PHIL MICKELSON: RESPETO, SILENCIO Y APLAUSOS

La historia no se volvió a escribir. Él es parte de ella.

Quizás, sea mi última entrada en este blog. Quizás, después de este pequeño artículo, no pueda escribir por un largo tiempo, hasta que me establezca económicamente. Si este es mi final, es el mejor que podía haber pedido.

Hace un tiempo atrás (más precisamente, en el Masters 2020 de Noviembre), vi que alguien lo quiso comparar con el alemán Bernhard Langer, preguntando quién iba a terminar mejor en Augusta. Me pareció la peor falta de respeto que se le pueda hacer a nuestro protagonista en cuestión. Espero que no se malinterprete esto: todos sabemos la trayectoria del alemán quien, con sus 2 majors, supo hacer que nuestro deporte empiece a surgir en su país. Sin embargo, a sus 63 años, ya no tiene las energías suficientes para llevarse un Masters. Claramente, si lo podemos volver a ver ganar un major, sería algo sorpresivo, teniendo en cuenta que no compite con asiduidad (en el PGA Tour). Phil, sin embargo, hace tiempo que quería seguir afrontando este desafío, cueste lo que cueste.

Bajó de peso y buscó aumentar su potencia. Todos (me incluyo, con el cariño que le tengo) pensábamos que estaba loco, viéndolo desparramarse (aún más) sobre los distintos roughs de los torneos. En este año, cuando lo vi tirar una pelota afuera en Pebble Beach (en la salida del par 5 del hoyo 14), pensé que tenía que parar con esa «obsesión», si quería seguir jugando al máximo nivel. Reconozco que fue un error garrafal. Si me identifico tanto con su pensamiento, no puedo pedirle que cambie su esencia.

Gracias a él (en gran medida), es la pasión que yo tengo por este deporte. Como lo venía diciendo en mis «descargas de furia» en Instagram (por los hechos mencionados), es perfectamente imperfecto. ¿Y qué quiere decir esto? Que todos nos hemos identificado en algún momento con él, tanto en lo bueno… como en lo malo. Y eso es lo que atrae.

¿Cuántos «moralistas de café» han hablado cuando pegó un putt en movimiento, en el par 4 del hoyo 13 de Shinecock Hills, disputando el US Open 2018? Muchos. Sin embargo, estas mismas personas no son capaces de reconocer sus propia rotura de palos, sus insultos, o alguna mala actitud que hayan tenido disputando una ronda, de manera amateur.

¿Cuántos intentamos pensar qué es lo que quiso hacer, al intentar ciertas locuras, y luego nos dimos cuenta que nosotros hemos intentado situaciones similares? Les puedo asegurar que todos tenemos un «escape perfecto» o una acción ridícula, arriesgándonos al límite. En muchas ocasiones de la vida, hay que cerrar los ojos y apretar el acelerador. Podemos tomar como ejemplo su cierre en Colonial CC, en 2008. O podemos tomar sus aventuras en el WGC de México, bailando «el rock de la cárcel» y recorriendo cada uno de los tupidos árboles del Club de Golf Chapultepec. Si, en cuanto a «acciones ridículas o fáciles de olvidar», se me fue de la memoria el US Open 2006. No es necesario traerlo en este momento.

¿Cuántos hubiéramos saltado como él, en el Masters 2004? ¿O cuántos hubiéramos dejado todo por nuestra familia, como lo hizo él con Amy (su fiel compañera), en 2009? Ah, para complementar esta última pregunta, logró el Masters 2010, emocionando a propios y extraños… como hoy.

Phil Mickelson nos lleva lo imposible a la puerta de nuestras casas. Nos obliga a no perder las esperanzas. Nos obliga a divertirnos como niños. Él, en el fondo, lo es. Es que, para jugar a este juego, se necesita tener la aventura y la sencillez de un niño. Un niño nunca deja de aprender, nunca deja de seguir buscando y aprende de sus errores, atesorando la experiencia en su billetera. Esto también es parte de la vigencia.

Phil Mickelson es aquel que se va con un saco de cuero al programa de Feherty. Es el mismo que se pone a bailar, con un inmutable Kevin Kisner, en la Presidents Cup 2017. Es aquel que se preocupa por tener el récord de mayor cantidad de veces levantando su pulgar, como en la edición del PGA Championship 2019. Es aquel que le pregunta a un chico qué palo tiene que usar, como lo hizo en Boston, en esa misma temporada. Es aquel que va y gana el Open Championship 2013, luego de ganar el Scottish Open la semana anterior, rompiendo cualquier tipo de estadística. Es el mismo que le da una pelotita a un chico con ELA, mientras se llevaba este evento. Es aquel que va a la graduación de su hija y sacrifica un US Open, sabiendo lo importante que es (para él) el Abierto Estadounidense («Bobby» Díaz puede dar fe de lo que digo). Y no me importa si el día de mañana me da una entrevista o no (a pesar de que les puedo asegurar que sigo «moviendo cielo y tierra» para cumplir ese sueño). Y no me importa si no gana el US Open de aquí en más. Lo he visto todo. Es el que me hizo sentar de vuelta para estar en frente del televisor, a pesar de tener un enojo tremendo porque mi trabajo no se valora como se debe, en el ambiente del medio, teniendo que pausar mi blog por un tiempo indefinido.

Cuando aquellos que me dicen que sólo Rory McIlroy, Jordan Spieth y nuestros queridos representantes latinos (no tengo NADA en contra de ellos. No es necesario que lo demuestre. Quien me ha seguido constantemente, sabe con qué sentido lo digo), luego de ver este nuevo capítulo de mi ídolo, les tengo que responder de la siguiente manera: antes de ellos, había un Justin Leonard , un Corey Pavin, un Fred Couples, un Jesper Parnevik, un Ernie Els, un Chris Di Marco, un Nick Price, un John Daly, un Sam Torrance, un David Toms, un Davis Love III, un Ernie Els, un Ian Woosnam, un José María Olazábal… un Seve Ballesteros. Un Seve Ballesteros que renace con este sr. Amigos: a mi me enseñaron que NUNCA hay que olvidarse de los orígenes de uno.

Hoy no está Bones al lado: está Tim, su querido hermano. Tina también hizo fueerza, desde la distancia. Nuestro deporte va a crecer el día que valoremos a estas personas como se debe. No es momento para analizar resultados. No tiene sentido. Me quedé sin voz y la emoción me invade. Probablemente, haya sido el artículo más desprolijo de la historia. Ahora, les puedo asegurar que es el artículo más sentido que he hecho. Me sabrán entender

LO HEMOS VISTO TODO. PHIL MICKELSON ES EL GANADOR MÁS VETERANO DE UN MAJOR. RESPETO, SILENCIO Y APLAUSOS (y que la cuenten como quieran…).

Matías Miguel Torge

Handicap 54

¡Ojalá nos podamos volver a ver pronto!

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