La importancia de saber leer el contexto, en eventos de este tipo.
En Argentina, hay un conductor de noticieros que usa un recurso útil para nosotros, administrado en artículos anteriores: leer las definiciones de determinada palabra, en el diccionario. Volveremos a trabajar en esta alternativa, con la palabra protagonista de nuestro título.
Según la Real Academia Española, el oportunismo es la «actitud que consiste en aprovechar al máximo las circunstancias que se ofrecen, sacando de ellas el mayor beneficio posible». Para aquellos que usaban esta acepción como algo negativo, se derrumba la costumbre.

No fue un torneo que haya brillado por la emoción. Puede pasar. El viento brilló por ausencia y, salvando las posiciones de bandera del tercer día, no había complicaciones severas para afrontar. No todos los majors tienen que ser apasionantes, por el simple hecho de que no existe la perfección extrema. De hecho, el que estaba aplacando cualquier tipo de sentimiento era el sudafricano Louis Oosthuizen. Es más, debo confesar que, luego de finalizar la tercera ronda, pensé que era el gran candidato. Los errores del hoyo 11 y el hoyo 13 (en el día sábado) parecían casos aislados. Se lo apreciaba con el mismo andar de St. Andrews 2010 (lugar que lo vio campeón de este evento). Piensen que los bogeys nombrados fueron 2 de los 3 que tuvo, en 54 hoyos. La ventaja era de un golpe, solo en los papeles. Encima, su juego por el green (parte más «débil» del sudafricano) estaba en un nivel similar al de las épocas en cuestión. Nada podía salir mal. El tema es que tenía tres «pesos pesados» en la mira.

En primer lugar, hay que destinarle un párrafo aparte a lo hecho por Jon Rahm. En nuestro humilde criterio, no ganó este The Open por tener el putter desviado en un grado y medio, el día jueves. Después de esa jornada, el nivel fue totalmente destacado. Además, lo hecho en este día domingo confirma por qué es el mejor, en este momento. Y no lo decimos solamente porque haya recuperado el N°1 del mundo. Piense que hoy estaba lejos y, sin embargo, no lo dejamos de ver con chances de ganar. Unas chances que se las ha generado solo. Si el The Open se hubiera jugado a más de 72 hoyos…

En segundo lugar, no hay que desmerecer lo hecho por Jordan Spieth. Reconozco que muchas veces me quejo mucho por esa excesiva adulación que se le da, en mi humilde criterio. Y no me quejo porque Spieth no lo mereciera. Me quejo porque considero que le es perjudicial. De hecho, hoy se vio destacado un aspecto que no es tan reconocido del tejano (dentro de los estándares que el americano impone): la recuperación. Muchos se quedan con su putter, que aparece en el momento indicado. El tema es lo que ha hecho para que ese putter entre en acción.
El final del sábado había sido crítico. Tal es así que visitó el putting green, al finalizar la ronda, y no había embocado nada. Según sus declaraciones, quería romper algo, al finalizar esa tercera jornada. Encima, arrancó con dos bogeys en sus primeros seis hoyos. Sin embargo, en este día domingo, no se desesperó. Se rearmó y pegó un segundo tiro sensacional, en el par 5 del 7, para llevarse el águila. Desde allí, todo cambió. La historia no tuvo un buen final para él porque también se quedó sin hoyos. No obstante, está poniendo otros recursos sobre la mesa. Simplemente, lo anticiparon. ¡Y hay que anticipar la mente de Jordan Spieth!

Definitivamente, queriéndolo o por esas casualidades de la vida (nunca lo sabremos), Collin Morikawa leyó perfectamente lo que estaba pasando en su contexto. En el día sábado, logró ponerse en posición, a pesar de no haber tenido su mejor día. A su vez, comenzando la última jornada, fue testigo de las grietas de Oosthuizen, en su juego. Mientras el sudafricano se complicaba con un bogey en el 7 (se enredó en uno de los bunkers de alrededor del green), Morikawa empezaba una racha de tres birdies consecutivos. A su vez, el putt del 10 (para par) fue un bombazo que hizo daño en el momento justo. La ventaja se extendía y el dominio era tan abrumador que se dependía de un milagro.

Como dijimos, Spieth amagó con la épica. Realizó un crucial birdie, en el hoyo 14. Sin embargo, Morikawa respondería con un birdie en el mismo hoyo. Desde allí, el final era cuestión de tiempo. Un final provocado por una mente privilegiada. Es que en este deporte, «cuando las papas queman», se gana con «lo que une a nuestras orejas». Y esa herramienta debe estar preparada en cada momento. Por lo tanto, con lo descripto, podríamos comentar que la cabeza de Morikawa es tan perfecta como un reloj suizo. Estuvo donde tenía que estar.
Primer jugador en ganar dos majors, en su debut. Collin Morikawa demostró que estos son los primeros pasos de una historia que recordaremos por mucho tiempo. El oportunismo, desde la mirada que lo tratamos de abordar, es una virtud positiva.
En el tiempo que lleva nuestro blog, tuvimos varios testimonios que nos describieron (de manera perfecta) el camino para ser «Champion Golfer of the Year» : Paul Lawrie, Todd Hamilton, Justin Leonard y Ernie Els (los links correspondientes fueron adjuntados). Collin Morikawa aportó un ejemplo más. En conclusión, para estos eventos, se necesita el OPORTUNISMO DE LOS GRANDES.
Matías Miguel Torge
Handicap 54
Louis se equivocó en un bunker…Collin tuvo 3 que eran bogueys y fueron pares. El que se equivoca menos…gana.
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Exactamente amigo. Y, para colmo, ese error solo cambió la historia. Los más importantes se diferencian del montón, según la rapidez con que lean esos momentos. Gracias por todo, como siempre.
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