Convivir con la ansiedad, dentro de nuestro deporte: el ejemplo más eficiente.
Hoyo 18 del día sábado. Pequeñas pulgadas lo separaban de la finalización de su ronda. Una ronda que lo depositaría en los últimos grupos, renovando las aspiraciones para una nueva victoria. Todo parecía bajo control. Sin embargo, la pelota (en lo que parecía ser un trámite) toca el hoyo y sale hacia afuera, nuevamente. La historia de estos últimos tiempos.
¡Qué difícil es analizar a este Jordan Spieth! Miren: ya saben que siempre reniego cuando veo que se lo trata de evaluar por lo que era, generándose una gran cantidad de odas empalagosas y petulantes. Ahora, créanme que, a medida que pasa el tiempo, su tendenciosa irregularidad me abruma. Y estoy seguro que a él también le pasa lo mismo. De hecho, declaró que ganó «sin el putter». Por lo tanto, ante la realidad descripta, cuesta «dar en el blanco».
Me había puesto a repasar el artículo de su última victoria, en el Valero Texas Open 2021. Allí creía que él se había reinventado. Es que habían pasado 1351 días, desde el logro anterior. Ahora, ese shock de confianza no fue suficiente, sin desmerecer sus grandes resultados en el The Open y el Masters del 2021, por ejemplo (2do y 3er puesto, respectivamente). La obsesión de ese primer lugar no se podía repetir, volviendo los extravagantes swings de práctica y el «rosario en mano», a la hora de pisar el green.
Un ejemplo claro de lo descripto es el corto par 4 del hoyo 9, en este domingo: a pesar de que su salida había quedado pegada a la pared del bunker, supo recuperarse con una gran inteligencia. Sin embargo, el corto putt era fallado, perdiendo un nuevo golpe.
Un campeonato siempre se divide en 2 partes: méritos propios y fallos ajenos. Y cuando los fallos ajenos predominan considerablemente sobre los méritos propios, la capacidad de seguir en tiempo y espacio es la mayor virtud que uno puede obtener. Destacamos eso porque este domingo fue extremadamente desconcertante. Tal es así que vimos a un Dylan Frittelli descolgar una pelota de una manera poco usual, en el 6 (había logrado un par. Sin embargo, como pisó su línea de juego, tuvo 2 tiros de multa).
Además, vimos a un Erik Van Rooyen que había generado 4 birdies consecutivos y se desmoronaba, al terminar el hoyo 10. No podemos dejar de lado a un Sepp Straka que, luego de hacer un birdie en el 17, sufría un bogey final, quedando a 1 golpe de un eventual playoff.
Por otro lado, contábamos con un Shane Lowry que tomaba el mando de las cosas… ¡hasta tirar un chip al agua, en el 14! Y no nos olvidemos de un Harold Varner III que se asomaba, luego de llegar liderando tras 54 hoyos. El contexto fue muy cercano a lo ideal.
La «imperfección» vino del lado de Patrick Cantlay, quien no se desesperó ante lo vertiginoso de la situación. No es necesario que describa su calidad para aparecer en los momentos importantes. Con una sobriedad digna de su posición en el ranking, no se descolgaba de la zona de peligro. De hecho, hizo un birdie clave, en el hoyo 17.
Y tuvo la chance en el último capítulo. Su putt no entró y el desempate se fue congeniando. Un desempate que Spieth se lo ha imaginado, prometiendo a sus fanáticos que volvería después, dirigiéndose a la zona de práctica.
El playoff duró solamente un hoyo. A Cantlay y a Spieth los unió el espanto, al llegar al bunker del 18. La diferencia estuvo en que la pelota le quedó totalmente enterrada al N°4 del mundo, logrando que el tejano se luzca, consiguiendo fácilmente el par. La conquista estaba consumada y Spieth, con este triunfo en el RBC Heritage, volverá a los 10 mejores del planeta, superando los 50 millones de dólares, en ganancias. ¿Cambiarán las cosas, de aquí en más? No lo sabemos. Quizás, la misma Annie (su mujer) dio en la tecla, a la hora de brindarle su opinión sobre lo ocurrido en el final del día sábado. La distancia que separa a Spieth del éxito (y de la no concreción de sus objetivos) es de tan solo 5 SEGUNDOS.
Matías Miguel Torge
Handicap 54
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