La inspiración de transitar por los rasgos más profundos de nuestra actividad. Un «mano a mano» que nos simplifica la actualidad.
No me voy a olvidar más cuando «el Coach» Carlos Morales (distinguido técnico puertorriqueño de baloncesto) explicó la importancia de los asistentes, en las viejas transmisiones de la NBA por ESPN. No me acuerdo sus palabras exactas, en ese entonces. Ahora, lo que expresaba era que sus ayudantes debían estar preparados para decirles todo lo que sintieran, sin pretender que toda la información brindada sea tomada. A su vez, sostenía que esa era la clave para la formación de buenos equipos: una variable que la tomé como enseñanza de vida.
Desde ese momento descripto, mi actitud cambió. Ya de por sí, tengo la costumbre de preguntar todo. Cabe destacar que me considero una persona insoportablemente curiosa, con el afán de querer estar informado constantemente. Y lo podríamos definir como una «sana adicción», que traspasa nuestro deporte. Ahora, a esto hay que sumarle mi pasión por el golf y mi creencia sobre la facilidad de la obtención de datos, en este ambiente. El análisis sale solo. Y las conclusiones también. La cuestión es ir por más y no perder esa ambición de ir más allá, buscando llegar al núcleo de lo que está pasando, en cada minuto y desde todos los lugares posibles. Una ambición que la veo en nuestro protagonista de hoy.
Cuando hablamos de Dylan Dethier, estamos mencionando a uno de los comunicadores más importantes del mundo del golf. Cada vez que podemos, nos deleitamos con sus análisis en Golf.Com y en el gran podcast que manejan con Sean Zak (otro de nuestros colegas prestigiosos): The Drop Zone. Y nuestro amigo nació el 25 de octubre de 1991, en el pintoresco pueblo de Williamstown (Massachusetts, Estados Unidos. Luego, se estableció en Seattle).
Como se darán cuenta, hasta allí viene todo normal. Ahora, ¿cómo empezó todo? Bueno, su historia empieza a surgir cuando decidió viajar, con un simple auto y los pocos ahorros que tenía (más precisamente U$S 4720), por cada estado de Estados Unidos. Tenía un simple objetivo: jugar (como mínimo) en un campo de golf. Obviamente que lo ha logrado, concretando ese «año sabático» productivo, antes de comenzar su etapa universitaria. No obstante, ¿existe algún ejemplo más claro que este para demostrar la esencia de nuestra actividad?
Creo que, sin darnos cuenta, estamos asumiendo un desafío, en este gran privilegio que nos damos: desterrar (de una buena vez) la idea que «el golf es solo un deporte de ricos». Entraremos al corazón del mismo, realizando un análisis con claros condimentos viscerales. No estaré anticipando nada. La atracción está asegurada.

– Dylan, para quienes no conocen tu historia por este lado del mundo, te has hecho famoso con un blog personal (transformado en el libro “18 in America”), describiendo la experiencia de jugar en campos de golf de cada estado de los Estados Unidos (excepto Alaska). Esta gran travesía la hiciste solo, a los 18 años y en tu Subaru Outback. En entrevistas sobre el tema, declaraste que el golf es “un juego de posibilidades y esperanzas”. ¿Cuánto te ha servido este tipo de enseñanzas a la hora de analizar la performance de un jugador, dentro del campo de golf? ¿Cuáles son los principios (aprendidos aquí) que sientes que no pueden faltar en un jugador de élite?
– ¡Hola Matías! Gracias por invitarme. Y me encanta que hayas comenzado desde el principio. Creo que «famoso» es mucho más que generoso, pero lo aceptaré.
Mira, el año que pasé viajando por el país me abrió la mente a lo que el golf podría significar para diferentes personas, de diferentes lugares y con diferentes orígenes culturales y socioeconómicos. Ahora, una cosa es cierta para casi todos los golfistas: somos optimistas. Cada vez que comienza una nueva ronda, o reserva una nueva hora de salida, o va a la zona de práctica (para trabajar en algún pensamiento relacionado al swing), está pensando que podría pasar al siguiente nivel. Es posible que la próxima ronda no sea la mejor de su carrera. Pero, ¿y si lo es?
Hay algo importante sobre la búsqueda de un mejor juego de golf (o incluso de una mejor experiencia en el campo). Y eso es genial para mí. Y ves esa mentalidad en los profesionales, pero deben generar un esfuerzo extra a lo que están haciendo.
– Para ubicarnos en tiempo y espacio, ese blog lo hiciste entre 2009 y 2010, una época en donde Tiger Woods (tu inspiración para practicar este deporte) superaba sus famosos problemas extramatrimoniales. Retornando a la actualidad, has contado con el privilegio de realizarle la primera pregunta en una conferencia de prensa (en el Hero World Challenge), luego de su conocido accidente. ¿Me podrías describir tus sensaciones al verlo de vuelta allí, sabiendo todo lo dicho al respecto? ¿Crees que, con este Tiger más abierto a la gente, entenderemos un montón de variables de su mentalidad competitiva, no apreciadas en su justa medida?
– Creo que, cuando se trata de Tiger Woods, hay una diferencia entre lo que sentimos curiosidad de saber (casi todo) y lo que tenemos derecho a saber (mucho menos). Hay un montón de áreas grises en el medio y eso es, en parte, lo que lo hace tan interesante para escribir sobre él.
Seguí las idas y venidas de Tiger todo el tiempo; cuando era niño, su póster estaba en mi pared. La mayor diferencia entre ese momento y ahora es que, cuando lo ves en la televisión, solo te das cuenta (de manera abstracta) de que Woods es un ser humano de la vida real. Como he pasado más tiempo con él (y con las personas cercanas a él), eso se ha vuelto mucho menos abstracto. Y pensé que su discurso del Salón de la Fama (y el de su hija Sam) reflejó eso. No obstante, es surrealista recordarlo tanto, siendo solo un póster en la pared y un hombre en la televisión.
– Te cambio de tema. En artículos anteriores, he planteado que el PGA Tour se equivoca en disputarle el protagonismo a los árabes con solo el dinero, dejando de lado la generación de propuestas innovadoras o con mayor grado de originalidad (como lo que han provocado las ediciones del Aramco Team Series, en el Ladies European Tour). ¿Coincidís con mi pensamiento? De ser así, ¿volverías a torneos con su formato original, como la recordada EMC World Cup o el viejo JCPenney Classic?
– Creo que el PGA Tour está dando algunos pasos, en cuanto al cambio de formatos. Pero sí, creo que podrían (y deberían) hacer un poco más. Uno de los problemas, en este momento, es que el PGA Tour inunda absolutamente el calendario de golf. Es difícil, para los fanáticos, hacer un seguimiento de todo lo que les debería importar. ¿Puedes entusiasmar a alguien por una semana de majors + Ryder Cup/Presidents Cup + The Players + WGCs + FedEx Cup Playoffs + Eventos Invitational y todavía tener espacio para eventos típicos, captando nuestro interés (aproximadamente) 11 meses al año?
Votaría por una temporada baja de golf más grande, restringiendo los torneos de otoño a una especie de eventos que tengan bonificación para la calificación en la gira, en lugar de que los mismos sean una parte integral del PGA Tour. Y me encantaría que los profesionales compraran también algunos de estos formatos mixtos. ¡Ya es hora de que el PGA Tour y el LPGA Tour jueguen la misma semana y en el mismo lugar!

– Teniendo en cuenta que estamos cerca de visitar Augusta National, no te puedo dejar de preguntar esto. Hace unos meses atrás, Charlie Epps ha contado (en GolfWeek) las adicciones al alcohol que tenía Ángel Cabrera. El ex ganador del US Open 2007 y el Masters 2009 se encuentra cumpliendo una condena por violencia de género, en la cárcel. ¿Podríamos definirlo como un caso en donde “el éxito”, cuando es repentino y provoca un salto tan brusco, termina siendo contraproducente, al no tener una disciplina? Sabiendo los estrictos protocolos de Augusta National, ¿crees que el club pueda tomar medidas drásticas al respecto, cuando el argentino tenga la posibilidad de volver a competir?
– Honestamente, no sé lo suficiente sobre Ángel Cabrera (y los detalles de lo que llevó a su sentencia) para dar una posible explicación. Así que no podía hablar de su caso en particular. Sé que en otros casos, con otros jugadores, los profesionales que ganan ganancias repentinas (o experimentan un gran éxito) a menudo terminan rodeados de personas que dependen de ellos y los miman. Por lo tanto, nadie a su alrededor puede decirles «no». Ahora, no tengo idea si el éxito de Cabrera tuvo algo que ver con esta horrible situación.
– Otro hecho que ha generado controversia (en nuestro país) fue la baja de Emiliano Grillo a los Juegos Olímpicos de Tokio. La misma fue publicada a último momento, mediante un escrito confuso y chocante (aclarado en la semana del Open Championship), generando repercusiones negativas en la gente. Lo más insólito de todo esto es que fue el único jugador, de los que se bajaron de la cita olímpica, que participó en el ZOZO Championship japonés. ¿Hay golfistas que subestiman la importancia de la comunicación, siendo este un ejemplo? ¿O la competencia olímpica debe ser reconfigurada?
– Creo que los jugadores no siempre se dan cuenta del profundo impacto que sus acciones pueden tener en sus seguidores. Probablemente, esa sea la clave del éxito que tienen: si se aseguraran de no molestar a nadie, no podrían hacer nada en absoluto.
No tengo mucha idea de por qué Grillo se perdió los Juegos Olímpicos. No obstante, me animó mucho ver qué tan bien salió la competencia, considerando todas las cosas. Todos los involucrados salieron entusiasmados con la experiencia, a pesar de que se vio obstaculizada por las restricciones de Covid.
Me encantaría ver una competencia por equipos y expliqué cómo funcionaría; creo que es una increíble oportunidad perdida el organizar un torneo típico de 72 hoyos y no hacer cambios para una competencia olímpica. (Expuse mi idea aquí: https://golf.com/news/olympics-team-golf-numbers-scores-usa/. Ahora, ellos también pueden seguir con lo que están haciendo, al mismo tiempo).
Espero que el comité olímpico me llame, en el próximo año (o en los próximos dos), para consultar. Pero no creo que vaya a suceder…
– Siguiendo con los representantes de nuestra región, creo que la mexicana Gaby López es un “modelo a seguir”. Y esto lo digo tanto en su actuación dentro del LPGA como por sus acciones fuera del campo. Un ejemplo de lo dicho es el video que ha grabado luego de la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos (como abanderada de su país). Allí, cuál es tu visión sobre lo que genera ella, en la máxima liga femenina? ¿Cuál es el camino que crees que se debe tomar para que haya menos diferencia de premios entre los hombres y las mujeres, teniendo en cuenta que esta es una problemática planteada por nuestra representante?
– Creo que es un problema holístico que requiere una solución holística. Hay muchas personas que quieren que las mujeres prosperen en el mundo del golf. Pero claramente todavía hay una brecha entre ese deseo y la realidad a la que se enfrentan las mujeres. Esto empieza por una base y requiere la aceptación de las personas, en todos los niveles del juego: desde instructores, entrenadores, jugadoras, modelos a seguir y programas juveniles hasta compañías de medios, ejecutivos de televisión, patrocinadores y espectadores. No hay una solución única, sino hay muchas pequeñas formas de progresar.

– Para terminar, agradeciéndote por tu enorme generosidad, no quiero dejar de lado la histórica actuación de Bernhard Langer, en el Champions Tour. El alemán consiguió su sexta Charles Schwab Cup, a sus 64 años. Antes que nada, me gustaría que nos definas a esta gran leyenda. ¿Podríamos decir que esto es una señal para ver mayor cantidad de jugadores veteranos disputando majors, imitando lo que hizo Phil Mickelson (en el PGA Championship 2021) o Tom Watson y su segundo puesto en el Open Championship 2009?
– Lo interesante del golf es que se siente bien tener «jóvenes» y «experimentados», peleando al mismo tiempo. Los mejores profesionales son más jóvenes que nunca: Patrick Cantlay está a punto de cumplir 30 años. Ahora, por unos días más, los seis mejores hombres del mundo tienen 20. Luego tienes a tipos como Stewart Cink o Brian Gay ganando en el PGA Tour. Y obviamente está Phil Mickelson, escalando la montaña, en el año pasado.
En cuanto a Bernhard Langer, sí: es un cyborg (una especie de robot) cuyo cuerpo y mente deberían ser estudiados por científicos del golf. Igualmente, creo que seguiremos viendo que los profesionales que quieran extender sus carreras tengan la capacidad de hacerlo. Para aquellos que quieran carreras de más de 30 años, será una cuestión de deseo.

Acercándonos a momentos relacionados con una nueva página de la historia de nuestro deporte (es de público conocimiento que Tiger Woods está probando su cuerpo para jugar el The Masters), era menester el hecho de ver cómo piensa una de las personas más importantes, dentro de la difusión del golf. Por más que a él le cueste tomar ese rol (como nos comentó al principio de la nota), nosotros lo anotamos aquí. Y esto lo hicimos por la sencilla razón de que no deja pasar ningún detalle. Para eso no usa herramientas extravagantes. No las necesita. El cariño hacia la actividad es tal que, con una practicidad adquirida en su aventura, no para de estudiar cada rincón que nos otorga nuestro hábitat. Por lo tanto, tenemos que estar agradecidos de poder contar con personas como él, más allá de coincidir o disentir con sus apreciaciones.
Su Subaru Outback tranquilamente pudo haber sido mi Fiat Uno (modelo 1995). O podría haber sido algún Toyota Corolla o un Citroen C3. Puede haber millones en juego. O puede estar el honor. En cualquiera de los casos, Dylan Dethier pudo hacerse su lugar en la élite, con bases ciertas e inspiradas en la curiosidad. Una curiosidad que nos llevó a ver cómo nos ve (y como ve la actualidad del golf) desde allá. Una curiosidad que nos permite conocer otra mirada de nuestra querida actividad, DESDE OTRA PERSPECTIVA.

Matías Miguel Torge
Handicap 54
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