El «ISPS Handa Championship in Spain» como una nueva demostración de su experiencia en situaciones golfísticas cercanas al límite.
Ha definido un torneo bajo el sufrimiento descarado de algunas ampollas en sus pies (en relación al Alfred Dunhill Championship 2019). Fue capaz de tirarse a una laguna, escapando de un ataque de abejas (en Malasia, transitando el año 2014) que casi le pudo haber costado la vida. Convivió con las lesiones. A todo esto, en el Abu Dhabi HSBC Golf Championship 2014, supo dar un paso adelante, en un field con nombres como los de Phil Mickelson y Rory McIlroy. Ganó el Abierto de Francia 2008, en su año de novato y luego de pasar un Monday Qualifier, a 36 hoyos. ¡Y cómo olvidar el BMW International Open 2011, en el playoff eterno que le ganó a Sergio García! Los antecedentes hablan por sí solos. Pablo Larrazábal es un ganador nato, al que no le importa correr riesgos.
Volvemos a esta semana, en donde tenía un cierto rol de anfitrión, dentro de una sede que tendrá a la Q-School del DP World Tour: el campo Lakes Course del Infinitum Golf. Volvemos a una semana en donde el clima tuvo su principal protagonismo. Es que la lluvia y el granizo generaron ciertas demoras, provocando una maratón para este día final. Una maratón que se llevó puesto a un Scott Jamieson que amagó a llevarse los honores, nuevamente (en Abu Dhabi, al comenzar este 2022, le pasó exactamente lo mismo). Una maratón que obligaba a mezclar la paciencia con la determinación: un escenario perfecto para el oriundo de Barcelona.
En esta última vuelta, igualó su mejor tarjeta en el circuito. Esos 62 golpes fueron partes de un recital al que nos tiene acostumbrado. Miren: a su -3 de ida, le siguieron otros 4 birdies consecutivos (en realidad fueron 5, contando al del hoyo 9). A su vez, luego de su bogey en el 15, respondió con otro birdie, instantáneamente (hoyo 16). Con su clásico golf furioso, le fue cerrando las puertas a sus rivales. Tal es así que Adrián Otaegui (otro de los grandes exponentes de la armada española) y el inglés Aaron Cockerill necesitaban un águila final, para meterse en un playoff. De hecho, los esperó sentado en un sillón, sabiendo que su trabajo estaba hecho y aceptando que iba a pasar lo que tuviera que pasar.
El resultado quedó consumado, logrando su séptimo título en el tour (y segundo en un mes y medio). Cuando se cree un manual sobre cómo afrontar los momentos de definiciones golfísticas, tienen que ir a ver la trayectoria de nuestro actor principal. Ah, y por si faltaba algo, volverá al PGA Championship (también se aseguró su plaza para el The Open). A su vez, estará dentro de los 70 mejores del mundo. De a poquito, Pablo Larrazábal demuestra que nunca se fue de la élite del golf mundial. Los antecedentes hablan por sí solos. Su talento de hoy, también. NO FUE MAGIA.

Matías Miguel Torge
Handicap 54
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