EL COMIENZO DE UNA NUEVA ERA

Una Ryder Cup con conclusiones que traspasan el evento.

¿Cuál es el paso siguiente a un error? Reconocerlo y ver sus causas, para no volverlo a cometer. Bueno, mi querido lector: me equivoqué en lo que presentía para esta Ryder Cup.

En nuestro humilde criterio, el formato «Match Play» deja en un segundo plano al ranking. Además, con la historia de un evento como éste (y su atmósfera correspondiente), pensábamos que es importante el hecho de haber vivido esta experiencia única. Por lo tanto, podemos decir que hoy se han derribado varios mitos.

Mito N°1. Las relaciones personales no son factores determinantes: no es broma lo que estamos diciendo. Miren, el equipo europeo venía con una paz que hace rato que no se veía. Quedó todo en la nada. La emoción de Rory McIlroy, luego de su punto del domingo ganado (único en la serie), lo dice todo. La bronca era entendible. Nadie duda de su actitud. Además, el hecho de no esconder lo que sentía, refleja su grandeza y su pasión por nuestro deporte. Ahora, siendo uno de los dos mejores jugadores del conjunto, solo pudo aportar un punto. Si una de las estrellas más importantes se apaga, el camino se hace cuesta arriba.

No obstante, tampoco la variable descripta es secundaria. Como hemos anticipado, el equipo estadounidense tenía un serio «problema», relacionado con la administración de egos. Las diferencias entre DeChambeau y Koepka, entre DeChambeau y Cantlay, las molestias de Kevin Na (por no ser seleccionado)… En fin, para Steve Stricker (capitán estadounidense), este camino era similar a un Vía Crucis. Y lo sorteó con creces.

¿Por qué decimos esto? Simple. Tomemos, como ejemplo, el caso DeChambeau vs Koepka. ¿Alguno piensa que serán grandes amigos, luego de esta Ryder Cup? Lo más seguro es que no (lo veo difícil. Ojalá me equivoque nuevamente). De hecho, Koepka había comentado (antes de arrancar el torneo) que solo pensó en relajarse, en vez de estar haciendo actividades lúdicas con el equipo. Todo eso quedó de lado.

Mito N°2. El capitán influye poco en el resultado: lo más loco es que esta idea la expuso el mismo Rory McIlroy, quien tuvo que ser suplente por primera vez (sesión de foursomes, el día sábado). Aclaro algo: esto no es una crítica a Padraig Harrington, a pesar de que tuvo sus equivocaciones (para nosotros, la más determinante fue sentar a Shane Lowry, en los foursomes mencionados del sábado). Todo lo contrario. Hay que mirar hacia la otra esquina.

Steve Stricker tenía pensado un plan. El mismo fue ejecutado a la perfección. A su vez, no permitió que sus jugadores se desenfocaran del objetivo previsto, llevándolos a practicar el campo, dos semanas antes del comienzo. Después, es otra cuestión el tema de los manejos sobre aquellos jugadores que no participaron. En lo estrictamente relacionado a la competencia, no dejó pasar ningún detalle. En consecuencia, cada jugador sabía lo que tenía que hacer. Scotie Scheffler sabía que tenía que ser determinante en los Four-balls, con un Bryson DeChambeau impredecible (párrafo aparte: el capitán declaró que Koepka y el nombrado DeChambeau querían jugar juntos. No aceptó realizarlo). A su vez, Dustin Johnson volvió a ser el que no perdonaba, cuando lideraba el ranking mundial. Y no nos olvidemos de Collin Morikawa, Xander Schauffele (a pesar de su derrota de hoy, con Rory McIlroy) y Patrick Cantlay, siendo protagonistas y buenos acompañantes, cuando les tocaba asumir el rol establecido en cada momento.

Mito N°3. Todo puede pasar, en este tipo de competencias: es verdad que el golf no tiene una lógica asumida… hasta cierto punto.

Es muy difícil ganar, si no embocás. Además, en este tipo de modalidad, es indispensable jugar bien el putt, sabiendo la importancia emocional, en ciertos pasajes de cada match. Por lo tanto, puedo estar hasta mañana repasando las innumerables ventajas perdidas, en los partidos que comandaban los conjuntos europeos. A su vez, en el otro rincón del «ring», hemos hablado de jugadores como Dustin Johnson quien, cuando el aspecto analizado está al 100%, se torna imbatible.

Faltan 2 años para irnos a Roma y visitar el Marco Simone Golf & Country Club. El resultado fue 19-9, en favor de los americanos: anecdótico y abultado. Sería inútil entrar en comparaciones innecesarias o en estadísticas con una importancia menor al número en sí. Solo hay que decir que 17 de los mejores 30 jugadores (hasta esta semana) son estadounidenses. Definitivamente, esto estaría marcando EL COMIENZO DE UNA NUEVA ERA, en el mundo del golf.

Matías Miguel Torge

Handicap 54

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