El Sentry Tournament of Champions y el liderazgo del PGA Tour, determinado bajo el sistema de una «propiedad horizontal».
Las «amenazas» del Saudí International, los detallados libros de greens en el exilio y los drivers acortados (como máximo, tienen que tener 46 pulgadas de largo). Todo ese «fuego» quedó en la nada. El PGA Tour lo volvió a hacer, una vez más.
Amigos, voy a decir algo que puede resultar polémico. Ahora, quienes siguen este blog saben que no me caracterizo por ser políticamente correcto. Y la sensación que tuve hoy es que pudimos ver el ejemplo más concreto del por qué hay que dejar de buscar «sucesores» de Tiger Woods. No me agarró ninguna locura. De hecho, uno de los protagonistas me ha avalado esto. No se asuste.
Me paro en un momento del torneo que, para mí, pudo haber sido un punto de inflexión. Creo que esto puede explicar lo que pasó esta semana. Dejemos de lado, por un momento, los números estrafalarios que vimos. Vayamos a lo que sucedió en el par 3 del hoyo 11, en este día final. Jon Rahm, como N°1 del mundo, buscó intimidar con un tiro totalmente arriesgado, a la izquierda de la bandera. Y eso que no venía con su mejor día. De hecho, si la pelota iba un metro más a la izquierda, todo podía haber terminado en una «catástrofe» golfística. Eso no pasó. Pasó lo que estamos acostumbrados a ver con un N°1. Aceleró todo lo que pudo, embocó ese putt y nunca dejó de molestar a un Cameron Smith que parecía que no erraba nunca. El tema es que «lo que parecía» se transformó en realidad. Jon Rahm se encontró con una pared de un fortín.
Lideró sobre el green y desde el tee, en golpes ganados. Si bien la Plantation Course de Kapalua tiene los fairways más anchos del tour, hay que decir que sus rivales podían doblegarlo fácilmente. Ahora, nos encontramos con un Cameron Smith que no se ha intimidado. Después del momento contado en el hoyo 11, construyó una racha de 3 birdies seguidos, mientras Rahm venía tirando a todas las banderas que se le encontraban en el camino. Y, a pesar de que confesó sus nervios, los pudo disimular de gran manera.
«Con mi caddie, hemos hecho un gran trabajo entre tiros, manteniendo nuestras mentes lejos de lo que se estaba viviendo. Esto es algo que realmente hicimos en el fin de semana. Estábamos hablando de cualquier cosa, para ser honesto. Para que se den una idea, nos pusimos a ver ballenas. Entonces, te puedo decir que el hecho de seguir charlando (supongo que) fue bueno, manteniéndonos lo más tranquilo posible». Un trabajo hecho a la perfección, tanto desde lo externo como desde lo interno.
Tres jugadores pasaron ese -31 que había establecido Ernie Els, en la edición del 2003. Este Sentry Tournament of Champions pulverizó todo tipo de récords. El tema es que hablamos de solo 2 personas. Y nos faltó dedicarle un párrafo al australiano Matt Jones, quien (aparte de empatar el score más bajo del campo, con 61 golpes) tuvo el mejor resultado bajo par, de la historia del PGA Tour, en 2 rondas consecutivas (-23, en el fin de semana). Un Matt Jones que, luego de terminar semejante proeza, comentó que esto muestra la profundidad del PGA Tour y los buenos que son estos jugadores. Supo cómo meterse a la contienda de un torneo que parecía dirimirse entre Cameron Smith y Jon Rahm. Y eso habla de su calidad.

Para finalizar, ya que hemos nombrado tanto al español, me gustaría cerrar con una opinión de él, luego de finalizar esta jornada, digna de ser encuadrada. Rahm (quien también consiguió la mayor cantidad de birdies, en un torneo. Llegó a 32, en estos cuatro días) comentó que, desde que Tiger Woods empezó a ser lo que es, se ha conseguido que mucha gente se tome más en serio esto. A su vez, el N°1 del mundo manifestó que, sin quitarle nada al americano, el juego de cada uno de los protagonistas actuales es mejor de lo que solía ser. El «jugador promedio» dio un paso adelante. ¿Ahora entienden por qué digo que no hay que buscar más herederos de uno de los máximos ganadores de torneos del PGA Tour?
El «poder», en la mayor liga del mundo, se diversificó. Hay entre 5 y 10 jugadores que, en su mejor nivel, pueden dar espectáculos cercanos a los que veíamos con Woods, en su época de oro. No obstante, eso ya no alcanza. Detrás de ellos, aparecen jugadores como Cameron Smith que demuestran que le pueden pelear a cualquiera, «de igual a igual». Las diferencias son tan ínfimas que creemos que el PGA Tour debería retomar aquel slogan que inició en 1997 y se fue en 2018. El mismo decía lo siguiente: «THESE GUYS ARE GOOD» (Estos chicos son buenos). El mejor capital de la gira proviene de su esencia.

Matías Miguel Torge
Handicap 54
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