoyo 5, para poner las cosas igualadas. Pareciera que, luego de esa situación, se había conformado. Como decíamos en nuestras historias de Instagram, uno no podía más. El otro no quería arriesgar más de lo debido.
Un error grosero de Scheffler (en el hoyo 7) y un tiro milagroso de Horschel (en el hoyo 9). Esos fueron los únicos dos detalles que hicieron la diferencia. Desde allí, el ex ganador de la FedEx Cup 2014 nunca perdió su ventaja de 2 UP. El favorito del público tuvo la chance de descontar, en el hoyo 14. La misma fue desperdiciada de manera insólita: Scheffler había errado su corto putt (para birdie). El río seguía su curso.
Un torneo con modalidad «Match Play» oxigena y muestra «otras caras» de nuestro deporte, en el transcurso de la temporada. Ahora bien, una competencia de este tipo desgasta. El físico queda averiado y la cabeza rota. ¿Y cuáles son las soluciones para hacer el torneo más agradable? Sinceramente, considero que es muy difícil dar una respuesta. Los jugadores entienden el formato del evento, aunque no genere emociones positivas. A su vez, el público pierde su asombro, al llegar a los días finales. ¿Y si prueba con partidos a 9 hoyos, hasta llegar a la final, para no desgastar tanto a los protagonistas? Siempre se podría buscar «una vuelta», entendiendo (en esta caso) el poco margen de maniobra.
Billy Horschel llegó a la primera victoria en un WGC. El camino fue largo. Tan largo como los embotellamientos porteños experimentados. En ambos casos, LA PROCESIÓN FUE POR DENTRO.

Matías Miguel Torge
Handicap 54