«La Fiesta del Deporte» mostró sus credenciales.
¿Queda claro que los Juegos Olímpicos generan una atracción distinta e inigualable? Creo que, después de lo que pasó ayer, no se pueden desprestigiar más. Por suerte, muchos de los mejores jugadores del mundo entienden la importancia de la medalla. Quienes no lo hacen, ¿son menores que el resto? Claro que no. Ahora, a este evento hay que tenerle mucho respeto. Nadie está obligado a ir. No obstante, no se lo puede tratar como un torneo más. Y esta última oración va para los que están adentro de las sogas como para los que estamos afuera de las mismas.
Hay un problema: si bien las medallas tienen su orden, todas evidenciaron su nivel de importancia, teniendo en cuenta las historias de fondo existentes. A su vez, la actuación latina fue consagratoria. Por lo tanto, vamos a subdividir este artículo en distintos fragmentos.

Mito Pereira, Sebastián Muñoz, Carlos Ortiz y la consagración de la región: destacamos a ellos 3, solo por una cuestión de mayor exposición. Ahora, la paridad del nivel hizo que Abraham Ancer, Joaquín Niemann y Jhonattan Vegas se quedaran afuera de este análisis, con lo que eso significa (de más está decir que los 6 han cumplido con una tarea destacada. A su vez, no hay que desmerecer las participaciones de Fabrizio Zanotti y Rafael Campos, dejando todo por su patria). Los 6 terminaron en el primer tercio del leaderboard. Esto solo lo digo para arrancar.

En los 3 golfistas remarcados, debemos empezar por Carlos Ortiz. Un Carlos Ortiz que, por esas locuras del destino, fue el que más sufrió el último día. Sin embargo, el mexicano estuvo en posición durante las primeras tres jornadas. Su nivel dejó en claro que puede contar con más victorias que la del Houston Open 2020. Supo cómo mantenerse, con la conciencia del lado emocional del evento. Además, quiso permanecer en la Villa Olímpica, sin perder ese espíritu deportivo amateur. Marca un camino.

Otro que marca un camino es el querido Sebastián Muñoz. Hubo un par de putts cortos que hicieron la diferencia. Solo eso. No obstante, jugó con una agresividad típica de los mejores jugadores del mundo. La tendencia se revirtió y, ahora, todos los miran con respeto. Se lo ganó.
El bogotano quedó eliminado en el tercer hoyo del desempate por la medalla de bronce. Pero esa derrota se dio por virtudes ajenas. Me quedo con esta frase de él: «Representar a mi país me llenó una parte de mí que no sabía que existía. Me encantó». Lo hizo notar, generando una repercusión que hace rato no se veía en nuestra región.

Y si hablamos de repercusiones, es innegable que la actuación del chileno Mito Pereira nos generó grandes sensaciones. Perdón que sea tan repetitivo con esto. Cuando lo entrevisté por abril del 2020, sentí que su actitud fue premonitoria de lo que iba a venir. No se desesperó por la adversidad, a pesar de venir en un momento destacado. Al regreso a la actividad, trabajó arduamente para volver a las fuentes que le habían dado su lugar de privilegio. Clasificó al PGA Tour, luego de 2 victorias consecutivas (ya tenía una, antes del parate por el COVID-19). Desde allí, el ascenso fue meteórico.
En su comienzo en las grandes ligas, lleva 2 «Top 10» consecutivos (1 de ellos fue «Top 5»). Fue a Tokio con la motivación de los buenos resultados obtenidos. Solo detalles lo separaron de una medalla de bronce. Todavía no le encuentro explicación a ese putt que entró y salió, en el tercer hoyo del desempate por el último escalón del podio. Después de esta actuación, quedará en las puertas de los 100 mejores del mundo. Estoy seguro de que esto recién empieza. El mismo nos lo dijo, hace unos instantes.
«Estuvo increíble. Una semana de una experiencia distinta e inolvidable. Desafortunadamente, ese putt no entró. ¡Pero vendrán cosas mejores! Fue increíble representar a Chile».

C.T. Pan y la confianza en su esposa: el simpático taiwanés estaba T-57, luego de terminar el día jueves (son 60 los jugadores en el field). Allí tomó preponderancia la decisión tomada antes de comenzar el torneo.
«Al ser el evento más grande de mi vida, necesito lo mejor. Ella es mi mejor caddie. Me conoce muy bien, lo ha hecho antes y conoce mis malos hábitos. Ella puede decir lo correcto, en el momento correcto. Me ayuda más en el aspecto mental y me hace feliz». Aparte de la expresión de cariño, es una idea sensata y necesaria. Tanto hablamos acerca de la importancia de tener buenas sensaciones en la mente, que C. T. Pan lo entendió a la perfección. Sabiendo las restricciones pertinentes, decidió llevar a la persona que más quiere en el mundo. Su «approach y putt», en el hoyo 18 (4to del playoff por la medalla de bronce), fue el fiel reflejo que tenía todo bajo control. Este momento llegó luego de una ronda notable de 63 golpes.
La medalla de bronce tenía dueño. Sin embargo, no tuvo el reconocimiento correspondiente. Alguien estaba dispuesto a llevarse todo por delante.

Rory Sabbatini y la claridad en sus sueños: 45 años, siendo el deportista más veterano del field. El sudafricano se nacionalizó eslovaco (Martina, su esposa, tuvo mucho que ver en esto), sin pensar en lo que le depararía el destino (esto fue revelado por Golf Digest. Sinceramente, pensé que la historia era distinta). Y hablando de historias, ¿saben cuál fue uno de sus momentos más recordados? La victoria que tuvo en la vieja WGC-World Cup 2003, con Trevor Immelman… para Sudáfrica.
Solo se puso en el radar. Parecía que no erraba. Y miren que la vara se iba corriendo, surgiendo la necesidad de acelerar lo que más se pueda. Tal es así que el eslovaco igualó su récord personal de hoyos en los que les bajó el par (11). Además, realizó la ronda más baja de la trayectoria de la competencia, con 61 golpes. Pensar que luego del bogey del hoyo 16, parecía que la llama se apagaba. Sin embargo, desde allí pegó 6 tiros perfectos, para cerrar con 2 birdies y conseguir su lugar en el podio. No se le puede pedir más. Si bien se lleva el trofeo plateado, perdió la presea dorada por un detalle.
Xander Schauffele y las revanchas de la vida: hablamos en plural porque también su padre fue protagonista. El mismo tenía el sueño de poder conseguir una medalla. Un accidente automovilístico (provocado por un conductor ebrio) lo dejó ciego de un ojo. La competencia del decatlón olímpico (actividad de Stefan) terminaba de alejarse.
Si bien sabemos algunas de sus opiniones al respecto, me hubiera encantado «meterme» en la cabeza del actual N°4 del mundo. ¿Por qué razón? Hubiera estado bueno descubrir cuáles eran sus pensamientos específicos, al pegar en el tee del 1 (empezando el día domingo). Sumemos a esto que, en la tercera jornada, no se sentía cómodo. De no ser por el putter, su herramienta salvadora, el cuento se hubiera quedado sin un final feliz. Ese putter es el mismo que miró a regañadientes (modelo «arm-lock». Este diseño permite que se pueda apoyar al grip en el brazo), por bordear el límite de las reglas. Ese putter es el mismo que respondió en los momentos claves del domingo.

Los 2 birdies, en los primeros dos hoyos, iban a ser decisivos. Si Rory Sabbatini no deslumbraba con su juego, hubiéramos dicho que la historia estaba definida. Parecía que lo que le pasó en Augusta había quedado en el pasado. Los fantasmas resurgían, en el tee del hoyo 14.

Luego de bordear el «fuera de límite», salvó un bogey que lo permitía mantenerse en el liderazgo (compartido con Sabbatini). Hideki Matsuyama, haciendo sentir la condición de local, se ponía a 1. Sin embargo, lo dicho se le volvía a su mente, como un boomerang. Schauffele necesitaba un paso más, para empezar a clarificar el panorama. El birdie, en el hoyo 17, cumplía con este objetivo. Sin embargo, en el 18, debía volver a sufrir. El tiro de salida lo condenaba a salvarse con un wedge, para terminar la proeza.

Cuando más lo necesitaba, apareció ese rayo oportuno. El par estaba consumado. Y la gloria dorada también. Xander Schauffele fue capaz de vencer sus propios problemas, a la hora de cerrar eventos importantes. Xander Schauffele fue capaz de trabajar, de manera incansable, para cumplir un deseo de su padre, sin que él se lo pidiera. Los grandes aparecen cuando el contexto lo requiere. Fue el cierre perfecto.
Para terminar, quiero comentar dos cosas. Por un lado, resalto que Rory McIlroy terminó arrepintiéndose de no darle la oportunidad (anteriormente) que merecía la competencia. Por el otro, hay que destacar las declaraciones de Paul Casey, manifestando que no tiene palabras para aquellos que han decidido no viajar. A su vez, remarcó que representar a tu país es la acción más importante que uno puede hacer. No se puede pedir más. Entendimos el concepto de grandeza. Ojalá muchos los copienm en vez de estar en una nube.
A todo esto, arranca el sueño para las chicas. En el mismo, tenemos que incluir a nuestra querida Maggie Simmermacher. Para colmo, les puedo asegurar que la competencia será descarnizada (sin violar los límites reglamentarios, obviamente). Mientras tanto, solo me queda una palabra para decir, teniendo una alegría inconmensurable por el espectáculo visualizado. ¡GRACIAS!

Matías Miguel Torge
Handicap 54