Una historia que nos vuelve a llevar al núcleo de los valores de este deporte. Un proceso en donde la paciencia y el saber escuchar fueron las principales claves.
Vivimos un 2022 único en su especie. Y no lo digo por la obviedad lógica, que consiste en definir a cada año como «un cuento en sí mismo». Espero que me entiendan que no hay otra manera de describir a este período de tiempo, por circunstancias de público conocimiento. Ahora, también debemos ir detrás de las cortinas. Allí, hay historias que tienen su magia y su encanto. Historias que pasaron desapercibidas, de manera injusta. Historias que hay que ir a buscar, con el mismo empeño, trabajo y sacrificio que sus protagonistas tienen, al crearlas. Historias que no surgen de un método científico o cuestiones estrambóticas. Historias que muestran los desafíos que el golf propone, de manera constante y sin tapujos.
Toda esta descripción también forma parte de una serie de principios, pregonados desde el minuto 1 de nuestro medio. No obstante, como la caja de resonancia tomó una dimensión mayor, es necesario repasar este contexto. Es que el hecho de «parar la pelota» deja al descubierto a las esencias de quienes nos rodean. De eso se trata, para entender nuestra actividad. Cabe remarcar que el golf, como deporte que corre caminos paralelos con la naturaleza, genera constantes radiografías de hechos cotidianos, en donde el trabajo para mejorar queda en evidencia. Y esto cuenta para los jugadores y su entorno. Muchas veces, un comentario de alguien que te conoce desde lo emocional y no conoce los grandes pormenores de lo técnico… ¡puede cambiar una temporada!
Como podrán ver, nuestro deporte siempre premia al que es más humilde, tarde o temprano. Una humildad que implica ir hacia lo más profundo, sin dejar de lado el goce por lo que uno está haciendo y sin dejar de defenderse, en los momentos en donde uno lo crea conveniente. Obviamente que las cuotas de suerte están en todos lados. Ahora, en el final del camino, el premio cuenta para el más paciente. El premio cuenta para el que no abandona fácilmente al putting green o al driving range (en referencia a la intención de ese avance mencionado), para el que sabe escuchar y para el que entiende que la «perfección» consiste en aceptar las imperfecciones, conviviendo con ellas. Un premio que le ha llegado a nuestro personaje principal, en estos últimos días de diciembre.
Cualquiera de estas ideas encajaría perfectamente en la historia de Alfredo García-Heredia. El oriundo de la tradicional ciudad costera de Gijón, nacido el 19 de diciembre de 1981, sabe lo que es el hecho de estar pensando en el esfuerzo, día tras día. Y no pone ningún tipo de excusas ante las peripecias que se le pueden ir presentando. Su sinceridad viene acompañada de una simpatía natural, reflejada en las charlas amigables con sus colegas y la fluidez en su swing: uno de los mejores del circuito, sin dudarlo. Les puedo asegurar que cuando uno lo ve jugar al asturiano, por momentos se puede percibir un ambiente similar al de una orquesta típica de estas épocas festivas. Tal es así que, más allá de los resultados, sus golpes pueden ser catalogados como obras de arte. Y la existencia del típico ADN golfístico español está más que presente. No lo dude.
Definitivamente, una charla con todos los condimientos. Los orígenes de su carrera, sumado a las aventuras de un Open de España que lo transforma. La particular mejoría de su putter también entra en la ecuación, como su relación con el gran Jon Rahm. Tampoco dejaremos de lado su afición por la pesca. ¿Y cuál es su opinión sobre la actualidad que estamos viviendo? ¿La Ryder Cup entra en el horizonte? Todo esto (y mucho más) lo podrán apreciar a continuación, mientras prepara la típica mesa del 31 de diciembre. Lo espero, mi querido lector, a que se ponga cómodo.

– Alfredo, hace unos días has conseguido tu mejor resultado en el DP World Tour, con tu segundo lugar en el AfrAsia Bank Mauritius Open. ¿Cómo impacta esto desde lo emocional, teniendo en cuenta que quedaste con status limitado para la gira? ¿O tu experiencia de 17 años como profesional hace que todo esto se tome con más naturalidad?
– Tomé esto con mucha naturalidad. Yo soy consciente del nivel de juego que tengo. El año pasado estuvo muy alto (en referencia a la temporada 2021-22). Ahora, tenía un «talón de aquiles» que era en el green, sin estar haciendo las cosas bien. Y no entendía el por qué. Sin embargo, gracias a ir a ver a un profesor de putt en octubre, Michael Kanski (y gracias a mi mujer, que lo buscó y me incitó a ello), he mejorado un poco, en este aspecto. Y el haber mejorado un poco en el green, manteniendo el juego de la temporada pasada, ya estuve peleando la victoria en uno de estos tres torneos de la temporada nueva (2022-23). Entonces, por eso tomo lo que pasó con mucha naturalidad. Como te dije, soy consciente del juego que tengo y de lo que puedo conseguir.
– Bueno, la anécdota que contaste (en relación a la incitación de tu mujer para que te contactes con un profesor de putting) la he conocido gracias a los amigos de Ten Golf. Me gustaría que nos profundices sobre este hecho, para aquellos que no están al tanto de lo ocurrido. ¿Qué opinas sobre el uso del factor tecnológico, dentro del mundo del golf?
– Todo empieza gracias a mi mujer, quien me saca de la zona de confort. Ella estuvo conmigo en varios torneos, al final de la temporada pasada. Siguió las vueltas, me vio jugar y justo al terminar el Portugal Masters, último torneo, me dice que «hay que hacer algo con el putt, porque esto no puede seguir así. No se puede competir. Es como si estuvieras en una carrera de caballos, con un pony». Y bueno, en el viaje de vuelta, se puso a buscar profesores de putting por internet. Empezaron a salir nombres, pero yo estaba cansado, dicéndole «no busques». Sin embargo, ella me comentaba que tenía que ir allí. «Esto no puede ser así, hay que encontrar uno», me agregaba. Y salió un nombre que me sonaba de verlo por los torneos: Michael Kanski, que trabaja con varios jugadores españoles (Jorge Campillo es un ejemplo) e ingleses.
Cuando le dije que lo conocía, ella me respondió que «le voy a mandar un correo, de tu parte». Quise poder enviarlo yo, pero ella me insistía con que no le iba a mandar nada, seguramente. El correo, al final, fue enviado por ella, pregúntandole al coach sobre qué fechas tenía disponible para mí, con la intención de que fuera a verlo a Manchester. Y fui para el 10/11 de octubre. Estuve con él y me hizo un cambio que, probablemente, me acuerde mucho para bien, a lo largo de este año y de los venideros. Y así fue. Cuando mi mujer ha hecho cosas como estas, todo salió bien.
Con respecto a la tecnología, yo creo que hoy es imprescindible, en cualquier ámbito de la vida. Hace mejor todo. Todo lo que puedas usar a tu favor, sin que afecte directamente al juego (y sin que se pierda su naturalidad), a la hora de entrenar, de practicar y de mejorar gracias a los números, está bueno. Lo veo genial. Hoy en día, para llegar a un nivel alto, es imprescindible apoyarse en la tecnología.
– Para quienes no saben, te he conocido personalmente en el 79° Open D’Italia. Y justamente menciono esto porque recuerdo haber visto que eras el último jugador en el putting green, en ese día martes. Teniendo en cuenta lo que me estás describiendo. ¿Qué tan difícil era (en en ese momento) buscar un equilibrio entre la cantidad de práctica y el desgaste que se podía generar en tu mente, con la falta de confianza?
– Esto es fácil de explicar. Cuando desde dentro se cree, por error, que se están haciendo técnicamente bien las cosas (o no del todo mal), crees que la cantidad de práctica es la clave. Y es lo bueno. Yo, el año pasado, estaba un poco perdido aquí, porque (como tu dices) practicaba mucho el putt y estaba hasta el último instante en el putting green, creyendo que técnicamente no era tan malo el movimiento, en general. Soy una persona habilidosa y no llegaba a comprender cómo no me respondía el putt, practicando tanto y haciendo todos los ejercicios bien.
Al analizar metódicamente y minuciosamente todo, con mi nuevo profesor de putt, nos dimos cuenta (y explica muchas cosas) que, cuando la técnica es mala, lógicamente el exceso de práctica (y la práctica en sí) no sirve para nada. Si te pones a practicar un swing, con un grip malo, no va a ser contraproducente… pero no vas a llegar a ningún sitio. Vas a quedarte estancado. Y era lo que me pasaba a mí, con el putt.
Después de grabarme y analizarme, era evidente que mi técnica y colocación era mala, muy mala. Mi swing de putt era muy compensado. Y el putt se debe hacer con un movimiento corto y muy pequeño. A la simple vista, puede no parecer tan sencillo. Pero bueno, 1 grado en un sitio, 1 grado en otro lugar y un pequeño movimiento de compensación de la cara del palo (que no se aprecia en el ojo humano) pueden desencadenar todo. Y era lo que me estaba pasando a mí.
Al momento que vimos eso, me quedé muy tranquilo porque era un tema de técnica, que se corrige intentando hacer las cosas mejor. Y mentalmente me vino muy bien. No es que tuviera ningún problema. Simplemente, si las cosas las practicas técnicamente mal, no vas a llegar a ningún punto. Te vas a quedar en un callejón sin salida. Hay que saber y tener la certeza, sobre todo, de que la técnica es buena, con otro punto de vista o con un análisis más profundo, para que tu mente esté en la práctica, que puedas practicar bien y que sepas que esa práctica te va a llevar por el camino correcto. Hay que saber que estás practicando bien y que estás haciendo las cosas bien.

– Te cambio totalmente de tema. ¿Cómo empezó el amor por este deporte? ¿Cuántas diferencias y semejanzas encontramos con aquel Alfredo García-Heredia del 2005, en cuanto a tu estilo de juego?
– Pues, es una curiosa historia el empezar. Tenía 14 años y jugaba al fútbol, como muchos chicos de mi edad, estando en categorías buenas. Y sobre ese verano, fuimos al camping con mi familia, a Los Picos de Europa (al Puerto de la Cubilla, más concretamente).
Éramos bastantes, contando a mis tíos y a mis primos, entre otros. Y bueno, en esa época, mis tíos (llamados Juan Carlos y María Jesús) jugaban al golf en el Campo Municipal de Golf El Tragamón (en Gijón), de 9 hoyos. Allí, ellos sacaron un palo de golf del maletero y me decían «Alfredín (mi padre se llama Alfredo. Por eso me decían así), ¿quieres jugar?». Acepté, teniendo mi primer contacto con el golf.
A partir de ahí, mis tíos me invitaban los fines de semana. Y jugaba al fútbol y al golf, compaginando los dos deportes, hasta que me decanté por el segundo deporte. Pero así fueron los inicios.
En cuanto a las diferencias con el 2005: muchas. Podemos decir que al Alfredo del 2005 le faltaba mucho. En casi 10 años (empecé a jugar entre el 1994 y el 1995) me hice profesional. Estaba muy verde. Jugaba bien, hacía buen swing… pero estaba muy verde. No fue una evolución lenta. Pero cada año, desde el 2005 hasta hoy, fui siendo mejor jugador. No hubo un año en el que me considerara que hubiera empeorado, a la vista. Fue una evolución muy progresiva. Es verdad (y lo reconozco) que soy una persona bastante cómoda, que me acomodo bastante fácil y que esto podía haber pasado mucho antes. Pero bueno, las cosas pasan en el momento justo y cuando tienen que pasar. Y así es. Puedo decir que soy un jugador mejorado, con cada año que pasa.
– Me nombraste tu afición por el fútbol y también es conocida tu afición por la pesca. ¿Qué tanto te ha ayudado para este deporte? ¿Compartes esta actividad con alguno de tus colegas?
– Si no pescara, probablemente ya no seguiría jugando al golf (risas). La pesca es mi tabla de salvación y mi forma de desconectar por completo. En otro tipo de aficiones, no llegas a desconectar al 100%. Y yo siento que yendo a pescar logro desconectar por completo, haya tenido un buen día de golf, un buen año, una buena semana, un mal mes, etc. Pescando estoy disfrutando.
El fútbol también es una de mis pasiones. Pero me gusta más la pesca. Es verdad que jugaba bastante, cuando estaba en Asturias y con jugadores que han jugado en la Selección de España. Ahora, este año no he jugado mucho, por miedo a lesionarme. Hay que ir teniendo un poco más de cuidado.
Con Santi (Tarrío) estuvimos pescando, después de fallar el corte (por mala suerte), en uno de los torneos de Estados Unidos (el Barracuda Championship, co-sancionado con el PGA Tour). Fuimos a pescar a un río, juntos. Ahora bien, es cierto que a mí me gusta organizarme por libre. Y si tengo que ir solo, en algún torneo, lo disfruto. Si tengo que ir con alguien, por supuesto es bienvenido. Pero me divierte estar solo, disfrutando del entorno y de lo que pueda pescar en ese momento.

– Entrando a tus primeras performances destacadas, ¿qué tan importante fue ese Open de España 2008, en tu carrera? ¿Podríamos revivir las sensaciones de esa semana, en el Real Club de Sevilla?
– Importante hubiera sido si hubiera ganado, que creo que estaba jugando bien. Y recuerdo que el último día había empezado mal, con dos doble bogeys seguidos. Luego, los birdies salieron y acabé cerca.
Ese torneo fue bueno porque llegó rápido, con un par de años de profesional, y te dices a tí mismo que «ya está» y que «esto ya lo tengo». Ahora, también vino bien que, a partir de ese año, las cosas no salieron tan bien. Esto te da un toque de atención y te hace ser un poco más humilde, más objetivo. Es que hay que ser muy objetivo y muy analítico para saber que estás llevando el buen camino. Pero fue una experiencia espectacular. La guardo con un recuerdo impresionante.
Si hubiera ganado me hubiera cambiado la vida. De cualquier modo, no me arrepiento ni gota de no haber ganado, porque a lo mejor no hubiera conocido a mi mujer y podrían haber pasado cosas, con una diferente manera y sin estar aquí, como estoy en este momento, que no lo cambio por nada.
– Bueno, el actual Acciona Open de España demuestra tu cariño con el torneo. Aquí también te pude seguir en vivo. Tal es así que te pude ver practicando, con un grupo de jugadores juveniles. ¿Te gusta ser una referencia para las nuevas figuras de La Armada española? Si ellos te preguntan sobre lo que significa (para vos) el Abierto de tu país, ¿qué le dirías?
– No creo que todavía sea una referencia para los jugadores juveniles. Pero me gustaría serlo. Me gusta ayudar a la gente y hacerles ver cosas que, desde la juventud, ese ansia y ese ímpetu lo impiden. Tengo la experiencia, el conocimiento y sé comunicar bastante bien, al haber pasado por todas las etapas: buenas, malas, regulares, estar arriba, estar abajo, querer jugar, no querer jugar, jugar más, jugar menos… Sé muy bien lo que se siente en cada momento y puedo llegar a conectar con todo tipo de jugadores jóvenes, dependiendo de la situación en la que estén.
El Acciona Open de España es un torneo que generalmente es muy divertido de jugar, porque se juega en sitios donde va mucha gente a verlo. Disfrutas mucho con el público y es como estar en casa. Siempre te apoyan mucho, aunque no vayas todo lo arriba que gustaría, en la clasificación. Es un torneo digno de jugar. Y sobre todo en Madrid, que se llena el campo de gente.
Para mí, el Open de España debería rotar por 4 o 5 campos muy concretos, donde se asegure la presencia de gente (Madrid y Sevilla, entre otros), que le da otro color al torneo.
– De este último Acciona Open también recuerdo cuando le has dejado paso a Jon Rahm, en el Pro-Am del evento. Para quienes no saben nada sobre el tema, ¿nos podrías comentar cómo empezó tu relación de amistad con él? En mi opinión personal, creo que Jon ha sido el que mejor se ha desempeñado, en estas condiciones turbulentas de público conocimiento (relacionadas con LIV Golf y todo lo que trajo el surgimiento de esta nueva serie de torneos). ¿Coincidís conmigo?
Tuve la suerte de poder jugar con Jon (Rahm) y con José María Olazábal (leyenda española), en el Campeonato de España de la PGA, en Golf Santa Marina. Jon era todavía amateur y esto no sé si fue en 2015 o en 2016. No me acuerdo muy bien la fecha. Pero bueno, tuve la posibilidad de compartir las dos primeras vueltas con él. Allí hicimos un poco de amistad.
A partir de este hecho mencionado, Jon organizaba el torneo de «Jon for Kids» (creo que empezó siendo «Seve & Jon for Kids»), en diciembre y aquí, cerca de donde vivo yo, en Bilbao (a 2 horas, en coche). Y bueno, el que lo organizaba necesitaba profesionales que estuvieran con los niños. Yo estaba encantado de hacer esto y asistía con la intención de ayudar.
Al padre de Jon también lo conozco mucho, que no sé si llegaron a vivir en Oviedo (cerca de Gijón, mi ciudad natal). Y allí, poco a poco, se fue construyendo la relación, hasta el día de hoy. Gracias a Jon, la temporada pasada pude entrenar en Phoenix, donde entrena él y con muchos otros jugadores. Y es verdad que él hace todo lo posible por ayudar y por agradar. Es impresionante la facilidad que tiene y lo buena gente que es, en todos los sentidos. Además, ya sabemos que es un jugador extraordinario.
Como entra en este tipo de personas descripto, es lógico que se haya desenvuelto muy bien en este año, que hubo mucho lío. Y lo hizo diciendo las cosas como las cree, razonándolas. Yo no creo que haya mucho más. A veces, lo difícil no es explicar la opinión de uno, sino hacer que la gente entienda el significado de lo que quieres decir y transmitir la idea que quieres. Creo que Jon, en ese sentido, siempre habla muy claro. No tiene ningún problema y todo lo que dice es, básicamente, de mucho sentido común. A veces, esto lo hace criticando. Otras, alabando. Pero siempre lo hace desde una opinión muy fundada y con mucho conocimiento.
– Hice referencia a Jon Rahm y hemos hablado de la defensa que hizo él de vos, en el BMW PGA Championship 2022. Allí, jugadores de LIV Golf ocuparon posiciones de golfistas del DP World Tour, con la intención de conseguir puntos del ranking mundial. Ahora bien, me imagino el cansancio que deben enfrentar ustedes sobre este tema, tomando como ejemplo a la ida del Real Club Valderrama (quien ahora será sede de la nueva gira). ¿Me equivoco? ¿Estás contento con los nuevos cambios que han ocurrido en el circuito, en relación a los nuevos cupos para el PGA Tour?
– Ya llegó a ser rutina el comentar lo relacionado al LIV Golf. Creo que es en febrero cuando se decide, a través de la corte del deporte de Reino Unido, si los que participaron en LIV deberían haber jugado o no. Hasta ese momento, habrá que esperar.
En cuanto a los cambios del DP World Tour, sinceramente creo que la gira no está mejorando, sino todo lo contrario. Está empeorando. No veo que mejore, teniendo mejores eventos, teniendo mejores torneos y tratando mejor (sobre todo) a los jugadores, que creo que no es el caso. Y bueno, la excusa que se nos dio de no unirse al LIV, con mucho más aliciente económico, era que no se quería hacer un «feeder tour» (tour alimentador) del LIV. Y resulta que acabamos siendo un «feeder tour» del PGA Tour. Ya lo éramos, pero no lo éramos oficialmente. Yo creo que ahora, con esas 10 plazas (y con más jugadores que se acaben yendo), pues somos oficialmente un «feeder tour» del PGA Tour. Ese es mi pensamiento y lo que yo creo. Podré estar acertado o equivocado y desconozco mucho de los detalles. Pero bueno, con los datos que tengo, no veo que el DP World Tour vaya comiéndole terreno al PGA Tour, sino todo lo contrario. Creo que el PGA Tour nos ha hecho un circuito que puede manejar y puede tener contento, en ciertos aspectos. Y dejamos de ser competencia/intentar competir con el PGA Tour. Es lo que hay. Se juegan buenos campos y buenos torneos, por supuesto. Pero sigue habiendo mucha diferencia. Y creo que el LIV Golf, poco a poco y si va consiguiendo los objetivos, relegará al DP World Tour en el tercer puesto de los circuitos mundiales.
– Para terminar, agradeciéndote por tu enorme predisposición, me gustaría que nos comentes tus objetivos para el 2023. ¿Es una locura pensar en la Ryder Cup?
– Ni me planteo el tema de la Ryder Cup. No es que sea una locura, es que ni está en mi cabeza. No es mi objetivo. No lo tengo en mente. Me gustaría, en el 2023, ganar un torneo y estar para ganar, en varios eventos. A su vez, me gustaría jugar bien y poder llegar a la final de la Race to Dubai (el DP World Tour Championship). Esos son mis objetivos.
Igualmente, la Ryder Cup es algo que me divierte. No suelo ver mucho golf, pero si veo al evento por televisión. Pero no es algo que me lo planteo. Luego, las cosas suelen salir mejor o peor. Ahora, no es algo que lo tenga en mente.

Alfredo García-Heredia representa a uno de los tantos luchadores del mundo del golf. Y si hay algo que lo aqueja, lo sabe disimular muy bien. Siempre está con una sonrisa, sin dejar la responsabilidad de esa semana y pensando en lo que vendrá. No deja de recordar de donde vino, pero toma lo más importante de ese período, con la intención de ver qué le deparará el porvenir. Por lo tanto, en una época en donde las reflexiones abundan en demasía, su presencia es un aire fresco. Es que no hay que pensar en soluciones mágicas. Ahora, tampoco hay que dejar que disfrutar. Y en el asturiano podemos ver ese equilibrio. No hay que tener miedo a poner esto en práctica.
Se va un 2022 que nos trajo muchas alegrías, tanto a nivel del medio como a nivel de nuestro país. Sin embargo, necesitábamos poner los pies sobre la tierra. Es que, cuando las cosas salen bien, es fácil que la espuma suba (como decimos en Argentina), olvidándonos el por qué todo pasó de una determinada manera. Y todo ámbito tiene ese «Macondo», que propone el respetado Gabriel García Márquez (para quienes no lo conocen, un gran escritor y periodista colombiano). Sí: no me equivoco al decir que, en ese «Macondo», también se encuentra nuestro deporte. Pueden pasar las estrellas, pueden crecer las peleas y los intereses contrapuestos, pueden crecer las vanidades… pero los valores que transmite la actividad nunca se pierden. Insisto: no dejemos de mirar al querido Alfredo García-Heredia, quien representa LA CALMA EN TIEMPOS DEL CÓLERA.
¡OJALÁ TODOS TENGAN UN GRAN 2023 Y GRACIAS POR ACOMPAÑARNOS EN ESTE 2022!

Matías Miguel Torge
Handicap 54
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