El nuevo n°10 del mundo y la importancia de sumar recursos, según lo que pida el contexto.
– ¿Cuál fue la diferencia entre la victoria del año pasado y este título?
– Podría decir que probablemente hice mejores putts a lo largo de toda la semana, en este año. El año pasado le pegué muy bien a la bola, pero mi juego corto no estaba afilado. Fallé demasiados putts en los primeros días. Ahora, durante ese fin de semana mejoré muchísimo. Por otro lado, en cuanto a mi desempeño a lo largo de estos días, fue con un mejor (y más estable) golf. Creo que ese es el único aspecto. Es difícil comparar debido a que el año pasado también fue especial para mí.

La respuesta que nos ha dado Viktor Hovland, última de su conferencia de prensa post triunfo, no solo refleja su logro histórico, siendo el único que ha podido defender el título aquí, en el WWT Championship at Mayakoba. Hay un principio imposible de esquivar en el mundo del golf: la necesidad de adaptarse a lo que venga. De hecho, el mismo Koepka lo reflejaba en sus declaraciones anteriores al torneo, cuando Fernanda Vázquez (corresponsal de «El Economista» mexicano) le preguntaba sobre su uso del famoso Trackman (dispositivo tecnológico para obtener información golfística). El ex ganador de majors había entendido la eterna imperfección del golf. Por lo tanto, el hecho de saber convivir con esto lo hizo más grande. Por algo destacamos tanto su mentalidad de campeón.
Antes de entrar a lo específicamente relacionado al nuevo N°10 del mundo, no podemos esquivar lo hecho por nuestro querido Carlos Ortiz. Mas allá de ser local, fue el único que se le animó al noruego, en ese último día. El oriundo de Guadalajara, con 5 birdies en los últimos 7 hoyos (4 seguidos, desde el hoyo 12 al 15), dio mas de un susto a la lógica. O mejor dicho, ya es parte de la lógica. Su pegada y su «agresividad» (dentro del juego) genera preocupaciones en sus rivales. Además, cuando emboca lo que embocó este domingo, genera una atracción imposible de resistir. Da gusto verlo adentro del campo. De hecho él fue la gran razón para que la diferencia no fuera mayor. Tercer «Top 10» seguido aquí y entrada a los 50 mejores de la actualidad. A su vez, llega a Houston (en donde también defenderá el título) con la frente en alto. ¿Se dan cuenta de que no hablo en vano sobre el golf mexicano? Carlos Ortiz es un ejemplo más de los valores más característicos del golf de su país: humildad, agallas y determinación en los momentos importantes. La vitrina se llenará pronto, tengan paciencia.
Y Carlos Ortiz no ganó porque alguien se supo hacer más grande, entendiendo sus limitaciones. Encima, a pesar de que nunca se lo sacó de los jugadores que encabezaban «el futuro del golf» (en referencia a 2/3 temporadas atrás), tuvo que ver cómo sus colegas contemporáneos ganaban todo. Collin Morikawa obtenía majors, Matthew Wolff (a pesar de sus idas y vueltas) se codeaba entre los candidatos y Viktor Hovland, a pesar de su gran regularidad, padecía la falta de triunfos. Ojo, no desmerecemos sus tareas en ese entonces, ganándose el lugar de privilegio y entendiendo lo difícil de llevarse una corona. Simplemente, faltaba un paso más. La autoevaluación fue perfecta. Y la paciencia, también.
Empecemos por algo: ¡Viktor Hovland jugó sin su driver! En el driving range, invitó al neozelandés Danny Lee a que le mostrara su nueva velocidad. El final fue insólito. Para que se den una idea, la vara terminó en tres pedazos y el estadounidense James Hahn (a quien, entre bromas, dijo que le debe algo) salió al rescate, prestándole su driver. Con el detalle que manejan nuestros queridos protagonistas, imagínense la tensión de la situación. Una tensión que no cayó en el noruego, quien nos ha manifestado su comodidad con el campo, sin importar este percance.
Desde que agarró el liderazgo, no lo largó más. Hizo todo lo que tenía que hacer en ese momento. Piensen que, en nuestro humilde criterio, el torneo ya se empezaba a cerrar en el hoyo 11. Y esto lo decimos a pesar de que el mismo Hovland reconoció que no jugó bien el front nine, aguantando con muchos putts embocados. No obstante, la faena había empezado el día sábado, con una ronda de golf cercana a la perfección (62 golpes). Una ronda que también comentó que fue una de las mejores que haya jugado. Una ronda que no eclipsa su rendimiento general, con lo que eso significa. Llegó al récord del campo (en 72 hoyos), luego de un arduo trabajo en los aspectos que se necesitan para empezar a ver a todos desde arriba.
Jeff Smith, su coach, tuvo la misión de trabajar en la mayor debilidad del noruego: el juego corto. Les puedo asegurar que el trabajo se ha notado a la perfección, a pesar de algún que otro «accidente». Es por eso que buscamos hacer la pregunta del inicio del artículo. Gracias a la parte de prensa del torneo (junto al destacado Doug Milne: mencionado moderador de la reunión con el campeón), tuvimos el privilegio de conocer el testimonio de Viktor Hovland, remarcando la acción sobre esta situación. Y menos mal que lo manifestó porque, en alguna medida, nos ha guiado sobre la importancia de adaptarse a lo que venga, con el simple hecho de avanzar. Todo cierra.
«Cambia de colores, según la ocasión», decía la canción. Y el PGA Tour, teniendo en cuenta la paridad existente, no da margen de error. Tampoco dio margen de error Viktor Hovland. La clave pasó en ir COPIANDO AL CAMALEÓN.

Matías Miguel Torge
Handicap 54
PD: como hemos mencionado, agradezco (de todo corazón) a toda la parte de prensa del WWT Championship at Mayakoba. Fue una semana soñada y la recordaré por mucho tiempo.
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